Capítulo 1.

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La noche era exageradamente tranquila, casi irreal, a pesar de que sus padres ya sabían que estaba involucrado con un Alfa de su misma casta, alguien que había conocido en la universidad, sorprendentemente, le dieron la oportunidad de "despedirse"...

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La noche era exageradamente tranquila, casi irreal, a pesar de que sus padres ya sabían que estaba involucrado con un Alfa de su misma casta, alguien que había conocido en la universidad, sorprendentemente, le dieron la oportunidad de "despedirse" de él antes de enviarlo a un internado muy lejos de allí.

Sus padres se habían compadecido de él. Había llorado, se había enfurecido, incluso había amenazado con irse de casa, pero nada de eso cambiaría su destino. Después de todo, lo hecho, hecho estaba, y Guillermo Díaz no era alguien que huyera de sus problemas.

O al menos eso decía. Porque, en ese preciso momento, no tenía el valor ni las ganas de mirar al Alfa que estaba sentado a su lado, observando el cielo con los ojos hinchados de tanto llorar.

Su enamorado era un becado, un Alfa de clase media que estudiaba en la misma universidad que él. No lo había notado hasta meses después, cuando discutieron por algún tema trivial entre alfas.

Su relación había comenzado con salidas casuales, seguidas de insinuaciones, pequeñas caricias, risas tontas, y luego besos robados. De un momento a otro, se habían convertido en algo más que amigos, saliendo como cualquier otra pareja.

Pero esa felicidad no duró mucho. En Karmaland, los chismes corrían rápido, y él se descuidó, olvidando a qué casta pertenecía y quién era su familia.

Cuando sus padres descubrieron que su único hijo varón Alfa salía con otro Alfa, montaron en cólera.

—Entonces, ¿te vas? —Los ojos esmeralda de Guillermo se cruzaron con los de Rubén Doblas, otro Alfa, pero uno muy diferente: sensible, reservado, tímido. Podría jurar que Rubén pasaba noches sin dormir, que apenas se duchaba y que rara vez se arreglaba.

Era un desastre, pero, por alguna razón, eso lo hacía perfecto para él. Rubén era exageradamente atractivo en su diferencia, tan distinto a los otros alfas, y aún más a los dóciles omegas que lo rodeaban.

—¿Tu tía no se enfadó porque otro Alfa te pretendía? —Guillermo apoyó las manos en el frío metal del columpio, que se balanceaba suavemente. Estaban cerca de su casa; ambos podían ver la severa mirada del padre de Guillermo sobre ellos y a su madre, llorosa, negando repetidamente con la cabeza.

—No, mis padres tal vez hubieran enfurecido, pero ella no es así. Solo me dijo que me apoyaba, pero... —Bajó la mirada. Solo pensar en los problemas que el otro Alfa estaba enfrentando por amarlo le dolía, pero le dolía aún más que se fuera, dejándolo solo para enfrentar todo el escándalo.

Tenía tanto miedo de volver a la universidad. Si ya era un bicho raro, ahora lo sería aún más. ¿Cómo iba a afrontar todo eso solo?

—Guille, ¿por qué no escapamos juntos? —Guillermo lo miró sorprendido, pensando que estaba bromeando, pero la mirada llorosa y un poco brillante de Rubén le mostró que hablaba en serio.

—Sabes que eso no es posible —Guillermo apretó los dientes—. Mi familia se decepcionará si hago eso.

—Tu familia, la que te enviará lejos porque amas a alguien de tu misma casta —replicó Rubén, con un tono que molestó a Guillermo, aunque no podía reclamarlo—. ¿Eso te importa más que ser feliz?

—No es tan sencillo —Ruben lo observó, aún enfadado—. Rubén, mi familia es una de las castas más importantes de este lugar. Que uno de sus hijos salga "defectuoso" es una decepción para ellos. Sé que no lo entiendes, pues...

—No soy tan importante como tú, lo has dejado claro. —Guillermo bajó la mirada. No quería decirlo así, pero era una verdad a medias. Toda su familia había confiado en él para mantener el honor en alto, y ahora solo recibía miradas desaprobatorias dondequiera que iba—. Si tanto te importaba eso, entonces, ¿por qué me utilizaste así?

—Creo que me dejé llevar. —Ese comentario fue como mil dagas en el corazón de Rubén. Para él, Guillermo no era solo un "me dejé llevar". Estaba dispuesto a soportar las malas miradas de todos por estar a su lado.

Pero eso no era suficiente para Guillermo.

Rubén secó sus silenciosas lágrimas y se levantó del columpio, dispuesto a irse antes de decir alguna tontería. Guillermo también se levantó y quiso tomar su mano, pero Rubén la apartó, aún más furioso.

—Rubén...

—¡Cállate! —Volteó a mirarlo una vez. Sabía que eso era lo que deseaban los padres de Guillermo; podía jurar que  estos se regocijaban con la pequeña disputa entre ellos—. ¿¡Crees que yo no sufro con esto!? ¿¡Sabes en qué problema me dejas aquí mientras tú te vas a hacer una vida nueva lejos de toda esta mierda!?

—¡Ya te dije que no es tan sencillo! —Guillermo intentó acercarse, pero Rubén avanzó hacia él con pasos furiosos.

—¡Tú no eres el único con problemas! —La voz de Rubén se elevó, y Guillermo retrocedió ante su imponente mirada—. ¡Sí, eres importante, todo el mundo gira a tu alrededor, pero adivina qué! ¡Eres un jodido privilegiado! Esto se borra de tu historial comprando el silencio de la gente, pero ¿¡y yo qué!? —Rubén continuó avanzando, y Guillermo, aturdido, retrocedió—. ¿¡Sabes lo difícil que ha sido mi vida!?

—Ru-Rubén...

—¡Siempre he sido un raro! No tengo padres, soy un becado en la universidad más privilegiada, y eso no es fácil, amigo. Repudio el olor de los omegas, los temas que todos los alfas aman me parecen asquerosos, ¡soy virgen aún y me gusta el anime! —Rubén tropezó y cayó al suelo, abrumado por la situación—. Y lo peor de todo es que ¡me enamoré de ti! ¡Y estoy dispuesto a dejarlo todo! Pero tú eres tan... ¡ahhhh! —Jaló de su cabello, frustrado—. Si solo me querías por curiosidad, entonces solo te hubieras alejado y ya.

—Rubén, yo sí te amo, dios, pero es que es tan...

—Ya no digas nada, ¿quieres? Tengo suficiente con mi mierda como para cargar con la tuya también. Así que, si esto se acaba aquí, entonces bien, pero no me vuelvas a buscar, Guillermo.

Antes de que el albino pudiera decir algo, Rubén salió corriendo.

Guillermo tuvo el impulso de ir tras él, pero la severa mirada de su padre lo detuvo.

Tenía tanto miedo de ser él mismo y decepcionar aún más a su padre, que se quedó ahí, observando cómo la silueta de su amado desaparecía en la distancia.

Era lo mejor, ¿verdad?

¡Cásate con mi prometido!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora