Capítulo II: Ojos profundos.

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• 1 de junio de 2024 •

Leonor: Aurora, apresúrate que se nos hace tarde —dice impaciente desde el coche—.

Aurora: Ya voy, ya estoy aquí —digo con la respiración un poco agitada, al correr desde la puerta hasta el coche, para luego entrar en éste—. Vale, que no pasará nada si llegamos unos minutos tarde —digo despreocupada—.

Leonor: Soy amante de la puntualidad —dice en su rol de princesa intachable, haciéndome soltar un bufido de disgusto—.

Aurora: Que cansona —murmuré mirando por la ventana, cuando el auto se puso en movimiento—.

Leonor: Fingiré que no escuché lo que dijiste.

Al escuchar sus palabras, inconscientemente solté una leve sonrisa de lado.

El día estaba nublado, por lo que me decidí a bajar la ventana del coche, permitiendo así que el frío viento chocara en mi rosto suavemente, haciéndome sonreír.

Leonor: Sube la ventana, nos podemos resfriar Aurora —dice con incomodidad—.

Aurora: ¿Nunca te han enseñado la belleza de los días nublados? —la miro incrédula—. Aunque el día esté gris, él tiene su propio encanto —digo con una sonrisa, volviendo mi mirada a la ventana—.

Leonor: A veces dudo que tengas 18 años —dice con una leve risita, negando con la cabeza—.

[...]

Leonor: Al terminar las clases, te estaré esperando en el jardín principal para irnos a casa —dice, mientras caminábamos por los pasillos de la universidad—.

Aurora: Vale,  nos vemos luego —digo, y al llegar a una esquina, nos separamos para cada una ir a su clase—.

X: Hola Aury —me saludó alegremente, al verme entrar al aula de clases—.

Aury: Luci, qué tal —digo al estar lo suficientemente cerca de ella, y poder saludarla con un abrazo—.

Lucía del Pino Calvo Sotelo, la hija menor del gran empresario español Rafael del Pino, era mi mejor amiga y compañera de estudio. A pesar de su gran renombre al ser parte de una de las familias más poderosas y ricas del continente, era una persona bastante sencilla que no se dejaba impresionar por los títulos o posiciones sociales.

De allí que yo la llamase mi mejor amiga, ya que al ser bastante parecidas en muchas cosas, conectamos al instante de habernos conocido.

Lucía: Que bueno que ya estamos a nada de irnos de vacaciones de verano, estoy agotadísima —suspiró pesadamente, sacándome una sonrisa cerrada—.

Aurora: Pues yo no puedo decir lo mismo, ya que mis vacaciones serán clases de francés de manera intensiva —de solo pensarlo ya me cansaba—.

Lucía: Que mal tía —dice con tristeza—. De verdad que no sé cómo haces para ser parte de la Realeza —lade la cabeza—.

Aurora: Ah sido más difícil de lo que pensaba, pero no puedo hacer nada más que resignarme y seguir los pasos de mis primas. Soy una Infanta y debo "comportarme como tal" —digo la última frase con una elegancia fingida, sacándole una risita a la pelinegra—.

Lucía: No puedo creer que seamos tan parecidas —dice con una enorme sonrisa, para luego abrazarme de lado—.

X: Buenos días jóvenes, por favor guardad silencio y sacad vuestros libros —fueron las primeras palabras del profesor al entrar—.

• Minutos después •

X: Eso es todo por hoy. Recordaros que mañana serán los exámenes finales para poder recibir vuestras vacaciones de verano. Venid preparados para la evaluación. Buenas tardes. —sin decir más, salió del aula, terminado así con todas las clases del día—.

Leyes de Murphy [Héctor Fort] (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora