Capítulo 23

26 3 0
                                    

Chloe.

—¿Todo listo?

Lucas asiente ante la pregunta de Adam, desplazándose con rapidez mientras ultiman los detalles del rescate de Alice. Sus movimientos son precisos, como si cada paso que da fuera parte de una coreografía bien ensayada. Adam, por otro lado, lo observa con su usual mirada gélida, su imponente figura erguida al mando de la operación. No había margen de error, no esta vez.

Yo, por mi parte, observo desde un rincón de la sala, sintiendo la frustración bullir bajo mi piel. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Pasar de ser una niñera tranquila y pensar que podría asumir el control de la empresa familiar, a verme atrapada en este caos. Casada con un alemán de más de metro noventa que me saca de quicio constantemente, con sus ojos azules penetrantes y su actitud autoritaria. ¿Cómo había terminado renunciando al control sobre mi vida para estar atrapada en un penthouse de lujo? Todo porque el señor humildad cree que puede retenerme, usándome como una herramienta en su maquiavélico plan.

Esto era una maldita locura.

—Andando —ordena con esa voz profunda que me hace rechinar los dientes.

Mi mirada se cruza con la suya y lo odio. Lo odio más de lo que creía posible. Él es la razón de mi encarcelamiento, y sin embargo, también es quien tiene la llave para liberar a Alice. Esa dicotomía me desconcierta, me llena de una rabia sorda que apenas logro controlar. No voy a gritarle. Me muerdo la lengua para evitar que las palabras cargadas de veneno escapen. Debo mantener la calma.

Adam se detiene frente a mí, evaluándome con esos malditos ojos fríos. Hay una advertencia implícita en su mirada: "No hagas ninguna tontería". La sospecha constante que me tiene me irrita profundamente, pero no hay tiempo para enfrentamientos ahora.

—Dejaré a Zack y a su grupo aquí contigo —dice, como si estuviera haciendo un favor—. No quiero que te metas en problemas.

Mi sangre hierve. Es un recordatorio de que él tiene el control, de que me considera una simple pieza en su tablero de ajedrez. Estoy a punto de replicar, pero antes de que pueda, Lucas se acerca a mí. Mi hermano, mi ancla en medio de este caos. Su presencia siempre me da paz.

Me envuelve en un abrazo cálido, y por un momento, el mundo exterior desaparece. El familiar aroma a cuero y madera que siempre le acompaña me transporta a tiempos más sencillos, más seguros. Me relajo en sus brazos, sintiendo su cercanía como un bálsamo para mi alma agitada. Besando mi cabeza, Lucas se inclina hacia mí, sus ojos verdes, siempre tan llenos de vida, ahora cargados de determinación.

—Tráelas de vuelta —susurro, separándome lentamente del abrazo. Algo en mi interior me dice que Alice lleva una niña en su vientre. Es un presentimiento inexplicable, pero lo siento con una certeza abrumadora. Lucas lo sabe también, lo veo en sus ojos.

—Lo haré —responde con seguridad, su mirada firme. Ambos compartimos ese pensamiento. Lucas va a traer de vuelta a Alice y a su hija. Mi sobrina.

Adam se me acerca una última vez, receloso. Él no confía en mí, y eso es algo mutuo. Nuestras miradas chocan una vez más, no tengo tiempo para más confrontaciones. Me doy la vuelta con brusquedad, pasando junto a los hombres que custodian la puerta, y me encierro en la habitación de Adam, sintiendo su mirada sobre mí hasta el último segundo.

Una vez dentro, empiezo a caminar en círculos. Mi brazo cruza mi abdomen mientras la otra mano juguetea nerviosamente con la uña de mi pulgar.

Necesito un plan. Algo que me permita salir de aquí y ayudar a Alice.

«¿Qué haré?», pienso mientras sigo caminando de un lado a otro. «¿Cómo saldré de aquí?»

Me acerco a la ventana y observo el exterior. Mi mente evalúa la distancia entre el balcón y el suelo.

Apoteósico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora