Aegon I El Conquistador. IX

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Haros Bartossi - Christopher Nas.

...

(P2)

No pudo responder, y era normal que eso pasara teniendo en cuenta el estado en el que sus huesos se encontraban. Simplemente perdió la conciencia con rapidez.

Al volver a abrir los ojos, se encontró con un estado de ella misma completamente deplorable. Vendas por todos lados, y su cuerpo atado con cadenas en la cama donde había estado mejorando poco a poco.

— Despertó. — mencionó una voz lejana, saliendo de la habitación para hacer presente otra persona en el lugar.

Pasos grandes, pesados y lentos. Una capa carmesí cubría la mitad de su vestimenta, revelando cabellos blancos junto a unos filosos ojos violeta, brillando con intensidad mientras la observaba fijamente.

Hizo señas a las diaconisas que permanecían alrededor para que saliesen de la habitación, sumergiéndolos en una soledad incómoda, al menos para ella, la prisionera.

— ¿Quién es tu familia y por qué nunca había visto a tu dragón? — preguntó rápidamente, viéndola de pies a cabeza.

Rápidamente entendió la poca escapatoria que tenía. Conocía todo Westeros a su antojo, pero no podría escaparse sin el reptil que la traicionaba cada que se le antojaba.

— Soy huérfana, y mi dragón era salvaje. — respondió, alzando una ceja ante el físico tan extravagante y nuevo para ella.

Escuchó las palabras con atención, intentando descifrar la verdad de la mentira. — Debes tener sangre valyria en algún lado. Es imposible que puedas domar un dragón por sí sola. — hablaba completamente calmado.

— ¿Tú eres Aegon? — intentó moverse al respaldo de la cama, pero las cadenas apretando su abdomen y manos, le dificultaban cualquier movimiento.

El hombre se acercó a ella, quitando con fuerza y rapidez las cadenas, tirándolas a un lado para después empezar a caminar hacia una ventana cercana, asomándose a través. — Me sorprende que parezcas una completa desconocida. — quitó el listón que encerraban las cortinas de seda, haciendo que cayesen en una oscuridad mediana.

— No me intereso mucho por asuntos de los Lord. — subió su cuerpo al respaldo, intentando recomponerse.

— No soy un Lord. — mencionó secamente, volviendo a ella para verla con un dejo de curiosidad en su mirada. — Soy el nuevo rey de los siete reinos.

La mujer alzó una ceja ante sus palabras, completamente dudosa. — ¿Quién te nombró? ¿Alguien importante?

— Mi hermana... esposa. Mi esposa. — contestó, cambiando sus palabras de manera rápida.

— ¿Tu hermana o esposa? — intentó arrastrarse más, pero era imposible. Aún había dolor.

— Estoy casado con mis dos hermanas. — respondió fríamente, tomando el mango de su espada para ir a la puerta de salida. — Mejórate, necesito a tu dragón.

Finalmente, salió. El silencio se apoderó nuevamente y el fuerte dolor emergió de los huesos triturados. Casado con sus dos hermanas...

Noches enteras.
La habitación era agradable, no había indicios de sonido exterior. A veces se escuchaban personas corriendo y espadas afilándose entre sí, pero no había más que eso. Las diaconisas se hacían presentes de vez en cuando, por no decir que todas las noches. Había mejorado notoriamente, incluso podía caminar.

Seguía recordando los rugidos de su dragón, y no le importaba que pudiese ser catalogado como un traidor simplemente por haberla dejado caer.

Caníbal era salvaje, y salvaje se quedaría.

ONE SHOTS | HOUSE OF THE DRAGON, GAME OF THRONES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora