Nikolai
La muerte de Fyodor hace dos años cayó sobre mi como un granito, aplastando no solo mi espíritu, sino también cualquier vestigio de realidad que me rodeaba.
Ese día el mundo se torno irreal, como si alguien hubiera apagado la luz y yo me hubiera quedado atrapado en una neblina eterna, Fyodor dejo un vacío tan inmenso que no había nadie ni nada capaz de llenarlo.
Los primeros días después de su muerto fueron una sucesión de horas interminables, cada una de ellas un tormento, ya que debido al dolor estaba sumido en una especie de parálisis.
Me encontraba sentado en la misma habitación durante horas mirando al vacío, incapaz de comprender que realmente el ya no estaba, y la idea de un mundo sin el no tenía sentido ni lógica.
Mi mentez siempre ágil, ingeniosa de crear caos por todas partes se había detenido, extinguiéndose, mi vida era una broma cruel que no podía entender.
Fyodor era mi razón de ser, mi eje, sin el, no sabía cómo moverme, que hacer, como respirar y pensar.
Tras el primer mes esa parálisis dio paso a una angustia tan profunda que me resultaba insoportable, el dolor instalándose en mi pecho, constante perforandome como si mil agujas me atravesarán el cuerpo.
Comencé a beber, como muchos, al principio una copa aquí y allá con algunos amigos, solo para calmarme los nervios y dormir unas pocas horas, pero las noches eran largas y las horas de insomnio parecían eternas.
El alcohol sin embargo no tardo en perder su eficacia, el dolor volvía siempre, implacable tan pronto como despertaba, además de un dolor horrible de cabeza.
Fue entonces cuando empecé a recurrir a las pastillas, al principio eran solo tranquilizantes algo para calmarme pero pronto eso tampoco fue suficiente, así que necesitaba más, algo mas para arrancar la realidad por completo.
Las drogas más fuertes no tardaron en aparecer, alucinógenos, opiodes...cualquier cosa que me prometiera un respeto, aunque fuera breve en el abismo en el que me encontraba.
Con el tiempo la desesperación comenzó a manifestarse de maneras más oscuras, mi mente ya frágil por el dolor y abuso de drogas comenzó a romperse del todo, más de lo que ya estaba
Veía a Fyodor en todas partes, en la esquina de la habitación, en los reflejos de las ventanas, en las sombras que se movian por las calles, a veces su presencia era tan clara que llegaba a hablarle, pidiéndole que volviera, pero siempre, al acércame el se desvanecia.
No podía soportar la soledad, así que busque compañía en lugares que antes hubiera evitado, me adentré en barrios más oscuras, me rodee de criminales, gente que no me importaba y no le importaba.
Fue en uno de esos días oscuros y sin sentido cuando conocí a Ezio, no puedo recordar cómo exactamente, pero lo recuerdos de pie frente a mí mirándome con curiosidad y locura.
Nos encontramos en un callejón oscuro, uno de esos lugares en los que la vida y la muerte se mezclaban de maneras peligrosas, no recuerdo que hablamos, pero se que nos entendimos al instante.
Al principio fue un intercambio tenso, Ezio no confiaba en mi y yo no tenia razones para confiar en nadie, pero algo en el quizás su franqueza y locura me atrajo mucho.
Ezio nunca fue amable conmigo, no en el sentido tradicional al menos, pero tampoco me juzgaba, no me veía como un juguete como otros lo hacían, para el, yo era simplemente Nikolai Gogol, alguien con quien hacía locuras y se entendía.
Con el tiempo, nuestras reuniones se convirtieron en mi salvavidas, todas las semanas esperaba ese día con una mezcla de ansiedad y anticipación, un respiro antes de volver a lo caótico de mi vida
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Bajo el Manto del Odio
FanfictionEn la ciudad de Yokohama, donde la luz y la oscuridad se entrelazan en un constante juego de poder, donde la paz suele durar apenas unos efímeros momentos. Dazai Osamu, ahora miembro de la Agencia de Detectives Armada, y Chuuya Nakahara, ejecutivo d...