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Después de que el pelirrojo se cambiase, usando una de las pijamas que el azabache le había prestado, Jungwon se dedicaba a mirar sonriendo levemente a Jay, quien se encontraba jugando un videojuego online. Le gustaba ver aquella faceta del mayor, le distraía un poco de todo lo que había sucedido ese día. Para Yang, lo único rescatable de esas últimas veinticuatro horas, era lo que había sucedido con su mayor.

—Wonie.

—Dime.

El mayor seguía jugando, sin verlo.

—¿Cómo te sientes? Quiero que te sinceres conmigo, estoy seguro de que bien no estás, pero aún así quiero que seas tú el que me lo diga. 

El pelirrojo bajo su cabeza y suspiró, si quería decirle  al mayor lo que sentía, pero por otro lado, no quería que este se siguiera preocupando por su persona.

—Ven.

Murmuró el más alto, a lo que Jungwon suspiró y se levantó de la cama de este y caminó hasta llegar a su lado. Antes de poder preguntarle que necesitaba, Park tomó su mano e hizo que Yang se sentara en su regazo, cosa que sorprendió y avergonzó al menor, sin embargo, este no se apartó, lo único que hizo fue acomodarse sobre las piernas del mayor y apoyar su cabeza en el hombro de su amado, cerrando sus ojos y disfrutando del calor del contrario, esa sensación de calma que tenía.

—Wonie... ¿Quieres contarme que sucedió?

El menor asintió y abrazó a su mayor en un intento de reconfortarse.

—Mhm... Llegué a casa y mi papá sostenía una carta que te había escrito... Me miró con odio... Incluso sacó... Sacó el tema de mi mamá.

Jay al escuchar eso, inmediatamente dejó su juego de lado, pasando sus manos por la cintura de su amado, sin importarle si le colocaban una sanción por estar AFK.

—Mi pequeño, estoy seguro de que eso lo dijo desde la rabia.

—No hyung, no lo entiendes. Desde que sucedió lo de mi mamá, él nunca me ha querido, nunca.

—No sabes eso, no te lo ha dicho directamente.

Yang se alejó un poco de Park para observarlo, ver sus ojos y aprovechar de robarle un besito en sus labios. Ese beso los hizo sonreír a ambos. Después de todo, quizás ese día había tenido momentos amargos, pero eso no le impediría al azabache que este terminara dulce.

Así fue como el más alto dejó de jugar aquel juego dedicándose a besar cada parte del rostro de Jungwon, dejando suaves caricias en su espalda y algunos mimos en su cabello, jugando con este, haciendo que el menor finalmente se quedara dormido en su regazo.

Jay poco después, se levantó de su silla, con el pelirrojo en sus brazos caminando hacia su cama, decidido a dejar al más bajo recostado, pero cuando se iba a volver a levantar, la mano del de menor estatura sujetó sus ropas, haciendo que este le observara.

—Quédate a mi lado.

Pidió el más joven, haciendo que el contrario se enterneciera. El azabache se recostó junto al pelirrojo y ambos compartieron un lindo beso. Las manos de Park habían rodeado la cintura de Yang, mientras que este sujetaba las ropas de su mayor, empuñando sus manos.

El azabache fue dejando besos en el rostro de su amado de manera lenta, besitos que fueron bajando hasta la zona del cuello del pelirrojo, poniéndole nervioso en ese momento.

—Hyung...

Susurró el menor cuando los besos de Jay continuaron en aquella peligrosa zona.

—Dime.

Dijo Park, separándose de su amado para unir nuevamente sus labios en otro beso lleno de cariño, ternura y algo más.

Jay no dudó mucho en colocarse sobre Jungwon, claramente sin aplastarlo, colocando sus manos a los costados de la cabeza de su amado.

—No haré nada que tú no quieras, mi Wonie.

Dicho aquello, el mayor unió sus labios con los de su opuesto, quien no solo correspondió, sino que también comenzaba a sujetar el rostro del contrario, acariciando sus mejillas.

Ambos chicos estaban demostrándose el cariño que venían guardándose por meses, cariño que finalmente podían expresar libremente, ya que a esas alturas, Yang ya no temía ser descubierto porque aquello ya había sucedido.

Una de las manos del mayor se dirigió a la cintura de su chico, acariciando esta y subiendo de manera muy lenta la camiseta que traía Jungwon en aquel momento.

—Espera.

—¿Quieres que me detenga? Puedo parar aquí y ahora si me lo dices.

El menor negó con su cabeza y soltó un suspiro lleno de nerviosismo, uniendo sus labios con los del contrario intentando relajarse de aquella manera, pero aún así, le era difícil conseguirlo.

Ese día que había estado lleno de emociones, como si hubiese sido una montaña rusa de estos, no solo estaba terminando de una dulce manera, estaba terminando con ambos chicos demostrándose sin presión alguna cuanto se querían, cuanto querían ser del otro. Aquel día había terminado con ambos chicos haciendo el amor por primera vez para ambos, siendo de los momentos más especiales y que ambos atesorarían en sus corazones.

Someone Loves You! • JaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora