– Genya...cuando Miriya cumpla la edad suficiente para preguntarnos...¿Qué le diremos?– No lo pienses demasiado, Mui... aún tenemos tiempo –
Genya no esperaba que el tiempo pasara tan rápido, ¿En qué momento su hija había crecido tanto?
– ¡Miri!
– ¡Tío Nemi! – La joven Miriya de 16 años saltó a los brazos de su tío Sanemi, quien la recibió y la hizo girar un poco, apenas– ¡Tío Tomioka!
– Hola, Miri – Saludó el pelinegro, que luego recibió un abrazo de su sobrina.
Todavía recordaba cuando ella era un bebé cómo si hubiera sido ayer.
Miriya ya era toda una hermosa mujer, cómo él siempre supo que sería ella.
Cómo siempre se esperó que fuera, y así era.Ella estaba atravesando la adolescencia, por lo que, a veces era un poco rebelde y testaruda (cómo ellos) y a veces era dócil y bastante racional (cómo...ninguno de los dos, tal vez cómo Genya, a veces).
– Estás muy alta – Sanemi acarició el cabello de su sobrina.
– Cómo se esperaba – Muichiro acarició e cabello de su hija también.
– Seguro que será toda una rompecorazones en el pueblo – Kanamori secundó, ganándose la mirada punzante de Genya.
– Ah, él todavía no acepta que ya creció – Muichiro rió un poco.
– No te preocupes, papá Genya – Su hija se acercó a su padre para abrazarlo– Prometo no tener novio hasta los 20 años, los hombres son muy estúpidos.
Kanao y Nezuko rieron, mientras que los otros presentes solo la miraban con algo de pena.
Sí, ella tenía razón. Los hombres eran estúpidos.Durante el almuerzo, Genya podía pasarse horas mirando embobado hacia su hija, que comía elegantemente, cómo la princesa que nunca fue.
A veces pensaba que, probablemente habría sido dichosa de vivir en el Palacio, pero, ¿Siquiera habrían podido tenerla si se quedaban allá?– Genya – La voz de Muichiro lo sacó de sus pensamientos.
– Umm...disculpen – Genya se levantó de su asiento– Saldré a tomar aire fresco un momento.
– ¿Te sientes bien, hermano? – Le preguntó Sanemi.
– Si si, estoy bien – Aseguró.
Y decidió salir, perderse un momento en la nada, caminar por el bosque.
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Genya caminó sin rumbo, sumido en sus pensamientos. No podía creer que Miriya ya tuviera 16 años. Recordaba el día que llegó a casa cómo si fuera ayer. Él y Muichiro habían sido unos padres nerviosos, pero felices. Ahora, su hija estaba creciendo y él no sabía cómo manejarlo.
Aún recordaba sus primeras palabras...
“– Hola, Miri – Genya había saludado al entrar a casa”
“– Bien... venido... Inosuke –”
Maldecía a Tanjiro por llevar a Inosuke cada vez que le tocaba hacer de niñero. Pero era gracioso también.
Mientras caminaba absorto en su cabeza, escuchó un ruido detrás de él. Se dio la vuelta y vio a Muichiro acercándose.
–Genya, ¿estás bien? – Muichiro se acercó a él, preocupado.
–Sí, estoy bien – Genya suspiró – Solo me siento un poco abrumado. No puedo creer que Miriya ya sea tan grande.
–Lo sé – Muichiro se puso a su lado – Es increíble cómo pasa el tiempo...pero después de todo, es una niña feliz, ¿No? Ese es nuestro trabajo, hacerla feliz.