Capítulo 10: La Oscuridad Comienza

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La noche después del sacrificio de Thane fue una de las más largas en la historia de Eryndor. La luna se escondió detrás de un velo de gruesas nubes, y las estrellas parecían haber abandonado el cielo por completo. Era como si el propio mundo estuviera de luto junto a Alaric y sus compañeros. El bosque, una vez vibrante con vida, ahora se sentía asfixiado por un peso inaímino, sus antiguos árboles se inclinaban bajo la carga de una tormenta que se acumulaba.

A medida que el pequeño grupo se movía a través de los densos bosques, el aire se enfrió más y una fuerte niebla comenzó a colarse, envolviéndolos a su alrededor como un sudario. Cada crujido de hojas, cada grito distante de una criatura nocturna, se sentía amplificado, más siniestro. Había la sensación de que algo terrible se estaba despertando, una oscuridad que había dormido durante mucho tiempo, pero que ahora estaba despertada por los acontecimientos que se habían desarrollado.

Alaric caminó al frente del grupo, con la cara con una expresión sombría. La muerte de su tío había encendido un fuego dentro de él, pero también lo había dejado más vulnerable que nunca. Podía sentir la oscuridad en el aire, una presencia tangible que roía su determinación, susurrando dudas en su mente.

Eldrin, sintiendo el cambio en su entorno, se acercó a Alaric. "El bosque está reaccionando a algo", dijo en voz baja. "Es casi como si estuviera tratando de advertirnos".

"¿Qué podría estar causando esto?" Preguntó Alaric, su voz apenas por encima de un susurro, como si hablar demasiado fuerte pudiera despertar la oscuridad a su alrededor.

"La derrota que sufrimos, y la pérdida de Thane", respondió Eldrin, con la frente fruncida en el pensamiento. "Tal dolor y dolor pueden atraer fuerzas oscuras, especialmente en un lugar tan antiguo y poderoso como este bosque".

Roderic, siempre pragmático, se unió a la conversación. "Necesitamos encontrar refugio y reagruparnos. La oscuridad que está subiendo... no es algo contra lo que podamos luchar a ciegas. Necesitamos un plan".

Selene asintió de acuerdo. "Hay un pueblo no muy lejos de aquí, escondido en lo profundo del bosque. Es pequeño, pero la gente de allí es experta en la magia antigua. Es posible que puedan ayudarnos a entender con qué estamos tratando".

Alaric dudó por un momento, con sus pensamientos divididos entre la urgencia de su búsqueda y la necesidad de enfrentar la creciente amenaza. "Vamos a ir al pueblo", decidió. "Pero no podemos quedarnos mucho tiempo. Cada momento que retrasamos le da a Kael y Draven más tiempo para apretar su control sobre Eryndor".

El grupo se movió rápidamente, la niebla se espesaba con cada hora que pasaba. En el momento en que llegaron a la aldea, la oscuridad había tomado una cualidad más opresiva, como si no fuera solo la ausencia de luz, sino una entidad viva que buscaba sofocar toda esperanza.

El pueblo estaba enclavado dentro de un valle profundo, rodeado de imponentes acantilados que se alonaban como centinelas silenciosas. Las casas eran sencillas, hechas de madera y piedra, con techos de paja y pequeñas ventanas que brillaban débilmente por los fuegos en el interior. Los aldeanos, al ver al grupo, se reunieron con cautela en los bordes de la plaza principal, sus expresiones una mezcla de curiosidad y miedo.

Un anciano, encorvado con la edad pero con ojos que brillaban de sabiduría, se adelantó para saludarlos. "Traes contigo una gran sombra", dijo, con su voz áspera pero firme. "El bosque ha susurrado de tu venida".

La leyenda de EryndorWhere stories live. Discover now