Capítulo 17

21 3 0
                                    

                                      Chloe.

No puedo evitarlo.

Siento que la presión en mi pecho crece como una masa oscura que me ahoga lentamente. Cada respiración se siente forzada, como si necesitara más aire de lo que soy capaz de inhalar. Trato de enfocarme en los pequeños detalles mientras me termino de arreglar frente al espejo, pero es inútil. Mi reflejo me devuelve una mirada que no reconozco.

Él tenía razón.

Detesto admitirlo, pero sí, el cabrón lo había logrado. Se había metido en mi vida, y de una manera que jamás imaginé posible. Adam Hoffman se ha convertido en una tormenta silenciosa, siempre presente, siempre al acecho. Y aunque lo detesto con cada fibra de mi ser, hay algo más. Algo que me carcome por dentro, un sentimiento opresivo, nauseabundo y volátil. Ese deseo latente que no puedo reprimir, por mucho que intente. Cada mirada, cada palabra afilada que nos lanzamos, solo aviva ese fuego que me niego a aceptar.

Maldición. No puedo dejar de pensar en él, en cómo lo detesto y cómo su presencia despierta en mí una atracción que no puedo evadir más. Estoy cansada de luchar contra esto.

Me miro de nuevo en el espejo, ajustando el vestido de seda rojo que acaricia mis curvas con una precisión casi insultante. El escote en V insinúa lo suficiente sin ser vulgar, y la abertura en la espalda deja una parte de mi piel al descubierto, justo la dosis perfecta de sensualidad. Mi cabello cae suelto por mi espalda, brillando bajo las luces tenues del apartamento, y el maquillaje es apenas suficiente para resaltar lo que necesito destacar. Estoy lista.

Respiro hondo mientras dejo el lápiz labial sobre la mesa. He evadido a Adam todo el día. Lo he ignorado en la oficina, me he escabullido en cada oportunidad. Pero sabía que esto llegaría, y ahora que estoy aquí, que me preparo para enfrentarle una vez más, el peso en mi pecho se intensifica.

El teléfono suena con el nombre de Lucas en la pantalla, y mi corazón da un vuelco.

—¿Cómo van las cosas? —pregunto, mi voz más tranquila de lo que me siento. Escuchar la voz de mi hermano siempre tiene un efecto calmante sobre mí, pero esta vez sé que la situación es demasiado delicada como para relajarme del todo.

—Estoy en Londres —responde Lucas, su tono es frío, pero determinado—. He comenzado a mover hilos. No va a ser fácil, Chloe, pero te prometo que la voy a traer de vuelta. Alice regresará a mi lado —su voz se quiebra al decir su nombre.

Cierro los ojos un momento, el dolor de Lucas me atraviesa como una daga. Pienso en Alice, en todo lo que ella significaba para él y cómo su vida se ha desmoronado en un instante. Y en parte, por mi culpa. Porque estoy atrapada en esta red en la que Adam y Andrei nos tienen a ambos. No puedo evitar sentir una responsabilidad aplastante.

—Lo sé, Lucas. Haz lo que tengas que hacer —murmuro, deseando poder estar a su lado, ayudarle de alguna manera—. Solo cuídate.

—Siempre lo hago. Mantente alejada de Hoffman —añade antes de colgar.

Mantente alejada de Hoffman. Las palabras de Lucas retumban en mi cabeza, pero él no entiende lo complicado que es todo esto. No puede entender cómo la vida parece haberme atrapado en una telaraña de la que no puedo escapar. Porque no es solo cuestión de mantenerme alejada. No puedo, aunque lo intente. Adam es como un imán que me atrae sin remedio.

Un claxon frenético suena abajo, arrancándome de mis pensamientos. Adam. No necesito asomarme para saber que es él. El maldito siempre hace lo mismo. Resoplo, recogiendo mi bolso y bajando las escaleras con rapidez. Los tacones resuenan con fuerza sobre el suelo de mármol mientras me acerco al coche de Adam y, sin molestarse en abrir la puerta para mí, simplemente me observa con esa media sonrisa que tan bien le queda. Abro la puerta de un tirón y me dejo caer en el asiento de un portazo.

Apoteósico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora