🤧Capítulo 12🫣

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Chuuya

La sala de reuniones estaba iluminada por las lamparas doradas que colgaban del techo, proyectando un brillo cálido y constante sobre la mesa de caoba pulida.

Mori estaba sentado en la cabecera, con su sonrisa y sus ojos calculadores mientras discutía los últimos detalles sobre una misión que teníamos entre manos.

A su lado, Kouyo y Akutagawa, los ejecutivos de la mafia escuchábamos con atención, asintiendo de vez en cuando ante sus palabras, yo estaba allí, físicamente pero mi mente estaba muy lejos de esa sala.

Desde hace tres días, no había podido quitarme de la cabeza lo que había ocurrido con Dazai, los besos, el trato que habíamos llegado, el como me habia mirado...

Era absurdo, ¿Como es posible que a pesar de todo me afecte tanto?, era solo Dazai, ese bastardo manipulador que siempre sabía cómo meterse bajo mi piel y luego abandonarme.

Pero está vez fue diferente, después de haber tenido sexo se había quedado a cenar y no solo eso, había sido...ameno, casi como si las barreras que siempre manteníamos en ese momento no hubieran existido

Y luego claro, se fue, diciendo que me escribiría pero eso fue hace tres malditos días.

Ni una palabra, ni mensaje, ni llamada, nada.

Mori estaba hablando sobre la logística del próximo envío de armas pero su voz parecía lejana, como un zumbido en mi mente

Ya que mi atención seguía centrada en los recuerdos de los besos, la manera en que me habia besado en la boca y no solo ahí, como se habían sus manos largas aferrado a mi cadera guiándome, para llegar juntos al clímax.

Era algo que nunca habíamos hecho, nos habíamos besado y toqueteado pero nada, haber tenido sexo sentía que rompió algunas reglas tacitas de nuestra relación.

¿Que significaba ahora todo esto?, ¿Era otro de sus juegos? O aún peor, ¿Lo había hecho para hacerlo y dejarme colgado desapareciendo? Porque sabe que eso me jodería y dolería a partes iguales.

-Chuuya-kun, ¿Estás bien?.- la voz suave de Mori me sacó de mis pensamientos de golpe, parpadeando dándome cuenta que todos me miraban.

-¿Que?.- mascullé tratando de recuperar la compostura.- Si claro, ¿Por qué no lo estaría?

Mori sonrió, esa sonrisa que siempre te ponía los pelos de punta

-Parecías distraído, ¿No has dormido bien?

-Estoy bien.- respondí rápidamente, quizás demasiado rápido.- solo estoy pensando...en lo que tenemos que hacer.

Mori asintió lentamente, aunque sus ojos mostraban que sabía que estaba mintiendo, porque parece ser que sabe todo

-Bien, entonces, recuerda que necesitamos estar en plena forma para lo que viene, no podemos permitirnos distracciones de ningún tipo

-Lo se, jefe.- respondí apretando los dientes, detestaba que me hablara como si aún fuera un niño, pero sabía que no podía decir lo que pensaba verdaderamente.

Especialmente Mori, el siempre buscaba aprovechar cualquier debilidad y yo no podía darle ese placer.

Y así pasamos las horas hasta que el sol había comenzado a bajar por el horizonte cuando por fin dijo que nos fueramos a descansar.

Mori había estado durante horas hablando sobre nuestro próximo movimiento hacia los bandidos, hablaba de estrategias, recursos y un montón de cosas que normalmente me interesarían, pero hoy no.

¿Por qué demonios no podía sacarme de la cabeza a ese bastardo?, lo intenté de verdad todos estos años pero cada vez que cerraba los ojos veía su rostro burlón, o sentía sus labios contra los mios

Bajo el Manto del OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora