Capítulo VII

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—¿Y qué haremos ahora?. — Le pregunto desganada.

—A partir de aquí estarás sola, yo te alcanzaré cuando consiga la manera desquivar a la gente.— Tras decir esto, él arranca el coche desapareciendo rápidamente de mi vista.

Increíble.

Observo cómo todos están vestidos de largas capas rojas y frunzo el ceño con disgusto. Parecen una secta.

De repente, escucho sonar el campanario y dirijo mi mirada hacia el, abro mis ojos con terror y comienzo a correr lo más rápido que me permiten mis pies hacia él. 

Porfavor Edward no seas estúpido.

Pienso con la esperanza de que él me escuche, me ilusiono cuando veo que busca algo entre la multitud pero no paro de correr hacia allí, faltaba menos de un metro para llegar a la entrada cuando escucho el sonido de sorpresa de un niño mientras señalaba al vampiro.

— ¡Edward! ¡Estoy aquí!. — En menos de dos segundos lo tenía justo al frente, y para mi sopresa o disgusto, estaba igual de demacrado que yo los primeros meses tras su ida.

— Eres tu... — Avanzó lentamente hacia a mí y me abrazo con fuerza. No supe corresponderle. — Perdóname, perdóname...

— No es el momento ni el lugar, Edward.

— Exacto... — Escucho una voz grave y masculina detrás de mí. — Cullen... Los señores quieren verte, a ambos. — Eran dos sujetos los que habían entrado, y el que habló, parecía más enfadado que la otra, quien me miraba con curiosidad.

— Ella no irá.

— Edward, obedece. — Aparece Carlisle por la misma puerta que los dos desconocidos.

Él, aparentemente sin querer discutir con su padre, me dio un leve empujon en mi espalda para que avanzara, no me aparte de su toque, sería estúpido hacerlo con dos vampiros desconocidos vigilando cada paso que doy y cada mueca o sentimiento que aparezca en mi cara. Así que (con dificultad) traté de mantener un rostro impasible.

Llegamos a las puertas de un enorme (pero oscuro) castillo. Era hermoso, no pude evitar quedarme maravillada con las pinturas que colgaban de las paredes de roca. Pasamos enfrente de lo que parecía ser una recepcionista y observo confundida sus rasgos.

—Buenas tardes, Gianna. — Dijo uno de los vampiros desconocidos.

—Buon Pomeriggio. — Respondió levantandose con entusiasmo del lugar.

Miro aún mas confundida a los Cullen y ellos sonríen incómodos.

— Es humana ¿Cierto?. — Afirmo.

— Si... — Contesta Edward.

— ¿Ella sabe lo que son? — Uno de los desconocidos asiente con la cabeza. — ¿Y quiere convertirse en uno?

— Y así será. — Responde la mujer sonriendole falsamente a Gianna.

— O el postre. — Susurro, causando una risa ligera de ambos vampiros.

— Soy Alec, y ella es mi hermana, Jane. — El me da una brillante sonrisa y escucho como alguien gruñe levemente detrás de mi.

— Adhara...

— Lo sabemos... — Habla por segunda vez Jane.

𝚅𝙰𝙽 𝙶𝙾𝙶𝙷 | Cullen'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora