Las horas habían pasado, aunque dentro del carruaje no se sentía nada para la mayoría, que dormía tranquilamente.
Inosuke se despertó con un sobresalto después de que el carruaje rebotara un poco, estaba mirando confundido a su alrededor. El carruaje estaba en silencio, excepto por el suave traqueteo de las ruedas en el camino. Se levantó un poco y miró por la ventana, y su expresión cambió de confusión a sorpresa.
El paisaje que vio era completamente diferente al que habían dejado atrás. En lugar de los densos bosques y las montañas escarpadas del Palacio, el carruaje avanzaba por un páramo abierto y desolado, con hierba corta y rocas dispersas por doquier. El cielo estaba despejado, con solo unas pocas nubes blancas flotando en la distancia.
Inosuke se sentó derecho, intrigado, y miró a los demás. Todos seguían dormidos, exhaustos por la noche de escape. Decidió no despertarlos todavía, y se volvió a mirar por la ventana, absorbiendo la vista del páramo.
El carruaje continuó avanzando, e Inosuke vió que el paisaje no cambiaba mucho. Era un lugar desolado y tranquilo, muy diferente a cualquier lugar que hubiera visto antes. Se preguntó dónde estarían, y hacia dónde se dirigían.
De repente, el carruaje se detuvo, y Goto, el cochero, se volvió hacia ellos– Haremos una parada para desayunar.
Inosuke, muy feliz y también ansioso, rebotó hasta abrir la puerta y salir disparado afuera, encontrándose con el aire fresco del exterior que heló su piel cálida.
– Ten, Inosuke – La voz de Tanjiro alertó a Inosuke un segundo, al voltear, le extendía su Haori a cuadros– Está frío, no te preocupes por mí, yo tengo más ropa.
El chico de ojos verdes lo recibió y se lo colocó, sin revelar su sonrojo gracias a la Máscara.
– Llegaremos dentro de tres días – Muichiro informó mientras bajaba lentamente. Genya salió detrás de él, bostezando.
Los demás se sorprendieron– ¡¿Tres días?!
– ¿¡Acaso nos vamos a vivir a otro continente!? – Haganezuka se impresionó.
– Tenemos que cruzar el océano, ciertamente – Genya sonrió – Llegaremos al puerto en tres días, y tardaremos dos días más en llegar a nuestro verdadero destino.
– ¡Eh! – Tanjiro se impresionó – ¡Es mucho tiempo!
– Tenemos todo preparado para ese tiempo– Muichiro sonrió – Desayunemos, por favor...tengo hambre.
– Permítame hacerle un café, príncipe – Kanamori se ofreció.
– Ya no tienen que llamarme así – Muichiro sonrió – no estamos en el Palacio.
– Hasta que yo muera, usted siempre será un príncipe para mí – Kanamori le sonrió con cariño y Muichiro agradeció.
Mientras desayunaban, el grupo habló sobre sus planes y expectativas para el futuro. Inosuke, todavía emocionado por la libertad, no paraba de hablar sobre las aventuras que tendrían y las cosas que podrían encontrar. Tanjiro y Kanao se miraban con una mezcla de emoción y nerviosismo, el amor los abrazaba con ternura.
Muichiro mientras bebía su café, les explicó que su destino final era una isla remota, donde podrían vivir en paz y lejos de las intrigas del Palacio. Genya agregó que había preparado una casa para ellos, con todo lo necesario para vivir cómodamente.Después de desayunar, el grupo volvió a subir al carruaje, listos para continuar su viaje. Inosuke, con el Haori de Tanjiro todavía puesto, se sentó junto a Goto para hacerle compañía y ver el paisaje sin limitarse a una ventana. El paisaje desolado y tranquilo del páramo seguía siendo una novedad para él, y se sentía emocionado por lo que podría encontrar en el futuro.