Capítulo 2: El viejo sabio

5 0 0
                                    


El viaje a Eldoria estuvo marcado por un misterioso silencio, como si el bosque en sí estuviera conteniendo la respiración con anticipación. Cuando Alaric, Thane y sus aliados elfos cruzaron el umbral del antiguo valle, se encontraron envueltos en un reino de magia antigua y misterio profundamente arraigado.

El valle de Eldoria era una extensión impresionante, su paisaje salpicado de imponentes árboles cuyas hojas brillaban como gemas preciosas. El aire era fresco y fresco, y el suelo estaba alfombrado con flores vibrantes y de otro mundo que pulsaban con suave luminiscencia. En medio de esta belleza mística se encontraba el majestuoso Templo de Eldoria, una gran estructura tallada en piedra viva y cubierta de intrincadas vides.

Kael y sus exploradores guiaron al grupo hasta la entrada del templo, donde un imponente arco, inscrito con runas antiguas, marcaba el umbral. Las runas brillaron débilmente, proyectando una luz etérea sobre la piedra.

"Esto es lo más lejos que podemos llegar", dijo Kael, su voz teñida de reverencia. "El santuario interior del templo está protegido por una poderosa magia. Solo aquellos con pura intención y un verdadero corazón pueden pasar".

Thane y Alaric asintieron, entendiendo la gravedad de su tarea. Con un último asentido de agradecimiento a Kael, se acercaron al arco. A medida que pasaban, la luz a su alrededor se intensificó, y estaban envueltos por un brillo cálido y dorado.

En el interior, el templo era una gran sala de columnas imponentes y arcos de barrido, bañados en una luz suave y dorada que parecía emanar de las propias paredes. El aire estaba lleno del débil olor del incienso y las flores en flor. En el otro extremo del pasillo, sentado en una plataforma elevada, había un anciano cubierto con túnicas de verde oscuro y dorado. Su larga barba blanca fluía hasta su pecho, y sus ojos, aunque viejos, eran afilados y claros, llenos de una sabiduría profunda y consciente.

"Eldrin", clamó Alaric, con su voz reverente y esperanzada.

El viejo sabio levantó la vista de su antiguo tomo y sonrió. "Bienvenidos, Alaric y Thane. He esperado tu llegada".

La presencia de Eldrin fue a la vez calmante y dominante. A medida que se levantaba para conocerlos, sus movimientos fueron elegantes y deliberados, reflejando toda una vida de conocimiento y experiencia. Hizo un gesto para que se presentaran y se sentaran en los cojines dispuestos alrededor de una mesa baja y circular adornada con patrones intrincados.

"He oído hablar de tu viaje y de las pruebas a las que te has enfrentado", comenzó Eldrin, su voz rica con el peso de los siglos. "El Cristal de la Eternidad es un poderoso artefacto, y la búsqueda de Malgor de él amenaza el tejido mismo de Eryndor".

Alaric respiró hondo. "Tenemos el mapa y el libro proporcionado por Eldrin. ¿Qué debemos hacer para localizar el cristal?"

Eldrin asintió con aprobación. "El mapa que posees no es más que una pieza del rompecabezas. El Cristal de la Eternidad se encuentra escondido en el corazón de las Cuevas de Cristal, un laberinto profundo de las montañas. Pero localizar las cavernas es solo el principio. Para recuperar el cristal, primero debes demostrar tu valía a través de pruebas de coraje, sabiduría y corazón".

Thane se inclinó hacia adelante, su expresión seria. "¿A qué tipo de pruebas se enfrentarán?"

Los ojos de Eldrin brillaban con el conocimiento antiguo. "Las pruebas están diseñadas para probar no solo la fuerza física, sino también la pureza del espíritu. Cada prueba reflejará un aspecto diferente del poder del cristal: luz, sombra y equilibrio. Solo aquellos que puedan superar estas pruebas serán considerados dignos del poder del cristal".

Luego produjo una pequeña caja ornamentada dentro de sus túnicas y la abrió para revelar un colgante brillante. "Este es el colgante de la guía. Te guiará a través de las Cuevas de Cristal y te protegerá de los encantos oscuros que lo protegen. Llévalo siempre."

La leyenda de EryndorWhere stories live. Discover now