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Leticia

Nathaniel me carga en sus brazos hasta un cuarto. El ambiente es espeso, como si el aire estuviera cargado de una electricidad que amenaza con desatarse en cualquier momento. Me deja con cuidado en la cama, y al observar alrededor, noto que es su propia habitación. La cama, grande y perfectamente hecha, parece una invitación peligrosa. Nuestros ojos se encuentran, y sé que él está buscando en mi mirada una señal, algún indicio de que el vino ha nublado mi juicio.

Pero mi mente sigue clara, aunque el alcohol ha hecho que mi piel se sienta más sensible al contacto, que el deseo me queme más intensamente por dentro.

-- ¿Qué esperas? --mi voz suena más baja de lo que pretendía, casi como un susurro.

--Bebiste --responde él, sus ojos oscuros analizándome, pero también reflejando un anhelo contenido.

--Estoy sobria, Nathaniel. --Mis palabras son firmes, pero el tono de mi voz traiciona la tormenta de emociones que me envuelve.

Él se acerca un poco más, su mano rozando mi mejilla, y la tensión en el aire se hace palpable.

--No quiero que te arrepientas... -- murmura, como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo tanto como a mí.

--Lo que haría sería arrepentirme de no saber qué se siente... --Mi respuesta parece desarmarlo, y por un breve momento, veo una chispa de vulnerabilidad en sus ojos.

El peso de sus manos en mis hombros, la calidez de su piel a través de la ropa, todo se convierte en un fuego lento que amenaza con consumirnos. Este es el punto sin retorno, lo sé, pero el peligro de lo que podría suceder no me detiene, sino que me empuja más cerca del abismo.

-- Estas entrando a la cueva del lobo, Leticia --se acerca a mí y con su mano toma suavemente mi mentón-- Una vez dentro, es dificil salir...

-- ¿Crees que quiero escapar?

-- No. Pero siempre debo advertirte para que después no te arrepientas --toma mi mentón con fuerza y se agacha para besarme con deseo 

El sonido sordo de la puerta al cerrarse, resuena en mis oídos, un recordatorio de que estamos completamente solos, aislados del mundo exterior. Mi espalda se hunde más en las suaves sábanas de la cama, mientras el avanza sobre mí, su peso y su calor me envuelven por completo

En un momento de desesperación, mis manos van al borde de su pantalón para jalar la camisa hacia arriba, desesperada por sentir su piel contra la mía. Su piel está fría y arden al toque de mis manos en su espalda.

Sus manos suben a los tirantes de mis vestidos y los baja dejando al aire mi brasier sin tirantes. El vestido tenía unos muy delgados así que no pude usar uno de los normales, al menos tengo ropa interior a juego para esta ocasión

Mi vestido y su camisa decoran el suelo, cuando nos separamos del beso su mirada penetrante no se mueve de mis labios. Veo que sus manos van a su cinturón y lo sacan con cuidado para después lanzarlo junto a la ropa. Sus manos se pasea de mi cadera hasta mis muslos dando apretones leves y haciéndome estremecer por completo

Llevo una de mis manos a mi cara para dejar de mirarlo, mis mejillas arden y mi respiración se agita

-- Quítala --me ordena y lo miró de reojo-- Quiero verte tu cara cuando te estés corriendo con mi lengua

Toma mis manos y las aprieta con una sola suya. Se mueve y toma el cinturón para después hacer una especie de esposas que unen mis muñecas. Pienso protestar pero me silencia con un beso, baja sus besos a mi cuello sacándome suspiros y jadeos

Sus manos bajan a mi brasier y buscan el broche en mi espalda para quitarlo.

-- Nath... --mi voz sale más como una súplica

𝐴𝑏𝑖𝑠𝑚𝑜 𖦹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora