Los reyes eran hermosos, pero aterradores. Vestidos con largas túnicas blancas con ligeros toques dorados parecían ángeles, mas esa idea desaparecía de tu cabeza cuando observabas sus ojos carmesí, que te prometían un sin fin de torturas y a su vez una pasión terrorífica.
Eran tres hombres sentados en grandes tronos indicando su posición en la realeza. Estaba hipnotizada admirandolos cuando el del medio hablo.
— Bienvenidos, Edward y Carlisle Cullen. Me hubiese encantado que este reencuentro sucediese en una ocasión mas... gratificante, pero dados los hechos, nos hemos visto obligados a juzgarlos. Espero y lo entendáis...— El Rey rubio, quien aparenta ser más joven, sonríe macabro haciendo que mi piel se erizara. — Me tomó por sorpresa cuando me dijeron que traerían a una invitada... humana. Hola, Adhara.
Estupefacta asiento levemente y él agranda su sonrisa.
— Que maleducado soy, no nos he presentado hermanos. Querida, él es mi hermano Caius — Sonríe señalando al rubio. — Y el, es mi hermano Marcus. — Esta vez señala a un hombre con un aura nostálgica, quien simplemente observa los acontecimientos con aburrimiento. Yo también lo haría, es decir, a quien le divertiría estar haciendo exactamente lo mismo probablemente durante mas de quinientos años. Exacto, a nadie. — Querida, ¿me permites tomar tu mano?. — Lo miro extrañada y Edward parece leer mi mente.
— Aro puede ver todos tus recuerdos con tan solo tener contacto fisico contigo. — Abro los ojos con pánico. Eso significa que verá toda mi infancia. Toda. Y eso hace que tiemble de pánico.
— No seas modesto Edward, mi don no se compara con el tuyo, que no necesitas tocar a nadie para saber que piensa. — El que ahora se que se llama Aro, me mira. — Tu mano, querida.
Titubeante, le extiendo mi mano y él la toma suave pero firmemente. Veo como hace muecas y frunce su ceño, hasta que al final me suelta y vuelve a tener una ligera sonrisa en su rostro.
— Pobre chiquilla... — Juraría que sus ojos me miraban con pena, y fuera del pánico que estoy sintiendo, no hay nada mas que yo deteste que la pena. — Pero espero y entiendas, que tu también serás juzgada, nunca debiste saber sobre nosotros.
Ojalá poder hacerme la sorprendida, ojalá poder pensar que no creía que algo asi me sucedería. Pero no, no podía, porque desde un inicio sabía que esto estaba mal. Que yo no debía haberle hecho caso a Bella, que nunca debería haber sacado el tema. Y en menos de dos minutos, me había arrepentido de todos mis actos. Probablemente conocer a los Cullen fue mi perdición disfrazada de milagro.
— Juzgame a mi, a ella no... por favor... — Suplicó Edward con poca fuerza. Mientras que Carlisle se hallaba tirado en el suelo rodeado por una neblina negra, sorprendiendome. ¿En qué momento había sucedido eso?.
— Lo siento Edward, ambos serán juzgados. Y tu serás el primero. Alec, llevatelo hazlo sufrir, Carlisle tardará suficiente en despertar. — Miro con terror cómo se llevan a Edward quien negaba con la cabeza para que no dijese nada. O eso creía. — Y recuerda Cullen. Los Volturi no damos segundas oportunidades.
Finalmente, las puertas del gran salón habían sido cerradas con fuerza, y yo me encontraba sola, como siempre. Debía haber sido precavida, como siempre lo fui, pero fui estúpida y me deje llevar por el amor que me profetizaban unos perfectos mentirosos.
— He visto toda tu vida, humana. — Empezó a hablar Aro. — Desde que naciste, hasta la mayor tragedia que tu corazón a podido soportar. — No puedo evitar que una lágrima solitaria se deslice por mi mejilla.— Nos apiadaremos de ti, y te ofreceremos una opción alternativa a tu muerte.
— ¿El qué sería? — No quería morir. No todavía. Tenía sueños por cumplir y personas de las cuales despedirme como es debido. Tenía que hablar con mi padre, discutir con él, decirle como me jodio la vida, pero agradecerle el haberme mandado con la abuela, estar en paz conmigo misma.
— Volverte uno de nosotros. — Habló por primera vez Marcus, quie parecía tener un ligero interés por mi respuesta.
Solo tenia dos opciones: Morir o existir.
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𝚅𝙰𝙽 𝙶𝙾𝙶𝙷 | Cullen's
Fanfic¿Qué es peor, existir o morir? Esa era una de las preguntas más comunes en la mente de Adhara. No tuvo la infancia más bonita. Una madre alcohólica y un padre presente pero ausente marcaron su vida. Hasta que ciertas personas llegan a darle un gi...
