𝐺𝑟𝑎𝑏 𝐻𝑎𝑛𝑑𝑠 | ˡᵘᶜᵉʳʸˢ ᵛᵉˡᵃʳʸᵒⁿ

04 | Daga

Los niños no sabían que este problema iba ser el comienzo de un futuro lleno de problemas peores.

Todos se encontraban en la sala de Dragonstone. Mientras que Alicent estaba con Otto, Aegon y Aemond, los padres de los otros cinco otros niños todavía no llegaban. En la sala también se encontraban Viserys y algunos guardias reales.

— ¿Quien estaba de guardia?
Pregunto el abuelo Viserys con poca paciencia. A Aemond le caía poca sangre por su ojo.

— Los jovenes príncipes atacaron a su propio primo, mi rey.

— ¡Jurasteis todos proteger y defender a los míos!
dijo el rey en gritos.
Mientras Viserys subía y bajaba el tono de su voz contra los guardias, Alicent estaba mirando a su hijo, arrodillada, junto a el maestre.

— Sanará. ¿Verdad maestre?
— La carne si. El ojo esta perdido.
Alicent estaba alterada, no sabía que hacer, estaba en shock, buscaba un digno culpable, entonces vio a Aegon, reposado en la pared, cómodo, sin preocupación alguna por su hermano.

— ¿Dónde estabas?
— ¿Yo?
Una cachetada voló hacia la cara del niño.
— ¿Por que fue eso?
dijo poniéndose ambas manos en la cara.
— Eso no ha sido nada comparado con lo que ha sufrido tu hermano mientras tú te emborrachabas.
eso rompió un poquito mas el corazón de Aegon, es decir, el nunca sabe que hacer, le dicen que no haga nada, e igualmente lo hace mal. Nunca va a saber como satisfacer a su madre.

Al cabo de unos segundos Corlys y Rhaenys llegaron a la sala por las escaleras, Corlys estaba notoriamente furioso. Mientras que Rhaenys intentaba calmar a sus tres nietas, Rhaenyra y Daemon llegaron.
— ¿Jace? ¡Luke!

La preocupada madre llego corriendo hasta sus dos hijos. Le preguntó a Luke si le podía mostrar su herida en su nariz, este se negó, al cabo de dos segundos Rhaenyra forcejeó su manita y pudo ver la nariz sangrando de su hijo.
Una pregunta de parte de la heredera a el trono formó un griterío en parte de los más pequeños.

— ¡El me ha atacado a mí!
— Pero Aemond le pegó a Baela.
— El nos ha empujado.
— Nos atacó primero.
— ¡Ha robado mi dragona!
— ¡Es un embustero!
— Vhagar es nuestra.
Decían voces agudas e indistintas de los príncipes y princesas. Una cosa era clara, todos le echaban la culpa a su primo, Aemond.
Mientras todo el mundo estaba sumido en caos, Daemon, estaba reposado sobre la puerta, parecía que casi estaba disfrutando esto.
Por otro lado, se notaba la poca paciencia de el rey. Se sentía agotado, agobiado, y triste. Nunca lograba tener un ambiente familiar agradable. Siempre había peleas. El solo quería una tarde tranquila, y feliz para todos.

— No es suya.
dijo su hijo.
— Basta.
Empezó a decir Viserys con voz carrasposa.

— No he hecho nada.
— Basta.
— ¡Dejad que lo cuente mi hijo!

— Nos llamó...
Quizo decir Jacerys.

— ¡Silencio!

Grito una ultima vez Viserys.
Haciendo que finalmente la sala quedara en silencio. Jacaerys le susurró a su madre.

— Nos ha llamado bastardos.

Rhaenyra, se paró, no iba a permitir tal cosa. Sea o no cierta.
Por pedido de su padre, Aemond empezó a contar su versión de la historia. Una pelea se empezó a formar entre Alicent y Rhaenyra.

— El principie Lucerys Velaryon, ha llevado una daga para matar a mi hijo. ¿Que mas necesitas oir Viserys?
Dijo, esta vez volteando hacia su esposo.

— Han sido mis hijos los que han sido atacados. Tenían que defenderse.
Le cuestiono Rhaenyra.

— Un insulto horrible, ha sido pronunciado a manos de el principe Aemond Targaryen.
Dijo la madre de los pequeños Velaryon.

— ¿Que insulto?
Preguntó enojado su padre.
Rhaenerys no quería pronunciar las palabras, le costaba, no quería que sus hijos se hicieran cosas en la cabeza.
Alyssa, quien miraba todo con detenimiento, se daba cuenta de que su tía no podía pronunciar las palabras siguientes.

— ¿Que insulto Rhaenyra?
El hombre, sin respuestas de su hija, se volteó bruscamente hacia su hijo, agarrandolo de la camisa ensangrentada.

— Aemond, ¿Que les dijiste a Lucerys Y Jacaerys?
Dijo violento, no iba a permitir que se pusiera en duda la legitimidad de sus nietos.

— ¡Nada, no les dije nada!
Dijo asustado.
— Viserys por favor, terminemos con esto de una vez.

Un silencio se formó. Nadie sabía que decir, ni Viserys, ni Rhaenyra, ni Alicent. Alyssa intervino, no iba a permitir que no se impusiera justicia.

— Miente.
Todas las miradas de la sala se posaron ahora sobre Alyssa.
— ¿Que, como que miente? Por favor Alyssa, dime lo que Aemond les dijo a Lucerys y a Jacerys.
— Los llamo bastardos.
Dijo la pequeña con una mirada fría dirigida a su primo. Quien miraba con miedo a su familiar.
Una vez más, la sala estaba alborotada.

— ¡Miente! ¡Esa niña esta mintiendo, no entiendo por que Aemond los llamaría así!
Decía Alicent con fuego en los ojos. Mientras Alyssa se posaba al lado de Rhaenyra.

— Ponedle fin a estas luchas familiares, todos ustedes! Somos familia! Ahora, de buena fe se disculparan todos.

— Eso no basta. Aemond ha sufrido un daño irreversible. La buena fe no hará nada con eso.

— Lo se Alicent. Pero no tengo otro ojo para darle.

— Porque se lo han sacado.
Un suspiro salió de la reina.

— Pido el ojo de el principe Lucerys Velaryon, para salar esta deuda.
Anunció con la voz firme.

— No. No permitiré esto.
Le respondió Viserys.

— Es tu hijo, Viserys. Tu sangre.

— Si el rey no lo pide, lo pedirá la reina. Ser Criston, tráigame un ojo de Lucerys Velaryon.
El caballero se estaba aproximando hacia el niño.

— No haréis tal cosa.
Dijo desafiante Rhaenyra.
Las voces cesaron, gritos y peleas de Alicent y Viserys. Intercaladas con mandatos de Rhaenyra.
Daemon dejo su antigua posición en la puerta, para ponerse delante de los dos chicos. Y también atrayendo a su hija, Alyssa. Para protegerlos de todo mal. Alyssa de igual manera no quería alejarse de su tía.

En medio de unas voces altas. Alicent le saco la daga a un caballero. Lo siguiente que hizo fue aproximarse a Lucerys. Alyssa estaba al lado de Rhaenyra quien se interpuso delante de la niña, luego de unos gritos viles y forcejeos Alicent logró alejarse de la familia. La daga, estaba siendo sostenida por Alicent, quien todavía sostenía su furia. De repente Alicent, nublada por su enojo, agarro a la pequeña princesa y le dio un navajazo en la parte inferior de el brazo, la suave piel blanca de Alyssa se desgarraba, mientras los gritos de ella también. Rhaenyra se avalanzo sobre la mujer de verde, haciendo finalmente que las tres cayeran en el suelo. Los caballeros se llevaron a rastas a ambas mujeres, y la niña fue separada del suelo y siendo cargada por su padre quien estaba casi corriendo, mientras los caballeros y el maestre lo acompañaban.
la sala del maestre estaba cerca.