– Ge-genya!...me duele, por favor – El príncipe aguantó un poco el aire en sus pulmones– detente un segundo...
La culpa arañó con fuerza cuando Genya soltó la carne de Muichiro. De sus labios brotaba algo de sangre fresca. Había sobrepasado el límite.
Genya había clavado sus dientes en la piel pálida de su amo. Y estaba clavando sus uñas en él también.
¿Cuánto tiempo tuvo el control sobre él?– Genya...– Muichiro se tocó el hombro, luego miró su mano.
No estaba sangrando el mismísimo océano, pero sangraba y eso era lo único que importaba en la mente del joven Shinazugawa.– No...– miró sus manos– Discúlpeme...lo he lastimado.
– No es nada – a Muichiro no le importó. Rascando un poco su cuello, permitiéndole notar a Genya que, también tenía una mano marcada.
Genya se había olvidado por completo del autocontrol, había estrangulado a Muichiro, y también lo había mordido. Además de marcarlo con sus uñas clavadas en sus muslos.
– ¿Estás bien? – su pareja tomó su rostro suavemente, pero él le apartó las manos.
– Perdoneme...– Agachó la mirada con redención.
– No te disculpes, cariño – Muichiro intentó acariciarlo pero, él no se lo permitió.
– Lo hice sangrar...estrangule su cuello – La culpa le pesaba– no supe controlarme...no pude hacerlo mientras sucedía...me dejé llevar.
– No debes sentirte mal por eso, sólo fue un pequeño accidente.
No, no había sido un accidente. Si fuera un accidente Genya no lo habría disfrutado tanto cómo lo había hecho, no se habría sentido feliz en absoluto de tener el control.
Habría hecho algo por detenerlo si fuera un accidente, pero no hizo más que seguir.Genya vistió sus prendas rápidamente, y con la humillación apuñalandole el pecho, intentó retirarse.
– Espera...– Muichiro le tomó la mano – Gen, no te pongas así, por favor...yo no estoy molesto contigo por nada.
– Lo siento, no puedo mirarte a los ojos...– Genya no levantó la mirada– Mí juramento decía que, en caso de ser necesario, sangraría por usted en su lugar...¿Cómo espera que me sienta si acabo de romper su piel?
– Pero no lo hiciste con la intención de matarme, sólo fue el estupor del momento.
– Pero lo hice, al final – Genya no podía voltear a verlo– Lo lastimé conscientemente...no puedo verlo, no soy merecedor.
Genya se retiró del cuarto, dejando a Muichiro con una sensación de tristeza y confusión, se quedó un momento sentado en el escritorio, mirando la puerta por donde Genya había salido, preguntándose por qué se había sentido tan culpable.
Finalmente, se levantó y salió en busca de Genya, ambos habían disfrutado el momento, no había razón para sentirse apenados, ¿O si?
Él no se sentía mal a pesar de haber sido lastimado (no admitiría de todas formas que sí, le gustó), entonces Genya no debería sentirse culpable!Recorrió su castillo hasta salir, lo encontró en el jardín, sentado en un banco, con la cabeza entre las manos a la sombra.
– Genya – dijo Muichiro, acercándose.
Él no respondió. Solo sacudió la cabeza y se cubrió el rostro con las manos.
Muichiro se sentó a su lado lentamente, cómo si temiera espantarlo– Habla conmigo, cariño...