Aemond Targaryen. II

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Pretty When You Cry - Lana del Rey. ¿?

...

(P2)

Aemys y Aemond habían sobrellevado su incomodidad durante años enteros. Desde aquella madrugada en la que Aegon los había forzado a tener intimidad entre sí, las cosas cambiaron con rapidez para toda la familia.

La chica se negaba a tener contacto con el tuerto de todas las maneras posibles, también en viceversa. Cenas, pláticas o simples reuniones, debían tener metros de distancia.

Alicent no entendía la indiferencia tan pronta de sus hijos, tampoco preguntó. Simplemente decidió creer que ambos habían crecido y ahora la rebeldía los estaba conquistando. Esa etapa en la que no pueden soportarse ni siquiera a ellos mismos.

Cada quince lunas, la familia se reunía obligatoriamente para cenar, como si se tratase de una unión pura y hermosa.

La de cabellos blancos movía las zanahorias cortadas en rodajas con ayuda de su cuchara, observando el plato de metal, sin muchas ganas de comer. Al fondo de la mesa, los dos hermanos mayores luchaban entre sí, como era costumbre.

Aemond se había vuelto demasiado temperamental desde lo sucedido, y mantenía una fuerte y constante competencia contra Aegon.

— ¡Respétame, hermano! ¡Estás frente al señor de los putos siete reinos! — gritó ante el tuerto, golpeando la mesa con fuerza.

El de cabellos largos jugaba con una moneda entre sus dedos, ignorando los gritos de su hermano hasta que volteó a verlo.

— El respeto no se da, hermano. Se gana. — mencionó en un tono simple, haciendo que la moneda cayese dentro de la copa de plata.

— Eres un jodido estúpido. — mencionó entre dientes cerrados, después hizo una sonrisa que recorrió los nervios de la hermana. — ¿Por qué mejor no le cuentas a mamá lo que hiciste con Aemys, eh?

— ¿De qué hablas, Aegon? — Alicent volteó hacia sus tres hijos, posando la mirada en cada uno de ellos mientras esperaba una respuesta.

Los dos menores, completamente rojizos y preocupados ante la respuesta, se levantaron de su silla al mismo tiempo. Ella salió primero del sitio, con pasos largos y azotando sus cubiertos en la mesa de cristal.

— ¡Corran, corderos! ¡Al final terminan siendo una pareja más! — gritó Aegon en la lejanía.

Minutos más tarde, ya no había sonido de personas comiendo o discusiones sin sentido. Simplemente Aemys, observando hacia afuera y tronando sus dedos de vez en cuando.

El balcón de sus aposentos había sido creado como una decoración, pero para la femenina era algo más allá que eso. Por ahí, podía tomar aire, pensar que estaba en una familia completamente diferente al igual que en otro universo... había leído muchos libros, la mayoría de fantasía. Pareció haberse quedado con una personalidad infantil, aún ya teniendo una edad más adulta.

Observando a las nubes retirarse del cielo para dejar las estrellas completamente solas, escuchó un ruido detrás de ella. Volteó con rapidez, encontrándose a su hermano... Aemond.

— Tiene mucho tiempo que no entraba a tu habitación, hermana. Ha cambiado bastante. — mencionó con pesadez.

Estaba lo bastante cerca para que su voz se escuchara con claridad, pero su tono era distante.

La joven no pudo evitar sorprenderse ante la presencia tan inesperada que acechaba su morada. No habían cruzado palabras completas desde el incidente.

— Aemond... — susurró ella, acostumbrándose al nombre de su hermano nuevamente.

El tuerto y de cabellos largos fue hacia ella, deteniéndose unos pasos antes de invadir su espacio personal. No pudo evitar no dirigir su mirada al suelo, temeroso a su hermana.

ONE SHOTS | HOUSE OF THE DRAGON, GAME OF THRONES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora