Capítulo 03

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—¿Freenky?

—¿En qué foro dices que encontraste la solución?

Becky parpadeó unas cuantas veces antes de bajar la mirada a sus manos, donde un par de envoltorios metálicos brillaban con la luz del medio día, los barajaba con nerviosismo y de hecho estaba bastante avergonzada, y seguía sin entenderlo.

Todos suponían que la parte íntima en pareja estaría superada puesto que tienen la custodia de tres pequeñas cachorritas mestizos bastante lloronas y tiernas, pero la verdad es que a Becky le avergüenza hacer cosas subidas de tono con su pareja. Y Freen es la omega más desvergonzada frente a la vampiresa, siempre fue la primera en dar esos pasos calientes y ahora era la que estaba semidesnuda en medio del colchón juzgando mentalmente los "foros" consultados por Becky.

—Le escribiste a Charlotte, ¿cierto?

—Veo que me mintió...

—Mi dolor de colmillos no se calma teniendo sexo, es de sentido común...

Rebecca alzó sus belfos rositas en un puchero y regresó sobre sus pasos aún con la cabeza gacha, como si volviese de una batalla perdida y estuviera siendo regañado por sus padres. Y Freen no podía dejar que ese sentimiento feo se apoderase de su dulce Alfa, claro que no.

Bajó del colchón rápidamente, atrapando las manos de la inglesa entre las suyas y el contraste de sus temperaturas corporales le erizó la piel en segundos.

—Aún me duelen los colmillos, ¿piensas dejarme así?

Se señaló a sí misma meneando una de sus piernas desnudas por delante de la otra, la tela de su jersey no llegaba mucho más abajo de su cintura y el tejido negro de su ropa interior que se adhería a sus muslos se dejaba ver.

Si Becky antes estaba en un estado de humillación bastante avergonzada por haber creído en palabrerías sucias de su cuñada, ahora sentía otro tipo de vergüenza, una vergüenza que se manifestaba de forma diferente y, más específicamente, se mezclaba con otro tipo de sensaciones químicas, ocasionando una elevación dolorosa en...

—Si me dejo morder... —Susurró soltando los preservativos y dejándose llevar por los tirones suaves de su esposa— Yo también quiero probar...

Freen alzó una ceja al tiempo que se dejaba caer en el colchón de espaldas, abrió sus piernas ante Rebecca y entre risas divertidas dejó que se colocase entre ellas, mordiendo parte de su labio cuando la otra se aventuró a tocar sus muslos desde arriba, hundiendo sus falanges sin llegar a hacerle daño de verdad.

—¿Quieres morderme? Ya tengo una mordida tuya bastante dolorosa en mi cuello.

—Esa solo le advierte a todos que tienes una Alfa bastante atenta y servicial que cuida de ti y de tus cachorras —La omega entrecerró sus ojos bufando por la definición— Y tus micro mordidas les recuerdan a todos que tengo una Omega que cuida de mí y de mis cachorras... —Musitó rodando los ojos cansada.

La relación debía ser 50-50, ¿cierto? En su relación no había roles marcados como tal, aunque Freen fuera la omega, no debía privarse de defender a su Alfa si así lo requería la situación, ¿no? Y Becky dejó claro que la crianza de sus cachorras no se basaría en dejarle el trabajo pesado al tailandesa.

—¿Micro mordidas? —Inquirió dañado sentimentalmente por dicha afirmación— Nam pensó que te habías peleado cuando vio mis hermosas mordidas en tus brazos...

Becky negó suavemente y bajó a la altura de su rostro, rozó con cuidado sus labios por encima de los finos e impacientes del tailandesa.

—¿Me dejas? —Preguntó para confirmar, sus manos habían cambiado de dirección y estaban subiendo una vez más, adentrándose en el jersey de poliéster. Freen era tan caliente que Becky podía jurar que podía volverse adicta a su contacto.

Una pequeña sonrisa se asomó y asintió, alzó sus manos dejando que la prenda fuese retirada y arrojada por alguna parte de la recámara. Sus pechos redondos y suaves se movieron un poco con la última acción y dejó a la omega al descubierto. Atinó a taparlos con rapidez.

—No me acostumbro a tenerlos... —Murmuró relamiendo sus labios, la alfa los veía con curiosidad.

Hasta entonces la había visto desnuda muchas veces desde que tuvo a las cachorras pero siempre temía preguntar si podía tocarlos, sentía que, hasta el momento, no se sentía cómoda con los cambios en su cuerpo y estaba dándole tiempo a amar esos pequeños detalles. Freen andaba mucho tiempo desnuda en casa, una exhibicionista en toda regla, pero tenía una Alfa tímida que no se atrevía a explorar sin pedir permiso, lo podía descubrir desde lejos apartando la mirada y absteniéndose a espiar.

Y de hecho estaba esperando que llegase el día en que su curiosidad no pudiese quedarse quieta y se animase a hacer algo con sus pechos que no fuese solo mirarlos, había leído sobre la estimulación de estos y tal vez su Alfa encontrase un nuevo entretenimiento en ellos.

—¿Duele mucho cuando les das de comer? —Becky se dejó caer un poco sobre el cuerpo de su pareja sin llegar a aplastarla, su rostro estaba entre los bultitos aún tapados y una sonrisa tonta se escapaba de Freen.

—Al principio sí, ahora no noto cuando les estoy dando...

—¿Puedo verlos?

Chispas se pintaban en los luceros negros de la vampiresa a la hora de dejar caer la pregunta, curiosa por ver descubiertas sus dos pechos. Y Freen debía aprovechar verla tan atrevida, aunque le asustaba que Becky no reaccionase de buena forma y que los cambios de su cuerpo fueran contrarias a lo que estaba acostumbrada. Tenía miedo de no gustarle de esa forma.

Los destapó despacito, permitiéndose ver cómo la mirada de Becky seguía las elevaciones con un sonrojo fortísimo en ambas mejillas, pues con su piel tan pálida era muy fácil apreciar su vergüenza. Los labios de la omega temblaron al tener las palabras en la garganta, siendo incapaz de decirle algo.

Su piel blanca y febril, el pezón adormilado y suave, la areola oscurecida y el grosor del pecho. Becky lo detalló a su tiempo, volteando hacia la tailandesa una vez más únicamente para encontrarla con los ojitos cerrados y el ceño fruncido, esperando a que le dijera algo al respecto.

—Quiero tocarlos.

Freen le iba a dar el permiso al instante, pero Becky ignoró hasta su propia pregunta, pasando su lengua húmeda y blanda por la dermis cálida de su seno hasta hacer un camino de saliva y llegar al pezón. El cuerpo de Freen respondió rápidamente y no logró tapar su boca antes de que un suspiro de satisfacción se escapara de sus belfos, estremecida y con las piernas temblorosas volteó a verla.

—¿Qué...

—Tú me muerdes en dónde quieres mientras duermo, así que el cambio que pido es muy justo —Declaró con las comisuras de sus labios alzándose— Me gustan tus senos, son bonitos, gorditos y suaves... serán míos ahora.

Relamió sus labios antes de recargarse sobre Freen, obligándola a besarla de forma lenta y suave, avisándole de forma silenciosa que esta vez harían las cosas de diferente manera. Y supo exactamente de qué se trataba cuando atrapó sus pechos con ambas manos, la imagen grande y fuerte de la alfa le hizo acceder a su naturaleza sumisa y dócil, permitiéndole sin ningún tipo de freno su cuello.

Lo siguiente que recordaba era a Becky dándole un pequeño beso en la mejilla para luego clavarle los colmillos en la curvatura de su cuello.

The bunny bites ┊ Freenbecky omegaverse┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora