La puerta del cuarto sonó. Ambos hermanos se alteraron. Pero Sanemi se atrevió a atender.
– Ah, alteza – Reverenció – ¿Qué solicita?
– Lamento interrumpirlos mientras están descansando – El príncipe se oía genuinamente lamentado, y eso fue suficiente para que Genya se levantara y se acercara– Genya, necesito que me acompañes para salir del Palacio.
Sanemi miró de reojo a su hermano, con una sonrisa pícara –¡Seguro príncipe! Genya irá de inmediato, danos un segundo, por favor.
La puerta se cerró en la cara del príncipe, que se mantuvo cerca, escuchando atento.
– ¡Eh, Genya! Seguro el príncipe quiere estar a solas contigo para hacer algunas...coosas -dijo Sanemi con una sonrisa burlona– ¿En serio no han tenido sexo hasta ahora?
Genya se volvió hacia su hermano, su rostro enrojecido de ira. Con un rápido movimiento, le propinó un fuerte golpe en el brazo a Sanemi.
– ¡Cállate, Nemi! ¡No insinúes esas cosas del príncipe!-gritó Genya.
– ¿Es un sí? – Genya lo miró fulminante al rojo vivo– ¿Un quizás?
Sanemi se rió a carcajadas, frotándose el brazo después de que su hermano volviera a golpear en el mismo lugar.
– ¡Ay, Genya! Siempre tan serio. No puedo evitarlo, eres tan fácil de molestar –dijo Sanemi, todavía riendo.
Genya lo miró con una mezcla de fastidio y exasperación, pero no dijo nada más.
– Ya me voy, insolente – Refunfuñó mientras abría la puerta – Estoy disponible, príncipe.
– Perfecto...a-acompañame – Pidió tímido, y empezó a caminar en dirección a la salida del castillo. Genya lo siguió después de lanzar una mirada amenazante hacia su hermano, quien simplemente le sacó la lengua divertido.
•
•
•
– ¿A dónde quería ir? – Consultó Genya, mientras iban cabalgando hacia algún lugar.
– Encontré en uno de mis libros una estancia...quiero saber si aún está – Muichiro metió la mano en el bolso que traía la montura del caballo y sacó su libro, allí había un separador que identificaba la página a la que él se refería.
Genya abrió el libro, sosteniendo el separador con dos dedos, y observó el paisaje en el libro.
– Ah, es realmente lindo – Contestó él, mientras veía atentamente la imagen– Está bien, lo buscaremos.
El príncipe le sonrió, tomando el libro de vuelta y guardándolo en los bolsillos de la montura.
– Genya...¿Puedo preguntarte de qué hablabas con Sanemi-san mientras yo estaba afuera? – El príncipe lo miró de reojo.
– ¿Eh?...¡¿Qué?!... ¡Ooh! – Genya se agarró de su cabello y empezó a enrojecer de la vergüenza– ¡Dígame que no escuchó nada!
– Escuché un poco...bastante – contestó suave, también un poco sonrojado pero, no lo evidenció.
– Mí hermano suele bromear así, no le preste atención, por favor – Genya evitó el contacto visual– Él es así...perdonelo.
– No...umm, no hay problema – Muichiro se sintió congelado cuando terminó de hablar.
Estaba aceptando las burlas de un súbdito increíblemente bien– sólo quería saber a detalle de que hablaban.– No creo que sea necesario explicarlo mucho – Contestó – Sólo bromea con usted y conmigo, pero son idioteces.
Muichiro lo detuvo– Genya... seguramente sabes...–Se pausó un segundo antes de continuar– seguramente sabes que para la Corte yo aún no tengo pareja...pero estoy casado contigo.