→→→ 𝐄𝐥 𝐆𝐫𝐚𝐧 𝐂𝐨𝐦𝐞𝐝𝐨𝐫.

474 56 7
                                    

━━━━━━•◦ ❈ ◦•━━━━━━

ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ᴅᴏᴄᴇ

━━━━━━•◦ ❈ ◦•━━━━━━

Los carruajes avanzaban a través de las imponentes verjas flanqueadas por estatuas de cerdos alados, crujían mientras avanzaban por el camino, cada vez más inestable bajo un cielo que comenzaba a desatar un temporal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los carruajes avanzaban a través de las imponentes verjas flanqueadas por estatuas de cerdos alados, crujían mientras avanzaban por el camino, cada vez más inestable bajo un cielo que comenzaba a desatar un temporal. Las primeras gotas gruesas y heladas empezaron a golpear las ventanas, creando un sonido acompasado y melancólico.

—Ya casi llegamos —comentó Elio sin apartar la vista de su libro, su voz tranquila contrastando con el creciente estruendo de la tormenta.

Los demás en el carruaje se giraron para mirar por las ventanillas, observando cómo el paisaje se oscurecía y se volvía más sombrío.

—Ah, es verdad... ¿Cómo lo sabes? —preguntó Blaise, intrigado.

Elio levantó una mano, señalando un collar que llevaba alrededor del cuello. El colgante, una pieza de plata antigua, tenía grabados intrincados que parecían formar una runa desconocida para la mayoría. Era una joya enigmática, con un pequeño cristal en el centro que reflejaba destellos de luz púrpura y dorada, brillaba cada vez que estaba cerca de Hogwarts.

—¿Dices que ese collar te lo dio tu madre? —preguntó Pansy, que estaba sentada a su lado, mirando el colgante con curiosidad.

—Sí... —respondió Elio, su tono neutral, casi como si la conversación no fuera de su interés.

Pansy sonrió con una mezcla de timidez y picardía, antes de preguntar con un brillo en los ojos:

—Entonces, cuando nos casemos, ¿se lo darás a nuestros hijos?

Los demás en el carruaje la miraron sorprendidos, y la sonrisa de Pansy se amplió, consciente de la reacción que había provocado.

—¿Qué? Se vale soñar —dijo con un encogimiento de hombros, fingiendo inocencia.

Elio suspiró, rodando los ojos mientras la tormenta se intensificaba. Los rayos zigzagueaban en el cielo oscuro, iluminando brevemente el paisaje antes de que el carruaje se detuviera frente a la gran puerta principal de roble. La lluvia ahora caía en cortinas, y los ocupantes de los carruajes delanteros corrían apresuradamente por los escalones de piedra para entrar al castillo.

Sin embargo, Elio, Blaise, Draco, Pansy y Theo descendieron con calma. Eran la élite, y no se permitirían ser vistos corriendo como los demás. Para ellos, llegar tarde significaba simplemente que los otros se habían adelantado demasiado. Siempre llegaban a tiempo, siempre en control.

El interior del vestíbulo, iluminado por antorchas, los envolvió en un calor acogedor. La majestuosa escalinata de mármol se alzaba frente a ellos, y antes de que pudieran comenzar a subir, una exclamación llamó su atención.

𝓔𝓬𝓵𝓲𝓹𝓼𝓮 𝓭𝓮 𝓞𝓻𝓺𝓾í𝓭𝓮𝓪𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora