𝐔𝐥𝐭𝐫𝐚𝐯𝐢𝐨𝐥𝐞𝐧𝐜𝐞 [𝑂𝑧𝑎𝑖 𝑥 𝑂𝑐]

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El viaje de regreso al palacio desde la Isla Amber fue tranquilo, pero el ambiente en la carroza real era frío y distante. Cecilia, con la mirada perdida en el paisaje que pasaba, no podía dejar de pensar en las marcas que aún cubrían su cuello y hombros, un recordatorio constante de la noche en la que su vida había cambiado drásticamente. Ozai, sentado a su lado, parecía indiferente, enfocado en asuntos políticos y militares, sin prestar mucha atención a su joven esposa.

Cuando finalmente llegaron al palacio, Cecilia sintió una mezcla de alivio y ansiedad. Estaba de vuelta en un lugar conocido, pero también en el centro de una vida que se sentía cada vez más opresiva. Después de la ceremonia de bienvenida, en la que los sirvientes y cortesanos les dieron la bienvenida con la debida reverencia, Cecilia se retiró a su habitación, buscando un momento de paz en medio de su nueva realidad.

La tarde avanzaba lentamente, y Cecilia decidió caminar por los jardines del palacio, un lugar donde solía encontrar algo de consuelo. Mientras paseaba entre los árboles y las fuentes, escuchó un sollozo suave que la detuvo en seco. Siguiendo el sonido, llegó a una esquina más apartada del jardín, donde encontró a Zuko, el joven príncipe, sentado en el suelo con la cabeza entre las manos, llorando silenciosamente.

El corazón de Cecilia se apretó al ver al niño así. Sin pensarlo dos veces, se acercó a él con cuidado, queriendo consolarlo.

─ Zuko ─ dijo suavemente, arrodillándose a su lado ─, ¿qué sucede?

Zuko levantó la cabeza al escuchar su voz, y sus ojos, rojos por las lágrimas, mostraban una tristeza profunda que no debería estar presente en alguien tan joven.

─ Mi papá... ─ comenzó, pero su voz se quebró. Tomó un momento para calmarse antes de continuar. ─ Él... siempre prefiere a Azula. Nunca soy suficiente para él. No importa cuánto lo intente.

Cecilia sintió una oleada de compasión por el niño. Sabía que Ozai era un hombre exigente y difícil, pero ver cómo esa presión afectaba a su propio hijo era desgarrador.

─ Zuko, escúchame ─ dijo con ternura, colocando una mano en su hombro. ─ No es culpa tuya. Eres un niño fuerte y valiente, y haces lo mejor que puedes. No necesitas ser como Azula para ser valioso. Tienes tus propias cualidades que te hacen especial.

Zuko la miró, buscando en sus palabras algo a lo que aferrarse. El consuelo que Cecilia le ofrecía era algo que él había deseado escuchar desde hacía mucho tiempo, algo que no recibía de su padre. Sintió una calidez en el corazón que no había sentido desde que su madre desapareció.

─ ¿De verdad crees eso? ─ preguntó con voz temblorosa.

Cecilia asintió, sonriendo con amabilidad.