Capítulo 01

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Becky estaba acurrucada contra una almohada en el lado derecho de la cama, soñaba que adoptaba un braquiosaurio y que su esposa la echaba de casa por llegar a su puerta con un huevo gigante alegando que era la nueva mascota. Y hubiera tenido un sueño bastante lindo y lleno de quejas de su bella pareja, si no fuera porque esa chica que tanto amaba hizo un intercambio y se coló entre sus brazos exigiendo contacto.

El contacto que Freen necesitaba esa noche no se basaba en estar acurrucadas juntos en la mitad del colchón, así que fue acercando sus labios a las mejillas pálidas de la alfa muy despacito, acariciando con ternura y dejándose llevar por su rico aroma.

Becky en un primer momento relajó su cuerpo y dejó que la pelinegra indagara todo lo que quisiese puesto que pensó que se trataba de su ciclo de celo, porque usualmente solía ser así de mimada y quejica, restregándose contra su anatomía, dándole besitos dulces y obligándola a abrazarla con fuerza mientras reforzaba su marca. Amaba el celo de Freen por muchísimas razones pero era más especial cuando simplemente se daban cariño suavemente sin necesidad de pasar a otro nivel.

Pero la tranquilidad de Becky duró menos de cinco minutos.

Freen bajó a su cuello y lamió, dejó un par de besos húmedos para después pillarle con la guardia baja. Clavó sus colmillos sin remordimientos.

Y lejos de recibir un regaño corto o un gritito de Alfa, Becky carcajeó con la voz ronca y adormilada, logrando que Freen ganase confianza allí escondida. Mordisqueó con cuidado, hundiendo los caninos sin llegar a ser muy brusca aun sabiendo el aguante de la castaña.

—¿Y bien? —Su voz desmorona la parte sutil de aquel momento, Freen cambia de lugar su mordida y dirige sus labios ensalivados al brazo derecho de su menor, encajando mejor para después hundir sus muelas. Un quejido logra salir de Rebecca.

Sus colmillos son tan cariñosamente torpes en su dermis que apenas puede sentir, son prácticamente inofensivos y romos, pequeñitas perlas que duelen en su boca.

Freen envuelve con sus dedos finos el codo de su pareja y ejerce fuerza para que no logre separarse de ella.

—Deberías avisarme cuando quieras hacer esto, los niñas están en la habitación... —Dice acariciando sus cabellos enmarañados y le sonríe con ternura a lo que la omega solloza con gracia y asiente suavemente.

Tal vez sea un aviso para su próximo celo puesto que esos suaves sollozos y cuando eso sucede entra en una especie de burbuja donde se emborracha y sale de ella con un aire de Omega cariñosa y llorona. Y añadir a un celo el dolor de encías por sus cachorras era aumentar su estado de desagrado en general. Su naricita se irrita, deja que Becca le toque el cuerpo mientras que de ella salen cortos suspiros y algunos cuantos sollozos. Y aunque el mareo le resulte bochornoso y la haga lucir como una Omega necesitada de sexo, tiene a Becky.

Y enganchada en su bíceps ronronea feliz.

—¿Va mejorando? —Inquiere en un susurro, lleva sus caricias a la nuca y una clase diferente de instintos se activan en la alfa al rozar con la yema de sus dedos la dermis cálida y tersa, el olor de su sangre se va impregnando despacio en el ambiente y únicamente atina a verle a los ojos.

Freen se separa de su bíceps para pasar un pañuelo por la zona con algo de vergüenza, limpia la saliva de sus labios y saborea la marca que ha dejado en su piel pálida. El morado del centro y las gotitas rojas de cada uno de sus dientes, diferenciando sus colmillitos. Se dice a sí misma que es muy linda, que se asemeja a la que tiene en el cuello aunque la suya es de una Alfa de vampiresa.

Dirige sus ojos inocentes a los de la otra para encontrárselos con las pupilas dilatadas y el color rojo apoderándose del blanco de sus luceros, dándose cuenta del cambio.

—Gracias por dejarme hacer esto y perdón por desperdiciar todas tus soluciones... —Murmura con vergüenza y relame sus labios, toma su rostro y acaricia sus mejillas— ¿Quieres? —Pregunta y menea su cabeza hacia un lado, mostrándole la zona más vulnerable de un Omega.

—¿Puedes simplemente besarme? —Le responde y la agarra de la nuca para acercarla, es correspondida al instante por unos labios de rico sabor a fresa que no se detienen al ser dominados. Siente como ronronea y quiere aceptar su atrevimiento, una parte de ella da luz verde a lo que le sugiere y otra parte la retiene recordándole que es su esposa.

No puede beber su sangre.

—No me pasará nada... —Dice la tailandesa una vez libera sus belfos, lame los contrarios y Becky se mofa con incredulidad.

—Y antes decías que serías la primera Omega convertida en un vampiresa por una extracción pequeña de sangre. Ni siquiera pude saborear nada porque ya estabas llorando diciéndome que te volverías blanca...

—Drácula no me dejó buenas impresiones...

Becky se ríe de su mención. Pero realmente se prohibió a sí misma convertir aquello en un hábito de pareja, no era sano para Freen y a la larga acabaría siendo perjudicial para ambas. Se dijo a sí misma que esa vez sería la última. Porque Freen sabía demasiado bien y la amaba tanto que no podía darse el lujo de comer de ella.

—¿Un besito más? Aún duele...

—¿Y con un besito solucionarías tu dolor, bizcochito? —Becca bromea alzando una ceja en su dirección a la vez que sonríe. Freen aprecia su sonrisa mestiza y sus mejillas ganan el color carmín con fuerza.

—Sí. —Suelta con simpleza y baja la mirada.

Luego frunce sus los labios y se inclina hacia delante cerrando sus ojos, y habría chocado sus labios con los de la vampiresa, de no ser por un dedo que se posa sobre ellos y le retrocede. Escucha la risa de la alfa y se queja.

—Acabaré dándote un mordisco si sigues así...

—Uhm... que así sea.

Y la besa de todos modos, sus dientes chocan y sus lenguas se desplazan sobre la contraria, la siente muy fría y suave, como si estuviera contrastando sus temperaturas y texturas. Le divierte estar así una madrugada de un sábado, le emociona cuando Becky tira de su cintura y la mete entre sus piernas, el dolor en sus molares desaparece.

Un gimoteo escapa de la omega, removiéndose con nerviosismo cuando las manos frías se cuelan por su camiseta larga, siente cómo un dolor punzante regresa a sus encías, recordándole que aún está en proceso de crecimiento.

Parpadea un par de veces con el rostro de Rebecca frente al suyo, menea su cabeza dándole un besito esquimal y la ternura de su rostro se encuentra en sus mejillas acaloradas y en sus labios traviesos. El descuido de Becky está en admirarle como si fuese un Dios pero no podía hacer nada contra eso, admitía sin tapujos que Freen era la omega que había resquebrajado su corazón para adherirse a él de tal manera que fuese imposible desprenderlo sin romper nada en el proceso. Su corazón congelado se volvía cálido en las manos correctas.

Y le ve abrir sus fauces para acomodar sus dientes perfectamente en el otro brazo, sigue adolorido y su Alfa no le impide nada.

Le acaricia al final de su espalda y siente como se estremece entre sus brazos.

Pasan un par de minutos para que el chillido ligeramente aterrado de uno de los cachorras resuene en la habitación más cercana, y es entonces cuando las madres se ven entre sí decidiendo quién se hace cargo de la criatura.

Gana Freen, limpiando con la manga de su pijama los restos de saliva esparcidos en la piel blancuzca, niega alzar la mirada cuando se acomoda en su lado de la cama y la tierna acción hace que Becky no pueda renegar.

—¿Mejor? —Pregunta antes de salir de la cama, referente al estado de sus colmillitos.

Sarocha niega con vehemencia, nada podrá impedirle que la próxima mordida sea en los muslos de la vampiresa.

Nada.

The bunny bites ┊ Freenbecky omegaverse┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora