Capítulo 16

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Adam.

El eco de mis pasos resuena en el pasillo de la empresa mientras me dirijo hacia mi oficina, mis pensamientos aún enredados en la pelea que tuve con Chloe. Mi sangre aún hierve, y no sé si es por la adrenalina del combate o por el simple hecho de haberla visto tan cerca de quebrarse. Esa mirada en sus ojos esmeralda, la chispa de desesperación mezclada con rabia, es algo que no puedo sacar de mi cabeza. Es intoxicante. Y lo sabe.

Me estoy volviendo tan predecible con ella, que me enerva la sangre y me seca la garganta.

Justo cuando abro la puerta de mi oficina, una figura familiar aparece en mi campo de visión. Nolan Carson. Con su típico aire despreocupado, las manos en los bolsillos y una expresión que, sinceramente, quiero borrar de un puñetazo.

—Hermano, joder Adam —empieza, su tono lleno de burla contenida—. ¿De verdad? ¿Te metiste con mi mejor amiga?

Me detengo en seco, mi mirada fija en él. Sé exactamente de qué se va a tratar esta conversación. No hace falta ser un genio para saberlo.

—Sí, ¿y? —respondo, con ese tono frío y desinteresado que he perfeccionado a lo largo de los años. A estas alturas, nada me sorprende. Y menos Carson.

Nolan me observa por un momento, sacude la cabeza y suelta una risa sin humor.

—Te casaste con mi mejor amiga. Sin decirme nada —dice, pero hay una chispa de incredulidad en sus palabras, como si aún no pudiera procesar lo que pasó.

—¿Qué quieres que haga? —le contesto, cruzando los brazos y apoyándome contra el escritorio—. ¿Que te pida perdón?

Se queda en silencio un instante, sus ojos buscando los míos, esperando una señal de remordimiento. Pero lo que encuentra es exactamente lo que esperaba: nada.

—Eres un hijo de puta, hombre —murmura, aunque sin verdadera dureza. Más bien, parece divertido. Aunque no tanto como quisiera—. Sabía que te había gustado desde que viste su foto en...

Antes de que pueda continuar esa maldita frase, lo agarro por la camisa, apretando con fuerza. Mi mirada se encuentra con la suya, cortante como una daga.

—Cierra la boca —le advierto en voz baja, pero firme. No necesitamos a alguien escuchando en la oficina. Si bien Nolan es lo suficientemente estúpido como para no captar las señales, sabe cuando algo es serio.

—Tranquilo, hombre —responde levantando las manos en señal de paz, pero con una sonrisa burlona todavía dibujada en sus labios—. Nadie está escuchando, por si no te diste cuenta.

Lo suelto, empujándolo ligeramente hacia atrás. Carson se acomoda la camisa, ese gesto característico suyo de alguien a quien nunca le importa nada, pero que siempre sabe cuándo no cruzar la línea.

—Joder, Adam, eres tan malditamente tenso —dice entre risas—. Nunca cambias, ¿no? No me jodas, hombre, te casaste con Chloe. ¡Chloe! ¿Qué cojones pasa por tu cabeza?

Me paso una mano por el cabello, tratando de contener la irritación que me provoca. Nolan es el tipo de persona que puede sacarme de mis casillas en menos de cinco segundos, y lo sabe. Por eso es amigo de mi esposa, tienen la misma habilidad para hacerme enloquecer.

—Sabes perfectamente por qué lo hice —le respondo, manteniendo la calma superficial—. Todo esto tiene un propósito, Carson. No es como si estuviera jugando a las casitas.

Nolan levanta una ceja, escéptico, mientras se deja caer en una de las sillas frente a mi escritorio, estirando las piernas como si estuviera en su propio salón.

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