Capítulo VI: Gran ser humano.

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。 Sofía:

Felipe: Ya no sé qué hacer con esa niña, Dios   —expresó con frustración, dejando caer sus manos sobre sus muslos—. Entiendo que para ella sea difícil todo esto, para todos lo es, pero eso no le da derecho de ser tan irrespetuosa, madre mía —estrujó su rostro—.

Letizia: Dejémosle un momento a solas. Es adolescente, es normal que tenga ese tipo de comportamiento —acarició con suavidad la nuca de mi padre—.

Felipe: Leonor tiene su edad, y ella no se comporta de esa manera —dirige su vista a la mencionada y acaricia una de sus manos—. Eres una excelente niña —dice con suavidad, haciéndola sonreír—.

Sofía: Iré a ver a Aurora —digo, y me levanto de la mesa con la intención de ir a las habitaciones—.

Felipe: Obedece a tu madre Sofía, dejémosle un momento a solas —mi mira seriamente—.

Sofía: A Aurora jamás le ha gustado estar sola        —confieso con seguridad, para luego comenzar a caminar a la salida del restaurante—.

¿Cómo sabía que a Aurora no le gustaba estar sola? Porque un día la había escuchado hablar con una foto de sus padres, y les decía que se sentía muy sola, y que estar sola era de las peores sensaciones de su vida.

Aurora y yo no teníamos la mejor relación, pero entre mi hermana y mis padres, conmigo era con la que se la llevaba mejor. Tal vez por mi edad y por mi posición de Infanta, entendía a Aurora. Debe ser horrible perder a tus padres el día de tu cumpleaños, y cuando apenas eras una niña de 11 años.

Y digo que la entendía desde mi posición de Infanta, porque ambas lo éramos y en los eventos, tanto fuera como dentro del Palacio, siempre nos sentaban en el mismo lugar y nos trataban de la misma manera.

Luego de descender del ascensor, toqué a su puerta innumerables veces, pero no obtuve respuesta alguna. Sabía que no estaba allí, porque de haber estado y no haber querido  abrir, me hubiese dicho por lo menos  "quiero privacidad".

Marqué a su teléfono un par de veces, pero en ninguna de ellas me cogió la llamada, por lo que comencé a desesperarme. Pensé en ir donde mis padres y decirles que Aurora no estaba en su habitación, pero eso solo empeoraría las cosas, por lo que no lo hice.

Sofía: Dios mío Aurora, dónde estás muj--... —me corté—.

"...Me encantaría poder ir de noche al mar.", Recordé las palabras que había dicho minutos antes en la mesa.

¡Claro, el mar!

Sofía: Cómo no lo pensé antes —digo con una sonrisa, para luego salir corriendo al ascensor—.

。 Aurora:

Antes sus palabras, solo guardé silencio y lo miré a los ojos con mucha culpa reflejado en ellos.

Aurora: A nadie le importa cómo me siento —me solté de su agarre, y seguí caminando—.

Sabía que si seguía agarrada de su mano, sacaría ante él a la niña herida que llevo dentro.

Héctor: Tus sentimientos importan, y debes demostrarlos justo en el momento en que los sientas.

Paré de caminar, y me giré a él para mirarlo.

Aurora: Suena fácil, pero no lo es —digo con serenidad,  pero sintiendo un nudo en el estómago que me dificultaba respirar con normalidad—.

Él no dijo nada, solo se acercó a mí y me abrazó. El sentir su cuerpo un poco junto al mío me hizo sentir una especie de protección, además de que su olor era delicioso. Era un olor delicado, muy suave, que solo lo podías percibir si estabas a pocos centímetros de él. Me abrazó muy delicadamente, casi sin tocarme, solo posicionando un poco su mentón en mi hombro, y una de sus manos en la mitad de mi espalda.

Leyes de Murphy [Héctor Fort] (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora