Chuuya
El día había sido un desastre desde el principio y ahora, al salir de la sede de la mafia no estaba humor para nada, salvo beber una buena copa de vino.
Morí había decido que tenía el resto de la tarde libre, lo cual en teoría sonaba como una bendición pero en la práctica solo me dejaba con más tiempo para pensar en cosas que no quería recordar.
Caminaba por las calles de Yokohama con las manos en los bolsillos de mi chaqueta, mirando al atardecer que tenía el cielo de un naranja intenso.
Las sombras de los edificios se alargaban, reflejando lo que sentía; una oscuridad que se estira con cada paso que daba.
Estaba justo a punto de encender un cigarrillo cuando mi móvil comenzó a sonar, suspirando saque el aparato del bolsillo, frunciendo el ceño al ver un número desconocido.
Mi primer instinto fue ignorarlo, pero algo me detuvo, al final volví a suspirar y contesté, esperando que no fuera algo que empeorará mi día.
-¿Que?.- gruñi en lugar de un saludo, sin ganas de ser amable.
-Chuuya Nakahara, soy Kunikida creo que ya sabes quién soy.- dijo al otro lado de la línea.
¿Kunikida?, ¿El de la agencia? Qué demonios querria el conmigo, no es como si fuéramos amigos, ni mucho menos
Me detuve en seco, el cigarrillo olvidado en mis dedos.
-¿Y que carajo quieres tú?.- respondí, mi tono no mejorando en lo más mínimo, no estabas de humor para esto, no después de lo que ocurrió hace unos días.
-No hemos sabido nada de Dazai en dos días.- soltó Kunikida, sin rodeos, pero lo escondí detrás de un chasquido de lengua y una risa sarcástica.
-¿Y que?, no es la primera vez que ese idiota desaparece, probablemente esté buscando una nueva forma de suicidarse, ¿Por qué debería importarme a mi?.- respondí, tratando de sonar despreocupado
No quería que Kunikida lo notará.
-Esta vez es diferente.- Kunikida insistió, su voz ahora más apremiante.- No ha dado señales de vida en absoluto, ni siquiera a través de algún mensaje extraño. No sabemos dónde vive, así que no podemos buscarlo. Pensamos que tal vez tú...
¿Yo? Estaba a punto de colgar cuando Kunikida soltó la bomba
-Podria estar muerto de verdad.
La palabra ''muerto'' resonó en mi mente como un disparo, mi cuerpo se tenso y el cigarrillo cayó de entre mis dedos al suelo, olvidado por completo.
No, no podía estar muerto, Dazai no podía morirse así sin más por mucho que lo dijera, ese bastardo era demasiado terco para dejar que al final la muerte lo atrapará, ¿Verdad?
-Jodete, Dazai.- murmure entre dientes aunque mi tono carecía de la convicción habitual, en cambio, había una nota de miedo que odiaba admitir que estaba allí.
-Maldicion, vale, esta bien, veré que puedo hacer.- espeté, rindiéndome a regañadientes, Kunikida me dio mil veces gracias, y colgué el teléfono mientras ya tenía en mente que lugar ir.
Me quedé un momento quieto, en medio de la calle, con la sensación de que el suelo bajo mis pies se tambaleaba, Dazai, muerto.
No, no podía permitirme pensar en eso, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, como si se tratará de arrancarse de mi interior, respire.
Y sin pensarlo dos veces empecé a caminar luego a correr, ignorando el paisaje que pasaba a mi alrededor, necesitaba encontrarlo, no sabía porque, después de que me trate como la mierda, siempre acudo a el.
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Bajo el Manto del Odio
FanficEn la ciudad de Yokohama, donde la luz y la oscuridad se entrelazan en un constante juego de poder, donde la paz suele durar apenas unos efímeros momentos. Dazai Osamu, ahora miembro de la Agencia de Detectives Armada, y Chuuya Nakahara, ejecutivo d...