𝐔𝐥𝐭𝐫𝐚𝐯𝐢𝐨𝐥𝐞𝐧𝐜𝐞 [𝑂𝑧𝑎𝑖 𝑥 𝑂𝑐]

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𝘿𝙤𝙡𝙤𝙧 𝙄𝙣𝙘𝙤𝙢𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙞𝙙𝙤

El sol de la tarde proyectaba un brillo dorado sobre la tranquila isla Amber. Cecilia, una joven de 16 años, disfrutaba de la paz que le ofrecía su hogar junto a sus abuelos. La casa estaba rodeada de exuberantes jardines y el aroma de las flores llenaba el aire. El ruido del mar en la distancia creaba un ambiente de serenidad, ajeno a las preocupaciones del mundo exterior.

─ Cecilia, querida, ¿te gustaría ayudarme a preparar la cena? ─ preguntó su abuela desde la cocina.

─ Claro, abuela ─ respondió Cecilia, sonriendo mientras dejaba el libro que leía sobre la mesa del jardín y se dirigía hacia el interior de la casa.

Mientras se movía, un temblor repentino sacudió la tierra bajo sus pies. El sonido de pasos pesados y voces autoritarias resonó por el camino de tierra. Cecilia y sus abuelos se miraron con sorpresa, sintiendo que algo grave estaba a punto de suceder. La puerta principal se abrió de golpe, revelando una figura imponente.

Un hombre alto y elegante, vestido con una capa roja y dorada que ondeaba con cada movimiento, entró en la casa seguido de un grupo de guardias de la Nación del Fuego. Su presencia irradiaba una autoridad despiadada. Era el temido Señor del Fuego, Ozai.

─ ¿Dónde está la chica? ─ preguntó Ozai con voz fría y exigente.

El abuelo de Cecilia, un hombre de edad avanzada con el rostro surcado por las arrugas de la preocupación, se adelantó temblando.

─ Señor Ozai, ¿qué es lo que desea de nosotros? ─ inquirió, intentando mantener la calma.

─ No estoy aquí para discutir ─ dijo Ozai con desdén. ─ He venido a reclamar lo que me corresponde por derecho. La joven Cecilia es descendiente lejana del Avatar Roku, y eso la convierte en una pieza valiosa para mi dinastía. Exijo su mano en matrimonio.

El corazón de Cecilia se aceleró mientras sus abuelos se quedaban en silencio, incapaces de procesar la magnitud de la amenaza. La abuela de Cecilia, con los ojos llenos de lágrimas, se acercó a su nieta, la cual miraba a Ozai con una mezcla de miedo y determinación.

─ Cecilia, no tenemos otra opción ─ dijo su abuelo con voz quebrada. ─ Tu seguridad es lo más importante. Debes aceptar.

Cecilia sintió el peso de la decisión caer sobre sus hombros. Miró a sus abuelos, que habían dedicado sus vidas a cuidarla y protegerla. La preocupación por su bienestar la llevó a tomar una decisión dolorosa.

─ Acepto ─ dijo Cecilia, con voz temblorosa pero firme.

Ozai sonrió con satisfacción.