Noche de enredos [+18]

Una Rita, dos caras

(RITA POV)

"Eres preciosa Sara"

Rita aún siente en su boca la dulzura de Sara cuando el sonido del teléfono rompe el hechizo por un instante. Ambas amigas se separaron varios metros, como si de pronto hubiesen sido descubiertas, aunque Laura seguía fiel a sus 3 tonos y colgar. Y Rita sospechaba también dónde.

Ambas vuelven a la realidad de aquella noche con brusquedad, a los planes inconclusos y al ritmo que marcaba la noche. Incluso las estrellas parecieron fluctuar una milésima de segundo, como si hubiesen pestañeado después de un rato expectantes. 

La mente de Rita no es capaz de pensar con claridad. Todo le daba vueltas y vueltas. Las acciones de la noche también se le atropellaban. Habían bailado tan pegadas, Sara parecía tan feliz en el bar, tan despreocupada...igual que antaño. ¿Cómo no iba a besarla? Es que tenía que besarla. La había besado a su amiga sin pensar ni un segundo en las consecuencias. La había besado, ella. Pero...

Una figura menuda se acerca a ellas a toda velocidad. Al principio no la reconoció. Pero cuando le cruzó la cara, lo entendió todo.

—Lo sabía. Es que lo sabía.

Rita se pone de pie. No sabe quien de las dos dijo que no era lo que parecía. O quizá solo lo pensó. O quizá ambas lo pensaron y estaban tan conectadas que se leyeron mutuamente las mentes. Se esfuerza horrores por no mirar a Sara.

—Sonia, ¿qué haces aquí? —pregunta, tratando de mantener la calma.

—¿Qué estoy haciendo aquí? —repite Sonia, con la voz temblando de rabia—. ¿Qué estás haciendo tú, debería preguntar? Aunque no sé ya de qué me sorprendo...—Sonia se acerca a Rita y se pone de puntillas, inclinándose sobre ella.—Apestas a alcohol.

—Se supone que te ibas a casa. 

—Y tú se supone que ibas a consolar a tu amiga Ana, a la que te recuerdo que esta persona ha engañado una vez más. Pero es que ya no sé de qué me sorprendo.—Sara abre la boca para decir algo, pero Sonia no la deja acabar.—Estarás contenta, ¿no? Ya tienes lo que querías. Ana tenía razón todo el rato. Anda que no lo ha dicho veces. Y me lo advirtió. Me advirtió que esto acabaría pasando. No sabes querer, Sara, solo sabes desear lo que los demás tienen. Y cuando lo consigues, pues a otra cosa. ¿De verdad que tu ego es tan grande que solo se puede alimentar a base de lo que queremos los demás? ¿De pisotearnos?.—Sara siente como la rabia le sube a las mejillas, pero aprieta los puños y se queda quieta. Rita se acerca a ella y deja su mano posada en su hombro, preocupada. Aquellas palabras surgían de la rabia y temía que ambas chicas se pusieran a discutir. Pero Sonia simplemente rompe a reír y coge a su acompañante del brazo.—Siempre he querido ser tú, Sara. No por nada, ¿eh? No sé si hay algo que quiera de ti. Nunca entendí por qué Rita estaba fascinada contigo. Siempre hablando de ti, siempre contigo. Siempre quise ser yo quien llenase sus pensamientos, a quien admirase, a quien quisiese.

—Pero yo te admiro, Sonia. Si no, no estaría contigo. No te haría pasar por esto.

—Pero lo has hecho—Ambas se miraron. Rita está totalmente paralizada. Por un lado quería cubrir la distancia que las separaba y besarla y arreglar las cosas. Pero por otro lado...—No importa, no tenemos que hablar de esto ahora. Pero estoy harta de ser el segundo plato.

—No eres...

—No he terminado. ¿Sabes lo que se siente pensando una y otra vez que no tienes razón? ¿Sentir que algo está mal en ti por tener celos de la mejor amiga de mi novia? Mi novia. Sí. La mía. Y me da igual usar un pronombre posesivo. Una y otra vez dándole vueltas y tratando de justificarte. Y mira, está claro que ojo de loca...—Sonia rompe a llorar y Rita no puede más y se acerca a ella para tratar de consolarla, posando una mano en su mejilla.