El bar de la esquina [+18]

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(SARA POV)

"Te prometo que voy a estar bien."

Esas eran las últimas palabras de Laura antes de despedirse. Desde luego en aquel piso gusta el drama.

Sara trata de no pensar en lo que acaba de suceder y se centra en recoger bien cocina y salón. No quiere pensar en nada más que en la letra de la cancioncita de marras, que suena una y otra vez en bucle.

Pasa frente al espejo de pie del salón, en el que se ha hecho una foto para dejar inmortalizado su outfit y que ha mandado a su madre, la cual solo tiene palabras bonitas para ella, y se dispone a salir al bar de abajo para contarle sus penas a Esther, la dueña del local, y con un poco de suerte encontrarse con Luis, el cual siempre frecuenta ese sitio, según él porque le encanta, según Laura porque está coladito por Sara, con la que se ha enrollado un par de veces. Es un chaval majo, eso no se puede negar, pero nunca han tenido una cita de verdad. Podría decirse que solo se han visto de noche, y ya se sabe de noche como son todos los gatos...

Sara piensa que ojalá esté Esther hoy trabajando y pueda contarle sus penas. La verdad. Esta noche tiene pinta de ser de esas que prometen mucho y cumplen poco. Por suerte, no puede estar más equivocada.

Pulsa el botón del ascensor, aunque viviendo en el tercero de los seis pisos del edificio no sería necesario. La cuestión es, ¿las escaleras tienen espejo? ¿Ah? Está ya revisando un reels que tiene guardado de Instagram, donde una chica polaca explica cómo hacerte el selfie perfecto en el ascensor, cuando se da cuenta de lo cegadora que es la luz y lo mucho que destaca sus ojeras. Observarse muy de cerca es una cosa a la que está tan acostumbrada que, por eso, en cuanto las puertas se abren, no presta atención a la planta en la que está. Tampoco presta atención a que una persona está allí plantada, esperando, y se tropieza con ella sin querer.

—¡Perdona! —Sigue caminando y se da cuenta de que en ese piso solo hay puertas y no portal, solo para darse cuenta de que está en el sexto.—Eh, ¡espera! —Las puertas parecen cerrarse pero se reabren gracias al chico, el cual sonríe mientras mantiene pulsado el botón.—Muchas gracias, ¿vives aquí? —Asiente.—Ah, nunca habíamos coincidido. Mi nombre es Sara.

—Ricardo, encantado. —El chico da dos besos a Sara mientras las puertas se abren, aunque indican que están en el tercero. Nada funciona peor que los botones de los ascensores. A Sara de repente se le cruza el cable, como ocurre siempre, en tanto que su vena autodestructiva necesita el contacto de los demás cuando las cosas no van bien. Y esa noche, más que nunca, necesita no pensar.

—Encantada Ricardo, pero ¿por qué no me das un beso en lugar de dos? —Ricardo sonríe y, cuando Sara está ya maldiciendo internamente y queriendo morir, el chico acerca sus labios a ella mientras la agarra de la cintura. Besa bien. Podríamos decir, un 7.

El ascensor llega al 0 y Ricardo, rápido, vuelve a pulsar al 6 mientras enreda su mano libre en el pelo de Sara, que suelta un gemidito ante el morbo de la situación y la proximidad del chico, el cual se acerca un poco más a ella y le da un leve empujoncito hacia la pared del ascensor.

—¿Quieres subir a mi casa? —Le susurra él al oído, bajando sus labios hacia su cuello y llegando hacia la clavícula. Sara quiere decir que sí, pero de pronto las puertas se abren en el 6 y el sentido común vuelve a ella. No conoce a ese tipo de nada, no sabe quién es ni de dónde sale y desde luego no le apetece descubrir si de repente es un asesino en serie. Tampoco le apetece que vaya a casa, ya que después de todo el drama solo falta que ella ligue para que encima Ana tenga más que decir. Entonces su mente le manda un flash de un encuentro de hace un par de semanas. Con Luis, como no. En el cuarto de contadores.

La sonrisa de Sara se enciende, se pone delante del tal Ricardo divertida, evitando que salga del ascensor, y pulsa el botón del cierre de puertas. Luego pulsa el botón del 0 de nuevo, lo que hace que Ricardo le agarre de los brazos y se separe de ella. Pero Sara no pierde la sonrisa, tratando de sonar lo más seductora posible.

Noche de enredos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora