Capítulo 8: Te perdono.

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PDV Amy:

-Tú no le hagas caso.

No llevábamos ni dos horas de clase y Rouge ya se estaba volviendo loca. Knuckles había vuelto del hospital fingiendo dolor y sufrimiento, diciendo que su ex novia era un monstruo, cuando en realidad él era el que le había puesto los cuernos. La gente había empezado a atacar a mi amiga sin razón aparente, unos incluso burlándose.

-¿Te has visto la cabeza? Lo digo porque tienes unos cuernos más grandes los de un toro.

En ese momento Rouge explotó de ira. Golpeó a Scourge con tanta fuerza que lo tiró al suelo. Cuando el maestro entró, el cactus empezó a dramatizar todo, haciendo quedar a la murciélago como un ser sin alma. Por poco me lo creo yo también, que interpretación tan buena.

En este momento nos encontrábamos Rouge y yo en el parque. Yo, escuchando música. Ella, fumándose un cigarrillo.

Le había dicho un millón de veces que dejase el vicio. Le enseñé, una y otra vez, las consecuencias de fumar. La obligué a asistir a conferencias sobre el tabaco y los problemas que lleva volverse adicto a eso. Incluso, una vez me colé en su casa solamente para robarle la caja de cigarrillos.

Después de ese acto vandálico, se enojó mucho conmigo y me explicó que ella hacía con su vida lo que le daba la gana. Que si quería seguir jodiéndose la existencia, lo haría. Que entendía que me preocupase por ella, pero que la estaba empezando a agobiar. Entendí que aunque sabía que era incorrecto, no podía hacer nada para cambiar su vida, es ella la que llevaba sus propias riendas. Le podía advertir, pero no obligar.

-¿Al final que castigo te pusieron?- Le interrogué. Ella soltó el humo de su boca.

-Un parte de mierda solo porque mandé al cactus ese a la enfermería. (Para los q no sepan, un parte es como una sanción en el instituto. Lo digo porque me he encontrado gente q no sabe lo q es eso)- Afirmó con aburrimiento.

Después de un rato, nos dirigimos a la cafetería de Vainilla, sweet melodies. Es un local donde va mucha gente a tomarse una bebida o disfrutar de un manjar dulce. Pero eso no es lo mejor. Había un escenario donde la coneja contrataba gente para cantar todos los sábados. Desde que iba de pequeña a ese lugar mi sueño ha sido poder subirme a ese escenario. Y ahora, tal ves, podría cumplirlo.

Al abrir la puerta sonó una campanita la cual alertó a la dueña de que habíamos entrado. Vainilla se encontraba sirviéndole una tarta de chocolate a un cliente cuando notó nuestra presencia. Se acercó a nosotras con una sonrisa en el rostro.

-Hola chicas, ¿qué tal? ¿Qué os pongo?- Le sonreímos de vuelta.

-Nada Vainilla, simplemente oímos un rumor de que se encuentra buscando nuevo personal para cantar, ¿cierto?- Le pregunté.

- Oh, eso. Si, llevo días buscando sin parar. Si os queréis presentar, la audiciones son mañana a las 16:00. -Nos informó.

Nos íbamos a marchar, pero Rouge y yo notamos el hambre que teníamos, así que pedimos un trozo de tarta cheesecake para compartir.

Nos despedimos de la dulce coneja y abandonamos el local. Por alguna razón, decidí tomar otra ruta a la que seguimos usualmente. Rouge me miró extrañada, pero yo le expliqué que sentía que debía tomar ese camino. Andábamos en silencio hasta que la murciélago interrumpió la paz del momento.

-Tía, ¿ese no es Shadow?- Señaló al último lugar en el que pensé que estaría el erizo negro. El cementerio.

Aquel sitio que desprendía melancolía por donde quiera que lo mirases. A sus alrededores podía haber un arcoíris, que seguramente el fenómeno de colores esquivaría ese horrendo lugar, temeroso de que se apagasen sus colores. Nunca había perdido a algún ser querido, así que nunca había sentido la obligación de pisar aquel sitio. Hasta ese día.

Destino (ShadAmy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora