Capítulo 2

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                                 Chloe.

La mañana en la oficina ha transcurrido con ajetreo y estrés. Rebusco en los papeles desperdigados en el escritorio el documento que necesito llevarle a Harrington para que los firme.
Me quedo inmersa en el trabajo, mis dedos se mueven con agilidad sobre el teclado holográfico mientras reviso los informes de producción que destilan cifras y gráficos sobre el rendimiento de la última quincena. La complejidad de los datos es absorbente, y la tranquilidad en la oficina solo potencia mi concentración.

Mi celular no dejaba de sonar llenando la bandeja de llamadas y mensajes de Dereck, así que opté por apagarlo no sin antes enviarle a Lucas la dirección de mi departamento para vernos más tarde.

Pensar en Smith me remueve el estómago. No tengo tiempo ni mente para él.

Encuentro el documento con los datos del proyecto y me apresuro a agregar últimos detalles a la base de datos.

Escucho una discusión afuera, logro distinguir la voz de mi secretaria y una más que me resuelta familiar, no le presto atención y continuó en lo mío.

La puerta se abre de par en par haciéndome dar un respingo, levando la cabeza ofuscada aún con la mente atrapada en las cifras que estaba revisando para encontrar a una Samantha asustada que se aferrada a la perilla como si la vida misma dependiera de ello. El visible contraste entre el orden impecable, la tranquilidad serena de la oficina y el desastre personificado de mi secretaria me deja perpleja.

Alzo las cejas mirándole el cabello rubio platino enmarañado, mechones sueltos le cuelgan en la frente mientras trata de cerrar la puerta con el peso de su cuerpo. Su respiración es agitada y pequeñas gotas de sudor le recorren el rostro, evidenciando su reciente maratón.

—Señorita Russell. Lo siento mucho —jadea intentando formar una sonrisa profesional que termina pareciendo más una mueca de exasperación—. La... la mujer rubia... insistió en que no hacía falta anunciarla y tuve que correr por las escaleras porque me cerró el elevador en la cara, no pensé que fuera tan rápida. Puedo llamar a seguridad si usted....

—Samantha. Cálmate —la tranquilizo levantándome—, ¿Quién es y por qué no quería ser anunciada? —cuestiono temiendo que los padres de Dereck se hayan presentado a hacerme un alboroto aquí.

—¡Suéltame grandulón! ¡Hey, ven para acá niño! —el griterío de afuera llama mi atención y seguido del regaño una risa infantil que recuerdo perfectamente se burla de su madre.

No puedo ver nada desde mi posición ni por la forma en que mi secretaria mira aterrada hacia afuera bloqueando la entrada con su cuerpo.

—Señorita... Yo, estaba llegando a la empresa y... —habla tratando de recuperar el aliento— Ella llegó, me presenté como su secretaria y le insistí en que no podía subir sin que yo la anunciara, pero tuve que correr... Dios, no siento mis pies —se lamenta mirando aterrada hacia atrás.

—Tranquila, debe ser...

—¡Es que yo no necesito que me anuncien! —Lourdes Hoffman aparta sutilmente el brazo de Williams de la puerta y me sonríe abiertamente.

—Una disculpa querida, no fue personal —se dirige a Samantha quien la mira con los ojos muy abiertos.

Entra con una gracia que contrasta con el desastre que había precedido su llegada. Sonrío de vuelta observándola abrir los brazos y dando una vuelta para mostrarme el traje morado que trae. Luce impecable con el cabello recogido meticulosamente en un moño perfecto que no deja un solo mechón por fuera, un maquillaje sutil aplicado con maestría que resalta sus rasgos.

Apoteósico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora