chapter sixty-three. heaven

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TRES DÍAS DE LA
GUERRA MÁGICA. . .

Coloque un isótopo con la crema depiladora rosa y después lo arrastre por el bigote de Neville, el cual crecía a una rapidez alarmante.

—¿Papá tenía mucho bigote?— se pregunto de pronto, haciéndome fruncir el ceño —Digo, se que está bien atendido en San Mungo pero aún así no lo recuerdo con bigote.

Me detengo —Eso es lo más raro que me has preguntado, y si, tenía un poco, aunque nunca se lo dejaba demasiado, decía que le picaba.

Neville asiente —Ahora lo entiendo, es horrible, quisiera estar así todo el tiempo pero sigue creciendo.

Tire el isótopo a la basura —Bueno, solo espera cinco minutos y estarás como nuevo, recuerda lavar o se irritara la piel ¡Ah! Y de ahí seguiremos con la barba.

—¿Puedo hacerlo con un rastrillo?

Niego —Si quieres tener cabellos del grueso de un árbol entonces sí.

Formo una mueca con su bigote rosa —No, gracias.

Sonrió un poco —Parece que comiste nieve de fresa.

—¿Es un milagro, no?— inquiere y inclino un poco la cabeza en confusión —El que hayamos sobrevivido, sé que no quieres hablar de eso, pero lo necesito.

Mi expresión se aligera, no he hablado de eso con nadie en realidad, sigo recordando a Eugene todos los días y sigo esperando a que vuelva.

Bajo la mirada y finjo guardar las cosas detrás del espejo del baño.

—Espera cinco minutos, lava y no talles— murmuro, dándome media vuelta antes de desaparecer por el pasillo.

DOS SEMANAS DE LA
GUERRA MÁGICA. . .

El aire fresco peina las ondas de mi cabello, el silencio mientras el ataúd baja con lentitud frente a mi, aunque no puedo mirarlo porque trato de mirar a los árboles, como si Eugene fuese a venir por ahí y a saltar diciendo que es una broma en cualquier momento.

Cedric me abraza con uno de sus brazos, besa mi cabello y lo escucho llorar, pero yo no lo hago, quizá porque no quiero entender la idea de que jamás veré a mi mejor amigo una vez más, aunque en realidad jamás lloro en los funerales y si lo hago es por la terrible energía triste que me transmiten las personas que en definitiva lloran en un funeral.

Me siento rara hasta que llegamos a casa, tan vacía como siempre lo ha estado. Me siento sobre la silla frente a la mesa en el comedor, dejo mis cosas y tan solo recargo mi cabeza sobre la mesa cuando lo siento: dolor, no físico, emocional.

heaven ⌇ cedric diggory ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora