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Maratón 3/?.


Decir que fue fácil convencer a Gauna de que viviría con el Ministro fue fácil, sería una total mentira.

Su expresión se puso blanca sin sangre, se apresuró a negar y a decir que podría quedarme en una de sus casas mientras esperaba que la mía estuviera lista.

Tal parecía que el Ministro me iba a comer.

No está tan equivocado ahí.

Sin embargo, Alex apareció de la nada y le dio mil quinientas razones y explicaciones que decían que era mejor para mi salud , que sería mas cómodo y no se cuantas mas.

En fin, hasta a mi me convenció.

Asi que saliendo de la central, el Ministro me llevó hasta su auto, mientras iba a su lado sentí unas miradas intensas pero al voltear no veía a nadie, el hombre a mi lado llamó mi atención.

-Querida, no debes preocuparte por nada, todas tus cosas están en la mansión -dijo el muy sonriente, alcé una ceja impresionada por eso.

-¿Como lograste obtener mis cosas? -le pregunté con genuina curiosidad.

-Cariño, soy un Morgan, no hay nada imposible para mi -dijo orgulloso y rodé los ojos, maldito egocéntrico, igualito al hijo.

Ignoré lo que decía, pero antes de subirme al auto, este de manera demasiado caballerosa me abrió la puerta y esperó a que entrara.

Caballeroso, Aja, solo quiere verte el culo.

Estamos de acuerdo en eso.

Como lo supuse, al agacharme para entrar, sentí la mirada del de ojos grises en mi trasero, pero esta desapareció en cuanto me senté.

Cerró la puerta y se dio la vuelta para subirse al asiento del conductor, arrancó y nos dirigimos hacia la mansión.

El trayecto no fue incómodo, excepto cuando sentía que sus ojos grises me taladraban a la hora de comerme mi chupachupa, asi que para evitar algo, dejé de comerlos.

Juro que escuché un suspiro de decepción a mi lado.

Abrí la boca de par en par al ver la mansión enorme que lucía en la reja de entrada una enorme M dorada, que estoy segurísima que no era pintura.

Álex soltó una risita al verme asombrada mirando el lugar, y me señaló una casa al lado.

-Esa de allí es la tuya, cuando esté lista vivirás allí -me dijo e hice un puchero porque la mía no tenía mi inicial en oro.

-¿Cuanto tiempo será eso? -le pregunté.

-No lo se, es una casa bastante grande y hace algunos años que no vive nadie, hay que hacerla prácticamente nueva -me dijo con un tono alegre, ¿porque está contento? A mi no me gusta molestar en casas ajenas.

-Pues espero que sea rápido -le dije mientras nos abrían la enorme reja y entrábamos al lugar.

Nos bajamos del auto, y vi a varias personas cargando maletas, alcé una ceja Porque la mayoría de esas cosas no eran mías, o al menos yo no las recordaba.

Pero al parecer el pelinegro a mi lado si las reconoció, Porque se le oscureció el rostro y chasqueó la lengua maldiciendo a alguien.

Juro que pude oirlo mencionar que mandaría a un rubio a Afganistán.

Cuando entramos habían muchos empleados corriendo de un lado para el otro y una señora, que lanzaba órdenes como si fuera la dueña de la casa.

-¿Esa es tu esposa? -le pregunté a Alex señalando a la mujer y este hizo una mueca.

Solo Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora