capítulo 11

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Capítulo 11: El Juego Mental del Titiritero

El ambiente en el circo se tornaba más oscuro cada segundo que pasaba. El titiritero, con su siniestra sonrisa pintada y sus ojos llenos de locura, comenzó a mover sus manos de forma aún más dramática, como si manipulara hilos invisibles que nadie más podía ver. Los integrantes del grupo, tensos y alertas, observaban cada uno de sus movimientos, preparándose para lo que fuera que estuviera planeando.

De repente, el titiritero dirigió su mirada hacia Alone, con una expresión retorcida de satisfacción en su rostro maquillado. Con un movimiento rápido, lanzó un rayo de energía oscura que se dirigió directamente hacia Alone, golpeándolo con una fuerza inesperada.

Alone sintió un estremecimiento en todo su cuerpo, como si su mente estuviera siendo arrastrada a un lugar distante. Su visión comenzó a distorsionarse, y de pronto, se encontró de pie en un lugar diferente: el mismo desierto donde Echo había sacrificado su vida por él.

—¿Qué... qué está pasando? —murmuró Alone, mirando a su alrededor, confuso.

El titiritero apareció a su lado, riendo suavemente mientras se deleitaba con la confusión de Alone.

—Bienvenido a tu propio infierno, Alone —dijo el titiritero con voz melódica y burlona—. Aquí es donde tendrás que enfrentar la verdad, la verdad que has estado evitando.

De repente, Alone vio a Echo, su amigo, justo en el momento en que se interponía entre él y el golpe mortal de Erik. La escena se repetía en bucle: Echo lanzándose para proteger a Alone, recibiendo el golpe devastador y cayendo al suelo con su cuerpo cubierto de sangre.

—No... —susurró Alone, sus ojos llenos de angustia mientras veía la escena—. Esto no puede estar pasando de nuevo...

El titiritero se acercó, inclinándose sobre el hombro de Alone, como un demonio susurrándole al oído.

—¿No ves, Alone? —dijo con un tono cruel—. Echo murió... por tu culpa. Si no hubiera sido por ti, él seguiría vivo.

Alone sintió un nudo en su garganta. Sabía que Echo había tomado la decisión de sacrificarse, pero escuchar las palabras del titiritero lo hizo dudar, lo hizo sentir el peso de la culpa como nunca antes.

—¡No es cierto! —gritó Alone, intentando convencerse a sí mismo tanto como al titiritero—. Echo decidió protegerme... fue su decisión.

Pero el titiritero no se detuvo. Su voz se volvió más fuerte, como si estuviera golpeando directamente el corazón de Alone.

—¿De verdad lo crees? —se burló el titiritero—. Si no hubieras sido tan débil, Echo no habría tenido que sacrificarse. ¡Él murió por tu culpa, Alone! ¡Todo fue tu culpa!

Alone sintió que su mente comenzaba a desmoronarse. La culpa lo envolvía como una niebla espesa, ahogándolo, haciéndole cuestionar todo. El recuerdo de Echo cayendo al suelo, cubierto de sangre, se repetía una y otra vez en su mente, amplificando el dolor y la culpa.

—No... Echo... yo no quería... —murmuró Alone, cayendo de rodillas, con las lágrimas comenzando a correr por su rostro.

El titiritero sonrió con satisfacción, saboreando la victoria mientras veía a Alone destrozarse por dentro.

—Así es, Alone —dijo el titiritero con tono victorioso—. Finalmente lo entiendes. Todo lo que ha pasado, todas las muertes, todo el dolor... es por tu culpa.

Alone, con la mente nublada por la culpa, levantó la vista hacia el titiritero, sus ojos llenos de desesperación y tristeza.

—¿Por qué haces esto...? —preguntó Alone, su voz rota—. ¿Por qué me torturas con esto?

LOS ROBOTSWhere stories live. Discover now