Freen estaba algo molesta con su pareja, puede que sea por el efecto retardado que posee ella misma o por la torpeza a la hora de pillar indirectas. Desde temprano, cuando ambas se quejaron en la cama por los llantos coléricos y asustados de una de sus bebés, habían dado por sentado que no tendrían un día de paseo y que el tiempo era propenso para descansar en su hogar... si sus retoños permitían aquello, claro está.
Pero Freen estuvo lanzando un millón de miradas sutiles e insinuantes, anduvo gruñendo por los pasillos como un cachorra enfurruñada repitiendo una y otra vez la molestia que le causaban sus colmillitos, por no contar el número de veces que se plantó al lado de su pareja y le dijo que quería una solución.
Becky ignoró todo aquello casi sin querer, Freen nunca se especializó en ser directa.
La hora de trabajo de la vampiresa llegaba después de comer, tenía una corta jornada detrás de cámaras y otra que se resumía en ella dando las noticias desde el despacho con su trajes negros y su corbata de ositos.
Solía dejar la puerta cerrada por el ajetreo continuo de sus tres cachorras y era normal verle hiperventilar cuando Freen se cuela en la sala a tomar algo o a decirle algo. Existían reglas en su hogar y una de ellas era no interrumpir la grabación de Becky en ninguna circunstancia, pero la Omega tailandesa siempre hace caso omiso y pasa de todas maneras. Si ya de por sí era común saltarse esa regla, Freen añadía dosis de molestia y decepción ese mismo día, por lo que todo aquello hizo mella en ella, haciéndole llegar al despacho de Becky con su mejor mueca de inocencia.
Se suponía que Becky estaba molesta con ella desde la tarde anterior, pues la alfa alardeaba que ahora le faltaba un trozo de titán. Anduvo bufando y gruñendo por todo el camino, diciéndole que sería buena idea visitar un médico para arreglar el problema, Freen se mofó sugiriéndole que tal vez debería comprar tiritas de corazoncitos y darle mimos para que se irguiera una vez más.
Ah, es que ya no se le para.
—Becbec... —Susurró.
Becky pasó saliva y mantuvo sus ojos negros en la lente de la cámara, recia a obedecer a su pareja.
—Becbec... —Repitió y echó un corto vistazo al pasillo, sus rechonchos bebés estaban muy entretenidas peleando por un juguete así que no les importaría si su mamá salía de su campo de visión por un par de minutos— Becky... —Musitó alzando un poco más la voz.
El corazón de la alfa comenzó a bombear con intensidad bruta, llenando sus arterias y venas con sangre que dejaba de circular en su rostro, volviéndolo rojo y marcando mucho más las venas de la frente. Freen juraba haber visto el tic nervioso en el ojo derecho de su bonita esposa y eso la hizo reír desde su sitio.
—Vendrás a buscarme, manca.
Y cerró la puerta con fuerza. Llegó al lado de sus tres vampiresas bonitas, enternecida por sus reacciones chillonas al verle asomarse. Pero lástima que a ella la vean como la portadora de comida y el reproductor de las mejores nanas de cuna. Becky se lo explicó muchas veces, las pequeñas tenían su sangre y eso hacía lógicos algunos de sus comportamientos repulsivos cuando comparten momentos que para la omega son lindos.
Los vampiresas son seres desenamorados con sus padres y con su familia en general, solo desarrollan sentimientos de amor y aprecio cuando tienen conciencia y son capaces de pensar individualmente, guiándose por el trato y el amor que reciben de personas ajenas. Así que sus padres tienen la obligación de amarlas aún si el sentimiento no es recíproco.
Aún con esa información, Freen quiere pensar que ellas heredaron también parte humana y no todo se lo llevaron del blandengue fantasmal de su esposa.
View era una bebé muy celoso y resentido, solía ser la más llorona cuando se trataba de esperar por comida, físicamente se parecía más a Freen que a Becky, solo que el tono de la omega no se llegó a dar por la pigmentación blanquecina que le otorgaban los genes de Becky. No le gustaba el baño compartido con sus hermanas porque ellas amaban patalear en el agua y dar manotazos para hacer salpicar toda el agua posible, sin embargo dormir en compañía de las otras dos era su parte favorita del día.
BMine era el bebé del medio, el que nació después de View y antes de Marissa. Desde que tiene uso de conocimiento, BMine aprendió a usar el chantaje y el llanto para conseguir todo aquello que quería. Cuando probó por primera vez las papillas de frutas y los purés de verduras amó esa forma de alimentarse y a sus nueve meses ha ignorado comer de la teta de su madre pues le parece más emocionante sentarse junto a los mayores en una mesa mientras le dan de comer.
Marissa era la más pequeña de los tres porque aún no aceptaba que debía remplazar el pecho por papillas y purés, tenía pequeños dientes y ahora se vengaba cuando querían separarla de Freen, haciendo daño a la omega que se planteaba dos veces la posibilidad de no darle pecho y obligarla a comer otra cosa. A pesar de ser más pequeñita que el resto, es la más valiente a la hora de intentar andar, sus regordetas manos se agarran de cualquier superficie alta para darse impulso y echar a andar.
Las trillizas de Rebecca no se parecen ni físicamente ni en su personalidad, cada una es diferente y, aunque heredaron características físicas de sus progenitoras, tampoco comparten un carácter similar a ellas.
—¿Qué querías? —Becky llegó al salón casi veinte minutos después, pillando a la pequeña Omega con uno de sus bebés en su pecho.
—Arrancarte el trozo que te queda. —Se mofó Sarocha ignorándola.
—Ja ja... —Algo resentida se sentó a su lado tomando a una de las trillizas como rehén— Solo yo puedo darte más de estos. —Dijo altanera refiriéndose a las tres cachorritas de vampiresa.
Freen hizo un sonidito y no dijo nada más, ignorándola.
Tuvieron que pasar un par de minutos, unos cuantos comentarios de parte de Becky fueron lanzados para querer iniciar una conversación con la estoica omeguita que amantaba a la bebé sin intenciones de hablar con ella.
—¿Sabes si Billy vendrá esta noche? —La otra alzó una ceja. Becky sabía jugar.
—No sé. —Soltó con simpleza.
—Le llamaré. —Un asentimiento de cabeza le indicó que le daba igual— ¿Por qué no le llamas tú? Es tu mejor amigo, siempre hablas con él de todo-
—Ya le dije que te estropeé el pene, no sé si quieras cenar con él sabiendo que tiene en la mente la imagen de tu hombría flácida y masticada.
Becky relamió sus labios finos. Cinco segundos después se fue a su despacho con Marissa.
No solían pelear ni discutir, ni llevar todo al punto de volver sus estancias comunes a la incomodidad, pero ambas coincidían en que jamás hablarían de manera incoherente frente a los tres bebés. Así que cuando Becky entendió que de su boca podía salir algo brusco, se marchó llevándose a una de sus cachorritas. Antes resolvían sus problemas en la cama, puede que no sexualmente, pero acostarse una al lado de la otra, hablar por turnos, expresar sus sentimientos, dar sus opiniones, callarse y meditar era lo más sano que tenían para arreglarse.
Porque el día que solucionaron un ataque de celos de manera sexual, acabaron con tres bebés en camino.
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The bunny bites ┊ Freenbecky omegaverse┊
FanfictionDespués del nacimiento de sus tres cachorras, la omega obtiene prominentes pechos llenos de leche para amamantarlos. Del mismo modo, ve un cambio en sus colmillos. Pequeñitas perlas filosas que duelen en su boca y necesita algo para morder y, ¿qué e...