Día 25: Papá canguro

36 4 4
                                    

—Cuando dijiste "Tomaremos un descanso" no pensé que te referirías a esto, Ryō.

Gruñó Daiki a su esposo y este solo sonrió, sonrió tan inocentemente que por un segundo pensó que se estaba enojando de más.

¡Pero no era así! Él genuinamente creyó que volverá a recurrir a la ayuda de Satsuki y que ese fin de semana visitarían nuevamente las aguas termales a las afueras de la ciudad. Hasta los boletos había visto en la encimera de la cocina.

—Pero, Daiki, nosotros realmente tomaremos un descanso.

Otra vez. Si Ryō le ponía esa carita tan linda y esos ojitos de conejo lastimado no podía decirle que no. Sus dientes chocaron y se hizo pequeño en el sofá, era una jugada sucia. Si volteaba a ver al piso estaban sus ilusiones rotas, siendo pisoteadas por su marido.

—Cuiden bien de ellos, por favor. ~

Kazunari canturreó, demasiado divertido con toda la situación.

Y es que esa era la molestia de Daiki. Cuando su precioso, tierno y sensual esposo mencionó hace unas semanas que se tomarían un descanso en la primera semana de febrero se emocionó. Necesitaban uno, en especial Ryō, después de que los cambios de sus vidas terminaran por asentarse y volvieran a una rutina estable. Daiki estaba ansioso por volver a aquel lugar con él, de pasarla lindo y tener mucho sexo.

Lo que no se esperó es que el día en que supuestamente llegaría la ayuda que mencionó Ryō cruzaran por su puerta sus estúpidos amigos con sus parejas y sus mocosos, todos cargando una pañalera y una maleta pequeña.

—¡Pásenla muy bien, Yukiocchi! —gritó la rubia, agarrando al pequeño Kōta y haciendo que moviera su mano para despedirse de su madre —Kōtacchi, dile adiós a mamá. ~

Estaba molesto porque su esposo, de manera intencional, le hizo creer que el descanso sería para ambos pese a que era claro que el viaje era para todas las madres.

Ahí estaban todos sus amigos con sus hijos. Lo que más le hizo ruido fueron las maletas a sus costados, una clara amenaza de que pensaban quedarse en su hogar lo que duraba el dichoso viaje.

¿Y él? El único que no sabía nada de ello.

—No rompas muchas cosas, Kazunari —el mencionado hizo un puchero que Midorima ignoró para dirigirse al mayor de todos —. Te lo encargo, Yukio.

El cejón asintió, cansado de solo pensar que debía cuidar del enfadoso de Kazunari después de la universidad. Bueno, si lo cuidó estando en su etapa más rebelde no sería problema ahora, con una licenciatura y un hijo.

Kazunari refunfuñó algo que Daiki no tenía ganas de escuchar. Ese cuarteto siempre era escandaloso. Era como tener dos Kise y dos Midorima, y con la rubia tenía suficiente en un par de minutos.

Preferiría mil veces voltea a Akashi, que se despedía del chihuahua.

—Si te sientes mal no dudes en llamarme, Kōki.

—Estaré bien, Sei —respondió. Masaki estaba en sus brazos, tomando la última porción de leche materna fresca de su madre antes de irse de la casa —. No hagan locuras en casa de Ryō.

¿Qué locuras podría hacer Akashi? Pensó en dejar a su cachorro suelto con unas mini tijeras, pero siquiera podía ver. De hecho, Akashi sería el más decente seguid por Midorima en su hogar.

De quien debería preocuparse era el estúpido de Kagami que salía de la cocina, acompañado de Murasakibara.

Ese estúpido sí era un peligro.

—Ya acomodamos las leches en el refrigerador que trajo Akashi.

Kagami informó para después desviarse a Tetsuya y quitarle al pequeño Hikaru de brazos, despidiéndose tan cariñosamente que le dieron nauseas a Daiki. Aunque el asco fue de verle la cara al pelirrojo, seguro.

Agosto de MPREG [AoSaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora