Marcos tiene que ayudar a la familia de su mejor amigo a volver a sus cuerpos reales, sin saber que posiblemente ese problema desencadenaría un amor adolescente
𝗘𝗦𝗧𝗔𝗕𝗔 durmiendo felizmente hasta que sentí que mi teléfono vibraba repetidas veces.
— Puro pendejo me manda mensaje a esta hora — dije mientras buscaba mi celular
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— Retiro lo dicho —
Me levanté rápidamente par cambiarme de ropa, obviamente no iba a ir en fachas. Me puse una camisa blanca de manga corta, una sudadera negra, unos pants negros y unos converse negros.
Bajé corriendo las escaleras hasta que una voz me detuvo.
— ¿A donde con tanta prisa muchachito? — dijo mi papá con los brazos cruzados
Solo di la vuelta lentamente
— A la casa de Wyatt —
— Está bien, solo no llegues tan tarde y manda un mensaje para saber que estás vivo —
Yo solo asentí repetidas veces
— Bueno, ya vete —
Me ofendí, pero bueno, salí corriendo de la casa para ir hacia la casa de Wyatt.
Cuando llegué, toqué la puerta repetidas veces. Hasta que Bill abrió la puerta, iba a saludar pero de la nada me dió una cachetada.
— Me dolió, pero me duele más un México corrupto — dije mientras me sobaba la mejilla
— ¿Eres tú? —
— No, soy un testigo de Jehová, ¿Tiene 1 minuto para hablar de Jesús? —
— Solo entra — me empujó adentro de la casa donde estaba toda la familia reunida
— ¿Ya consideraron la idea de adoptarme y cambiarme el nombre a Mclovin? —
Tenía las miradas de ellos en mi, unas confusas y otras felices
