𝓔𝓬𝓵𝓲𝓹𝓼𝓮 𝓭𝓮 𝓞𝓻𝓺𝓾í𝓭𝓮𝓪𝓼

→→→ 𝐋𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐨𝐣𝐨𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐞𝐬.

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ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪꜱÉɪꜱ

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El aire frío de la noche parecía absorber toda esperanza mientras Lyra caía al suelo como una marioneta rota, sus ojos cerrados y su rostro pálido, sin vida. Un murmullo de horror recorrió las gradas, pero fue el grito desgarrador de Theodore el que rompió el silencio, como el rugido de una tormenta que sacude la calma.

—¡LYRA! —bramó Theo, sus manos temblando mientras se levantaba de las gradas, sin preocuparse por los que lo rodeaban. La desesperación se apoderó de sus movimientos, rápidos y erráticos, corriendo hacia ella.

Blaise, con el rostro tenso y lleno de miedo, lo siguió, esquivando a los estudiantes que apenas comprendían lo que ocurría.

—¡Lyra! —gritó Blaise, su voz quebrada por la preocupación, mientras ambos se arrodillaban a su lado. Theo la levantó con delicadeza, su cuerpo temblando mientras sostenía su forma inerte. El latido frenético de su corazón resonaba en sus oídos, cada pulso un martillazo de miedo.

—¿Quién es Lyra? —susurró Pansy desde las gradas, su ceño fruncido, sintiendo la incomodidad en el ambiente, pero sin comprender del todo lo que había sucedido.

—No lo sé —respondió Draco, sus ojos entrecerrados mientras observaba el caos desarrollarse frente a él—, pero algo está mal, muy mal.

El ambiente, saturado de tensión y el dolor palpable de la tragedia, se hizo aún más denso cuando los sollozos de Harry resonaron en la distancia. Draco, con el ceño fruncido y una sensación de alarma creciendo en su pecho, bajó las gradas sin poder despegar los ojos de la escena. Su novio, el mismo Harry que siempre había mostrado fuerza y valentía, ahora estaba desmoronándose sobre el cuerpo inerte de Cedric, sus lágrimas cayendo con el peso de una verdad que nadie quería aceptar.

—Harry —intentó Dumbledore, su voz suave, casi paternal, mientras intentaba separarlo del cadáver de Cedric—, tienes que dejarlo ir, hijo.

Pero Harry se aferraba con más fuerza, como si al hacerlo pudiera mantener a Cedric en este mundo un poco más.

Mientras tanto, Theo apretaba más a Lyra contra su pecho, su mirada fija en el brazo sangrante de la joven, el horror cruzando sus facciones. Sus dedos acariciaron suavemente su rostro, como si el contacto pudiera devolverle la vida.

—Vamos, pequeña, despierta —susurró Theo, su voz apenas un murmullo entre la tormenta de emociones que lo rodeaba.

—¿Está bien? —preguntó Blaise, su propia voz ahogada por la preocupación, sus ojos oscuros llenos de angustia.

Theo no respondió, solo abrazó más fuerte a Lyra, como si al sostenerla pudiera evitar que la oscuridad la reclamara.

—Ha vuelto... —murmuró Harry entre lágrimas, sus sollozos descontrolados, su voz rota—. Voldemort ha vuelto... Cedric me pidió... que trajera su cuerpo... No podía... no podía dejarlo ahí.