Capítulo 04

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—Freen, quiero que me mires ahora mismo —Ronronea Becky, pasando la lengua por los músculos tensos de su estómago, pero este ronroneo suena como una orden dada tan discretamente que la omega pierde un poco la cordura cuando se trata de complacer a su hambrienta vampiresa.

Freen traga saliva con dureza, diciéndose a sí misma que este comando no puede cumplirlo, de lo contrario simplemente arderá de vergüenza. Sus mejillas queman como el fuego de los arces otoñales, su respiración es pesada, histéricamente implorante, y el temblor de sus manos agarrando el cabello castaño de la vampiresa se vuelve simplemente obvio.

—Vamos, Saro—Becky besa la suave piel de sus muslos y nota como el temblor de sus muñecas se traslada a los blanditos muslos que tiene enfrente.

Quiere devolverle a la omega todas y cada una de esas mordidas sorpresa, clavar sus colmillos del mismo modo en el que Freen jugaba con los suyos sobre la piel ajena. La chica de cabellos oscuros ya había aceptado aquel trato, debía cooperar y dejarse llevar, pero le estaba resultando extrañamente placentero, tanto así que pensó varias veces cuánto tiempo llevaban los condones que guardaba en la mesita de noche. Porque estaba segura de que Becky los agotaría todos.

La vampiresa muerde despacio y flojo, solo bromeando con su delicada flor, quien justo ahora frente a ella desde todos los ángulos posibles se ve como el ángel más excitado y caliente de todos, siente su sangre más caliente y la tentación de extraer sangre de su cuerpo hace que todo sea un juego peligroso.

Y Freen es buena y mala al mismo tiempo: el calor se extiende por el cuerpo como el calor después de un sorbo de té caliente en invierno, y al cabo de un rato abre los ojos y trata de pensar al menos algo.

Resulta malo y muy inverosímil, porque en ese momento Becky toma lentamente el clítoris de la chica en su boca y pierde cualquier pizca de dignidad. Acaricia con la lengua, sin vergüenza, sin importarle realmente que Freen esté experimentando un millón de sensaciones placenteras, ella quiere explotarlas todas. No se avergüenza de hacer sonidos vertiginosos y sin aliento se separa de esa zona hinchada, finos hilos de saliva y fluidos se unen los labios arreboles de Becky.

Las mejillas de Freen se ponen más rojas pero esta vez no puede parar de mirar aquellos ojos oscuros. Tan brillante como una drusa de amatista. Deja que confunda sus propios deseos y se pregunta si en verdad Becky hace todo aquello para volverla loco. Deja que le haga latir el corazón como estúpido en el pecho, recordándole a cuando eran jóvenes.

Pero el placer se esparce como la melaza, donde sea posible e imposible.

Vuelve a besar el interior de su muslo y una casta risita sale de sus labios al relamerlos, puede sentir la vergüenza carcomerle la conciencia pero en ese momento le da igual ser un dominante, solo quiere disfrutar de ver a su pareja así de alterada.

Muerde un poco, besa suavemente la vulva de Sarocha y burlonamente exhala:

—Abre la boca, bonita...—Y avanza.

El corazón de Freen no solo se detiene, se congela y tiene miedo de moverse, como si fuera a ser perturbado por algún antiguo mal.
Becky la besa sin avergonzarse en absoluto.

Siente el beso y su propio sabor en la lengua, amargo y agrio, caliente y pegajoso. La lengua de Becky jugando en su boca parece ser algo increíblemente correcto. Y esta resonancia de sensaciones hace que Freen... se corra, cerrando los ojos a los destellos brillantes de las estrellas frente a sus ojos.

—¿Te sientes mejor ahora? —Becky susurra, cada una de sus palabras, dichas en un tono increíblemente complacido acompañadas de un beso en las mejillas, la nariz, los labios, los párpados cerrados.

—¿Todo esto por haberte mordido? —Suspira la omega dejándose caer en el colchón.

Freen quiere llorar un poco. Del éxtasis, naturalmente.

Planea devolverle a su novia el doble de ese placer recibido. Tal vez no haya alcanzado a morder mucho más que sus brazos y pectorales, que la imagen gentil y vergonzosa de Becky sea la que más demuestre en el departamento, pero Freen tiene un propósito en los siguientes días.

Va a joder a Becky de la misma manera en la que ella lo acababa de hacer, puede que use la misma táctica y acaben hechos un revoltijo de gemidos, pero también sabe patinar sobre su propio terreno.

Le hará saber que la dicha de un Omega no se resume en procrear bebés.

The bunny bites ┊ Freenbecky omegaverse┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora