Un Libro Sin Palabras

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Me levanté de la cama y caminé hasta la ventana. La vista desde mi habitación mostraba un paisaje desconocido: edificios altos y modernos, calles llenas de gente que se movían con una prisa que me resultaba extraña. Aún no podía creer que estaba aquí, tan lejos de Tokio.

La noche anterior fue difícil. Estar en un lugar en el que jamás había estado, ni siquiera imaginado, era inquietante. Apenas pude dormir, con miles de pensamientos cruzando mi mente. Me di vueltas en la cama una y otra vez, intentando conciliar el sueño.

Al levantarme, noté que mi tía ya había dejado el uniforme de la escuela en el ropero. Miré el uniforme con cierto desdén. La camisa blanca de cuello y manga larga, la corbata negra, y el pantalón y traje negro con el logo de la escuela.

- Parece que voy a una reunión de negocios - pensé con sarcasmo.
Era un uniforme bastante formal y básico, pero no tenía otra opción, así que me alisté y bajé a desayunar.

Al bajar al comedor me senté a la mesa con mis tíos, quienes me dieron los buenos días amablemente.

- Buenos días, Lee. ¿Dormiste bien? - me pregunto mi tía mientras ponía en un plato un par de huevos estrellados

-Buenos días. Sí, más o menos. - le dije mientras tomaba el asiento que mi tío me ofreció mientras comía gustosamente su desayuno

- Tranquilo, es normal. Todo esto es nuevo para ti. - me animo mi tío luego de masticar su comida.

Chaewon no se veía por ninguna parte, y su madre se quejaba de lo mucho que batallaba para que Chaewon se levantara a la primera alarma.

-De verdad, ese niño. No importa cuántas veces le ponga la alarma, nunca se levanta a tiempo. Siempre tengo que estar detrás de él - dijo mi tía con una mezcla de frustración y resignación.

Luego de un momento, Chaewon bajó con el mismo uniforme que yo. A él se le ajustaba más, destacando su cuerpo robusto, y su cabello pelirrojo resaltaba. Dio los buenos días con desgano y se sentó.

-Buenos días, Chaewon. Siéntate, ya te sirvo el desayuno. - le contestó mi tía un poco molesta por su tardanza

-Buenos días - respondió él, mirando su plato con indiferencia.

Mi tía trató de iniciar una conversación sobre la escuela. - Entonces, Lee, ¿estás nervioso por tu primer día?

-Un poco - respondí, tratando de sonar un poco más interesado de lo que realmente estaba.

-Es normal sentirse así - añadió mi tío. - Recuerdo mi primer día en una nueva escuela, no conocía a nadie.

Chaewon bufó, claramente molesto. - No veo por qué tiene que ir a la misma escuela que yo. Hay otras opciones.

Mi tía lo miró con severidad. - Chaewon, ya hemos hablado de esto. Lee es parte de la familia ahora, y queremos que se sienta bienvenido.

Chaewon permanecía en la mesa, observando con una mezcla de indiferencia y molestia. Jugaba con su tenedor, empujando los restos de su desayuno de un lado a otro en el plato. De vez en cuando, lanzaba miradas de reojo hacia nosotros, claramente no entusiasmado con la idea de que yo fuera a la misma escuela y menos aún de que me estuvieran tratando con tanta amabilidad.
Terminamos de desayunar y me levanté para encaminarme a la parada del metro. Justo cuando estaba a punto de salir, mi tía me detuvo.

-Lee, en Tokio tenías una moto, ¿no es así? ¿Te gustan? - preguntó con una sonrisa.

La miré con un poco de interés y asentí. Entonces, mi tío me mostró unas llaves mientras el portón automático del garaje se abría, revelando una moto increíble. Se trataba de una Kawasaki Ninja H2 de color negro brillante, con detalles en verde que acentuaban su diseño aerodinámico.

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