Val estaba en su cuarto, envuelta en la penumbra que tanto le gustaba. El único punto de luz era la tenue lámpara en su mesita de noche, que proyectaba sombras largas y suaves por toda la habitación. Estaba tumbada en su cama, con su ropa oscura aún puesta, como si el día no hubiera terminado realmente para ella. En sus manos, sostenía el pequeño peluche de gato negro que había comprado durante su tarde con Riley.
Sus dedos pasaban una y otra vez por el suave pelaje del peluche, casi sin darse cuenta. Era una sensación reconfortante, un ancla en medio de la marea de pensamientos que se agitaban en su mente. Val no podía dejar de pensar en Riley. Había algo en esa chica que no podía sacarse de la cabeza, algo que la inquietaba y la atraía al mismo tiempo. Sin saber bien por qué, Val abrazó el peluche contra su pecho, cerrando los ojos mientras se recostaba en la cama.
Por un momento, se permitió imaginar que no era el peluche lo que abrazaba, sino a Riley. La idea le trajo una extraña paz, un calor que comenzó a extenderse por su cuerpo, llenando los rincones más oscuros de su mente. Podía casi sentir el suave aroma de Riley, esa fragancia dulce y ligera que tanto la había intrigado. Sus brazos la rodeaban, y la sensación era... agradable, casi demasiado. Pero justo cuando ese pensamiento empezaba a tomar forma, Val abrió los ojos de golpe, sorprendida por la dirección que habían tomado sus pensamientos.
"¿Qué demonios estoy haciendo?" se dijo a sí misma, con un tono de voz que pretendía sonar firme pero que en realidad estaba cargado de confusión. Intentó apartar el peluche de sí, como si hacerlo la alejara de lo que acababa de sentir, pero no lo soltó del todo. Trató de convencerse de que estaba siendo ridícula, que pensar en abrazar a Riley era demasiado cursi, algo que ella, Val, no debería permitirse.
Pero por mucho que lo intentara, no podía borrar la sensación de calidez que la idea le había dejado. Cerró los ojos de nuevo, deseando que la incomodidad la invadiera, que volviera esa frialdad familiar que siempre la protegía de sentir demasiado. Sin embargo, lo único que consiguió fue que la sonrisa boba que había aparecido en su rostro se hiciera más grande. Pensó en Riley, en cómo su mera presencia iluminaba cualquier lugar donde estuviera, en cómo su risa suave y contagiosa resonaba en sus oídos incluso cuando no estaba cerca. Y por primera vez, Val no se resistió. Simplemente, dejó que ese pensamiento la envolviera.
En su mente, comenzó a trazar el contorno del rostro de Riley, como si estuviera justo frente a ella. Su cabello rubio, suave y ondulado, caía con una naturalidad que siempre había admirado. Sus ojos, de un azul profundo, parecían brillar con una luz propia, llenos de vida y alegría. Val recordó lo bonitos que eran, cómo parecían reflejar cada emoción con una sinceridad que ella misma no sabía si podría alcanzar alguna vez.
"Es tan bonita..." pensó Val, sin darse cuenta de que sus pensamientos estaban tomando un rumbo que la hacía sentir más expuesta de lo que estaba acostumbrada. Pero no lo detuvo. De hecho, lo abrazó, dejándose llevar por la suavidad de la imagen de Riley en su mente. Su piel, siempre tan suave y clara, era un lienzo que Val había mirado más de lo que se atrevía a admitir. Y a pesar de su delgadez, que contrastaba con los estándares que la sociedad parecía imponer, a Val le parecía perfecta. Delicada, pero con una fuerza interna que la hacía única.
Sin poder evitarlo, Val comenzó a recordar los labios de Riley. Había algo en ellos que siempre la había intrigado, tal vez la forma en que se curvaban en una sonrisa o cómo brillaban sutilmente cuando Riley se los humedecía. Val se sorprendió a sí misma tocando sus propios labios, preguntándose cómo sería besar a Riley. La idea la dejó sin aliento por un momento, y su mente comenzó a vagar por ese territorio desconocido, uno que no sabía si quería explorar, pero que al mismo tiempo, no podía ignorar.
El pensamiento de besar a Riley la asustó un poco. No porque le resultara desagradable, sino todo lo contrario. Le parecía... demasiado tentador. Demasiado real. Val intentó convencerse de que debía sentirse asqueada, incómoda, algo que la alejara de esa idea. Pero la verdad era que, por mucho que lo intentara, no podía. No había asco, no había incomodidad, solo una creciente curiosidad y deseo de estar más cerca de ella.
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Un poco de color en mi vida (Riley x Valentina)
FanfictionValentina "Val" Ortiz, una chica de 17 años atrapada en un mundo de grises, vive su vida con una actitud cínica y desinteresada. Con su estilo oscuro y su visión pesimista, ha aprendido a mantenerse alejada de los demás para evitar decepciones. Pero...