La escena del crimen [+18]

7 0 0
                                    

(ANA POV)

Ana siente que por fin tiene la sartén por el mango en algo en su vida, podría decirse que casi literalmente. Tumbada en el sofá, retando a los dos chicos con la mirada, expectante de lo que va a pasar.

Luis toma la delantera, acercándose Ana y poniéndose sobre ella, mientras besa sus labios al tiempo que sujeta su polla con una de sus manos y se la acerca. Ana empieza a temblar un poco por el placer. Pronto Jorge se acerca también, aparta levemente a su amigo y comienza a chuparle el pezón derecho, imitado pronto por Luis. Ambos chupan los pezones de Ana, que gime de placer, cerrando los ojos y dejándose llevar, mientras siente dos pares de manos acariciando todo su cuerpo, haciéndole cosquillas en su vientre, en su pubis. Se siente que va a estallar.

Luis pide a su amigo que pare y voltea a Ana, de modo que ella le da la espalda, pegando su cuerpo al de ella, quien siente su erección. Le pregunta al oído si está lista y ella responde que sí, dejándose hacer. Podría irse en cualquier momento. La anticipación vibra en su vientre, ansiosa. Él le pide que se ponga a cuatro patas sobre el sofá, se chupa uno de sus dedos y lo introduce en la vagina de ella, desde detrás. Lo mueve poco a poco, sintiendo la humedad de ella, y cuando siente que comienza a mojarse más sube de intensidad, arrancando un gemido de placer de ella. Jorge se pone en el otro lado y la coge de frente por las axilas, obligándola a incorporarse, mientras la besa en la boca, en el cuello, en el pecho. Ana no deja de gemir, mientras decide agarrar el pene de Jorge y empezar a masturbarle. Jorge está muy bien dotado, y como eso la excita, decide que quiere hacerle una mamada y se vuelve a incorporar para poder chupársela, ante lo que Jorge reacciona con un pequeño gruñido, mientras la observa y la ayuda con su propia mano, siguiendo su ritmo. 

Ana entonces le muerde un poco sin querer ante la embestida que siente de repente y mira para atrás, sintiendo que Luis acaba de meterse dentro de ella, preguntándole con la mirada si quiere que siga. Ella se estremece al ser consciente de lo que va a suceder y asiente, volviendo su atención hacia Jorge, lamiendo la punta de su pene mientras él se lo ofrece. 

Pronto Luis coge carrerilla y ella gime ante tal intensidad. Nunca se había sentido tan llena como en aquel momento. Luis marca el ritmo, con las manos en sus caderas, mientras se va introduciendo fuerte pero con lentitud, estocada a estocada, y Jorge decide sacar su pene de la boca de Ana y se lo restriega por la cara, mientras ella lo lame con su lengua. Ana siente que se va a ir en cualquier momento.

Luis agarra a Ana del pelo y la tira hacia atrás y comienza a subir de velocidad, en la posición perfecta para que Jorge vuelva a meter su polla en su boca, los tres bailando la misma danza, al mismo son.

Luis acelera y ante los gemidos de Ana, cada vez más intensos, le pide que aguante, que ya está casi listo. Ella nunca se había sentido así en su vida, siente que un maremoto la recorre por dentro. Se siente mojada y libre. Acelerada. Trata de aguantar como Luis le ha pedido, pero cuando parece que puede hacerlo, él introduce ligeramente un dedo en el orificio de atrás, sin llegar a meterlo, y ella gime de placer, yéndose, mientras Luis sale de ella y se corre también.

Jorge pregunta a Ana si le ayuda a terminar a él también, pero ella sonríe y se va a una de las habitaciones. Vuelve con un poco de lubricante, que ofrece a un Jorge confuso, que lo acepta, y le dice que le ayude a echárselo mientras se sienta sobre él, dándole pequeños mordiscos en su oreja.

Él vierte un poco en el índice, acaricia su ano e introduce un dedo lubricado mientras ella gime de placer. Se ve que sabe lo que hace. Se deja hacer mientras él entra y sale de ella una y otra vez. Siente los pezones tan duros que rozan el pecho desnudo de Jorge.

Sin embargo, Ana dice que no, que era para el otro lado. Él se limpia y vuelve a introducir un dedo en ella, que gime suave, aunque aclara que es porque se acaba de correr, que necesita un rato para reponerse, pero que no pare, que lo desea. Después de ver lo que tiene para ofrecer no se lo quiere perder. 

Las caricias de Jorge son más tímidas e inexpertas que las de Luis, pero su cercanía y el tamaño de su miembro, los besos que le da en el cuello, su aliento, hacen que pronto Ana se sienta húmeda de nuevo. Jorge pronto coge confianza y la sienta a horcajadas, mordiendo sus pezones, de los que tira levemente antes de que se escapen de su boca. Entonces Ana, impaciente, comienza a mover su cadera sobre él, buscando su propio placer. Él la para e introduce su pene en ella, despacio, aunque cuando por fin son solo uno ella comienza a bailar una danza de golpes secos y rápidos  mientras él no para de decir lo mucho que le gusta aquello, mordiendo sus pechos, su clavícula, su cuello. Ana se deja ir por completo. Se arquea hacia atrás para permitir que él acceda a aquel punto en el que ella siente más placer. Jorge, sin embargo, entiende este gesto como una invitación y dobla el ritmo. Entonces, ella siente unas manos que acarician sus pechos desde detrás y la cercanía de un cuerpo. Es Luis, quien le susurra al oído que vuelva a correrse para ellos y desliza una de sus manos hacia su vientre, hacia abajo, buscando aquel punto de placer en ella.

Ana está a punto de explotar de nuevo ante el morbo que le produce estar entre dos hombres y los tres vuelven a moverse al unísono. Las estocadas de Jorge son bastante rítmicas, casi artificiales, se nota que no tiene mucha experiencia, y eso da hasta ternura a Ana, que apoya una mano en su hombro, pide a Luis que se aparte y a Jorge que levante ligeramente la cadera.

Entonces ella toma las riendas, acomodándose al pene de Jorge poco a poco hasta que este roza su zona de mayor placer, y cuando siente que se va a ir se deja libremente, moviéndose con rapidez, ante la asombrada mirada de los dos hombres y sobre todo de Jorge, que le da una pequeña cachetada tratando de aliviar placer y contenerse, mordiéndola donde alcanza, ante la mirada divertida de ella, que mete un dedo en la boca que Jorge muerde con fuerza justo antes de irse los dos, ella un poco después que el, mientras permanece en su interior. Ana se siente pletórica. Desde luego, nunca hubiese hecho nada de eso con Ernesto.

Deja que la danza termine poco a poco y se apoya sobre el sofá, todavía encima de Jorge. Luis se deja caer también sobre ella. Aquel momento casi íntimo le llega también muy adentro. Quizá estaba equivocada al seguir en una relación que no le dejaba crecer, experimentar cosas nuevas como aquellas.

Aunque le da apuro romper el momento, recuerda que la salud es lo primero y se levanta y se va al baño.

Cuando vuelven los dos chicos charlan alegres en la cocina mientras se sirven de la botella que Ana había dejado fuera. De repente siente que está invadida su casa. ¿Qué hace ella aquí? ¿Con esta gente? La culpa invade de repente su interior.

Está pensando en la forma de largarlos cuando Luis, con excusas, se despide de los dos, con dos besos, aunque su cara es un poema, en cierto modo, y huye rápido y veloz de la escena del crimen.

Así que la ha dejado sola ante el peligro, a ella y a su amigo, que no parece tener ninguna intención de irse. Bueno, pues si se quiere quedar, que se quede, allá él.

Ella se dedicará simplemente a ignorarle hasta que pille la indirecta. Coge la botella de agua y bebe a morro y él la abraza y la besa en el pelo. Pero ella se zafa y se va de vuelta al baño. Pronto el agua de ducha comienza a correr.

Y Jorge considera aquello como una mera invitación...

Noche de enredos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora