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Dos días pasaron y ya era Jueves, seis y media de la mañana y Jungwon estaba despertando para ir a dejar temprano la carta al casillero de Jay.

Apagó su alarma y alejó a su mejor amigo, quien siempre terminaba abrazándole cuando dormían juntos. Sin embargo este no le soltaba.

—Jungwonie...—Murmuró el rubio para abrir un ojo y ver la hora—. Aún falta una hora y media.

—Tengo algo que hacer primero.

Aquello inmediatamente llamó la atención del mayor, quien le soltó, a lo que Yang caminó al escritorio del contrario buscando su carta, tomándola para guardarla en su mochila.

—Iré a ducharme.

—¿Qué es eso que tienes que hacer que te levantas tan temprano?

—No es nada importante—Dijo caminando al baño.

Ya habían pasado oficialmente dos semanas desde el inicio de las clases y sentía que poco a poco su relación con Jay iba volviendo a ser como antes, cosa que aliviaba su corazón, pero a la vez no lo dejaba satisfecho. Él quería más, más que solo una amistad. 

No tardó más de cinco minutos en ducharse, tomando otros diez para secarse y vestirse. Así fue a la cocina, dispuesto a hacerse algo para comer, como un pan. Ahí se encontró con la madre de Sunoo, quien estaba al parecer tomando un medicamento. Ella le ofreció prepararle el pan a lo que Jungwon no pudo negarse.

—Que te vaya muy bien en la escuela hoy, pequeño niño.

La señora Kim lo abrazó y después se fue a recostar para seguir durmiendo.

Después de esa linda interacción. Jungwon se fue caminando a la escuela. Ya eran las siete y diez, una buena hora para estar llegando.

Apenas entró se fue directamente el área de los casilleros, sin embargo, su corazón se aceleró al ver a Jay allí. ¿Por qué había llegado más temprano que de costumbre?

—Maldita sea.

Murmuró el azabache al abrir su casillero y ver como, nuevamente, aquellas cartas que le alegraban el día no volvían a aparecer.

—¿¡Para esto me llamaste y me hiciste levantarme más temprano?!—Gritó el rubio.

Jay llevaba dos días llegando temprano para ver si atrapaba a su chico de las cartas dejándole una en su casillero, sin embargo, seguía sin recibir ninguna, desde la semana pasada.

Jungwon no entendía lo que estaban hablando, solo esperaba pacientemente a que ambos chicos se fueran de allí. Quería entregar aquella carta y luego ir corriendo a su salón, así que, en el momento en el que ambos chicos, el rubio y el azabache, se fueron, Jungwon corrió al casillero de este último, sacando la carta de su mochila.

—Maldición.

Susurró al no poder meterla por las rendijas del casillero, ya que este sobre, era un poco más ancho de lo habitual, a lo que, el pelirrojo dobló este para finalmente hacerlo pasar.

Satisfecho, caminó con rapidez hacia su salón sentándose en su banco, viendo como era el único en este. Se recostó en su pupitre dispuesto a dormir un poco más, no sin antes, colocarse sus audífonos para escuchar música.

Por otro lado, Jay y Jake, caminaban por los pasillos de la escuela, el azabache ya había pasado por el aula de Jungwon, sin embargo, por mera curiosidad, fue con el rubio al salón de este.

—¿Para qué venimos de nuevo aquí? Jungwon no está-

El más bajo dejó de hablar inmediatamente al ver como el pelirrojo se encontraba durmiendo en su pupitre, Jake sabía lo que significaba. El mayor comenzó a caminar hacia la zona de los casilleros buscando el suyo.

—Jay, espera, ¿Qué tiene que Jungwon esté aquí?

—Solo hay una cosa que necesito corroborar.

Habló, notándose en su voz la molestia ya que, al parecer, el rubio intentaba detenerle de que fuera a su casillero.

—¿Crees que él pueda ser el de las cartas?

El de cabellos negros no contestó. 

Inmediatamente, luego de llegar a la zona de los casilleros, Jake se puso sobre el casillero de Jay.

—¿Acaso sabes algo que yo no sepa?

Cuestionó el más alto al ver como evidentemente el contrario buscaba detenerle a toda costa. El menor, simplemente suspiró y se alejó del casillero, permitiendo que el contrario finalmente lo abriera. Al hacerlo, inmediatamente cayó una carta al suelo.

El corazón de Jay comenzó a latir con rapidez, en lo que abría la carta para leerla justo donde se encontraba.

—No...

Su cabeza comenzó a unir los cables:
Los amigos que eran pareja: Sunoo y Sunghoon
El perfume.
La letra.
El que estuviera un año adelantado.
El que aquella carta hubiese aparecido justo cuando Jungwon apareció en la escuela.

Todo indicaba y apuntaba a aquel chico de cabellos rojos. Todo cuadraba.

Someone Loves You! • JaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora