Día 31: Feliz cumpleaños

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Bastaba con moverlo un poquito más a la izquierda y estaba listo. Ryō se enderezó y observó el mantel que acababa de acomodar, de un color azul rey que combinaba con la decoración del patio trasero de su hogar.

Unas cuantas mesas en el césped adornadas con detalles azules cubrían la mayor parte del patio. Cada que se tenía que organizar un evento Kōki siempre metía sus manos. Nadie podía decirle que no, al final de cuentas el castaño tenía un don para la organización y la decoración.

A veces pensaba que en vez de dedicarse a ser profesor de biología en Rakuzan el antiguo capitán de Seirin debió haber optado por el mundo del catering y la organización de eventos.

—Las mesas están listas, Kōki-san. Estaré en la cocina revisando los últimos detalles, ¿está bien?

Ryō miró como su amigo terminaba de decorar la mesa principal, donde el pastel que Atsushi traería más tarde acabaría resaltando. Kōki acomodaba unos listones caquis en los costado de la mesa, unos parecidos a los que caían en la pancarta atrás de ella.

Unas letras doradas que decían "Happy Birthday" eran las protagonistas de dicha pancarta.

—Está bien, Ryō —respondió sin voltear a verlo, confiado en su buen trabajo. Se dirigió a la pancarta, colocando aún más decoraciones que en vez de abrumar solo hacían resaltar más su patio —. Me quedaré un poco más, no tarda en llegar el proveedor de catering y Atsushi con el pastel.

—Si necesitas ayuda llámame.

Ryō le dio un último vistazo al patio antes de entrar a su casa. Era demasiada dedicación la que el Akashi le ponía a todos los eventos de sus amigos. Kōki hasta había contratado un servicio de catering para tener una mesa de aperitivos y dulces durante el festejo como hacía años, ignorando sus suplicas de ser él quien se encargada de ellos en esa ocasión.

Al final de cuentas, Kōki siempre terminaba haciendo lo que quería y se encargaba de todos los detalles bajo la excusa de que era su regalo, sin importar qué se celebrara. Esa vez pudo convencerlo para ser él quien preparara la comida del día, por lo menos.

Estaba acostumbrado a cocinar para varias personas desde la preparatoria cuando lo nombraron encargado para las dietas especiales de su equipo junto con Momoi. A veces cocinaba junto con Kagami para las reuniones de los milagros, así que ya conocía los gustos de todos los invitados.

Una vez llegó a la cocina revisó los alimentos. Los platillos fríos ya estaban listos, mientras que a los calientes les faltaban algunos minutos más para estarlo. Agradecía que Atsushi se encargara del pastel, su horno se encontraba al límite y dudaba que un postre se mantuviera a salvo en su hogar con Daiki alrededor si lo preparaba el día anterior.

—¡Estamos en casa!

Un sudado Daiki entró a la cocina después de anunciar su llegada, directo a tomar un pedazo de tomate del cuenco que Ryō tenía en manos.

—Daiki, eso es parte de la ensalada —reclamó ya por mera costumbre, estaba acostumbrado a la maña de su esposo de picotear cualquier alimento preparado por él. Daiki le rodeó en un abrazo por la espalda, dejando caer todo su peso en su hombro —. Vas a dejar sin comida a los demás.

—Nadie merece tu comida, Ryō, solo nosotros.

Palmeó condescendientemente su cabeza, su esposo era tan territorial con él que ya no le sorprendía en nada sus comentarios. Después de casi pelearse con Tetsuya sobre quien cocinaba mejor ya nada le sorprendía.

Notando la ausencia de alguien volteó al pasillo.

—¿Y Yoshiki?

Al mismo tiempo que preguntaba, pasos se escucharon en el pasillo y un joven de doce años se asomó por el umbral de la cocina. Yoshiki sostenía un balón de baloncesto y su bolso deportivo por encima del hombro.

Agosto de MPREG [AoSaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora