Un poco de color en mi vida (Riley x Valentina)

Capitulo 10: Playa y Fotos

Val estaba tumbada en su cama, observando el techo de su habitación con expresión aburrida. Vestía una camiseta negra, holgada y desgastada, junto con unos pantalones cortos del mismo color. Era un día perezoso, uno de esos en los que Val prefería no hacer nada y simplemente disfrutar de la soledad en su refugio personal.

El sonido de su teléfono vibrando sobre la mesita de noche interrumpió su tranquilidad. Alargó la mano, tomando el dispositivo y viendo el nombre de Riley parpadeando en la pantalla. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios antes de responder.

-¿Qué pasa, Riley? -dijo Val con su tono característicamente calmado.

-¡Val! -exclamó Riley al otro lado de la línea, su voz rebosando de energía-¡Tengo una idea genial! ¿Por qué no vamos a la playa hoy? Hace un día precioso y pensé que sería divertido pasar el día juntas, nadar un poco, hacer castillos de arena, ¡y quizás ver el atardecer!

Val frunció el ceño ligeramente, sentándose en la cama mientras procesaba la propuesta. La idea de ir a la playa no le entusiasmaba en lo más mínimo. El sol abrasador, la arena caliente, y sobre todo, la multitud de personas... No era su tipo de plan ideal.

-No creo que sea una buena idea, Riley -respondió Val, intentando sonar firme pero sin querer decepcionarla- No me gusta la playa. El sol, la arena, la cantidad de gente... Es demasiado. Prefiero quedarme aquí en casa, tranquila.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, y Val pudo imaginarse la expresión decepcionada de Riley. Justo cuando estaba a punto de sugerir hacer algo diferente, la voz de Riley se hizo escuchar de nuevo, pero esta vez con un tono suplicante.

-Por favor, Val... -dijo Riley, alargando la palabra como si estuviera a punto de suplicar-¡Por favor, ven conmigo! Sé que no te gusta la playa, pero prometo que nos vamos a divertir. Además, estaré contigo todo el tiempo, no habrá nada de qué preocuparse.

Val suspiró, sintiendo cómo su determinación se desvanecía al escuchar el tono desesperado de Riley. Era difícil decirle que no, especialmente cuando usaba ese tono tan dulce y convincente. Después de todo, Riley siempre encontraba la manera de derretir su corazón, incluso cuando Val intentaba mantener su fachada dura.

-Está bien... -cedió finalmente, aunque con cierto recelo en su voz- Pero solo porque tú lo estás pidiendo.

-¡Sí! -gritó Riley, tan emocionada que Val pudo imaginarla saltando de alegría- No te arrepentirás, Val. ¡Te lo prometo! Voy a ir a recogerte en una hora, así que prepárate. ¡Va a ser un día increíble!

Val asintió, aunque sabía que Riley no podía verla. Después de despedirse, dejó el teléfono a un lado y se levantó de la cama, mirando hacia su armario con una expresión resignada. ¿Qué se supone que debía ponerse para la playa? No tenía un vestuario ideal para un día soleado en la arena. Pero también sabía que Riley estaría vistiendo algo adorable y colorido, como siempre, y eso le arrancó una pequeña sonrisa mientras rebuscaba entre su ropa.

Finalmente, optó por un conjunto que combinara su estilo con la necesidad de soportar el calor del sol. Se decidió por un top negro sin mangas que dejaba al descubierto sus hombros y una falda corta de mezclilla oscura que caía hasta la mitad de sus muslos. Para completar el look, se puso unas medias de red que se extendían hasta sus botas negras, que probablemente no eran las más prácticas para la playa, pero Val no podía resistirse a usarlas. Sabía que su estilo contrastaría fuertemente con el entorno playero, pero eso no le importaba en absoluto.

Cuando escuchó el timbre de su puerta, Val se acercó y la abrió para encontrarse con Riley, quien, como había anticipado, estaba radiante de felicidad. Riley llevaba un vestido veraniego de color amarillo brillante, con finos tirantes y un estampado de pequeñas flores blancas. Sus pies estaban calzados con sandalias a juego, y llevaba un sombrero de paja que la hacía ver aún más adorable. Su cabello rubio estaba recogido en una coleta alta, dejando que algunos mechones cayeran suavemente sobre su rostro.