Capítulo 08

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—¿Estarán bien? —Una de sus cachorras le seguía con la mirada, como si con sus ojitos quisiese darle tanta pena que regresaría sobre sus pasos y la sacaría de allí.

—Lo estarán. —Afirmó la omega cerrando las solapas de su abrigo marrón, instintivamente vio hacia sus tres cachorras y las encontró viendo a Becky fijamente, como si supieran que la alfa era la más propenso a retractarse sobre la idea de una guardería— Necesitamos trabajar, Becbec... —Murmuró tomándole de la mano para comenzar a tirar de ella.

—Con un sueldo sobrevivimos.

—Exactamente. —Exclamó de camino a la salida, sintiendo las bajas temperaturas adueñarse de las zonas más cercanas al exterior, solo esperaba que la sala de sus bebés estuviese climatizada— Sobrevivimos y ya, tenemos que darles una buena vida a esas tres vampiresas.

Becky alzó su labio inferior en un puchero temporal, pronto tuvo los bellos belfos finos de su Omega posados en su boca y exigiendo un beso más profundo. Sabía perfectamente cómo hacerle volver a la realidad cuando sus sentimientos la conducían y se dejaba guiar ciegamente.

Freen llevaba sin trabajar desde que cumplió cinco meses de embarazo, fue justo después de salir de la consulta mensual el día que les informaron que se trataba de un embarazo triple. Desde entonces se alejó considerablemente de los despachos y del bufet, dejó de dar conferencias desde casa cuando llegó el día del nacimiento y fue posponiendo trabajos hasta que su jefe le dio la baja totalmente.

Podía entender las ganas de la omega de volver a su campo de trabajo, tal vez ser abogada no le daba respiros suficientes en los años anteriores y llenaba su agenda incluso los días no laborables, pero ella amaba ser el centro de atención en la agencia, saber que era la primera Omega en su sección era lo que la llenaba de orgullo.

—Pero no quiero dejarlas allí... —Prosiguió la alfa cuando los labios cálidos de su pareja dejaron de tocar los suyos, sintiendo frío una vez más. Saboreó sus propios labios fijando sus ojos en los contrarios— ¿Las traemos mañana? Volvamos a casa, yo te preparo una malteada de fresa y tú haces bizcocho de zanahoria, ponemos Toy Story y-y—

—Becbec... —Se quejó frunciendo sus labios, atrapó las mejillas pálidas y acarició suavemente.

Era la primera vez que dejaban a sus tres bebés en la guardería sabiendo que no las verían nuevamente hasta las seis o siete de la tarde, hora en la que Freen salía de su agencia y pasaba por ellas. Habían frecuentado la posibilidad de dejarlas al cuidado de niñeras un par de veces pero fueron fechas precisas y algunas horas, pasar de esos ratitos a una jornada completa no era fácil de procesar.

Mucho más para una Alfa tan apegada a sus crías como lo era Becky.

—Intentaré salir temprano, ¿sí? Vendré por ellas y nos encontraremos en casa, prepararé tu bizcocho y lo compartiremos como postre-

—No es lo mismo... —Musitó entre dientes alzando una vez más su puchero.

—Ya lo sé, amor... —Murmuró, dejándose caer en el pecho de Rebecca, rápidamente fue envuelta entre sus fuertes brazos y sintió cómo ejercía algo de fuerza para reconfortarle.

No era fácil para ninguna pero debían dar el primer paso.

—No quiero dejarlos aquí, Becbec... —su voz sonó errática y quejumbrosa, el nudo en su garganta le impedía formular bien las palabras— Pero no haremos bien quedándonos con ellas, tenemos que asegurarles una buena vida, ¿recuerdas?

—Te recuerdo que con mi sueldo podría cubrir los gastos de sus vidas enteras.

Freen masticó su labio un par de segundos, dándose fuerzas a sí misma para alzar la mirada y enfrentar a la más alta, desde allí le intimidaba y le enternecía al mismo tiempo. Tan prominente pero tan dulce al mismo tiempo.

—¿Sabes? —Habló con su mentón puesto en el pecho de Becky, enterrado en sus fuertes brazos— Volveré a morderte el pene si sigues infravalorando mi trabajo. No estudié tantos años para quedarme en casa con mis tres hijas esperándote, te amo pero amo que me elogien por hacer algo por lo que tanto luché. Así que sácame de aquí o lo primero que haré será morderte el pezón, te aseguro que tu hija muerde más fuerte.

Rebecca alzó una ceja y con una sonrisa tímida se agachó para dar un último beso en su frente. Tenía las mejillas rojas. Sería por el frío, por la vergüenza o por la adrenalina que se adentró en su sistema al escuchar a su Omega decirle aquello, ¿no le había dado permiso para morder? Ahora tenía curiosidad por experimentar. No había probado a morder... bueno, aún no le había mordido las tetas como dijo un día.

—Está bien... —Estrujó un poco más su cuerpo y por fin salieron de la recepción de la guardería, se despidieron de las tutoras y se marcharon por el mismo sitio.

Puede que Freen conociese muy bien a Becky o también influyó el hecho de que la alfa fuese muy fácil de leer, tanto en sus expresiones como en las reacciones inmediatas que hace cuando algo le sorprende o asusta, fue exactamente eso lo que le dio a Freen una pincelada sobre los deseos que tenía su Alfa.

—Becbec —Le llamó cuando estaban separados por una acera, el semáforo había cambiado a su color rojo para los peatones y los coches fluyeron entre ellos— ¡Te dejaré morderme las tetas si sobrevives hoy!

Varias personas dejaron de estar interesadas en sus quehaceres cuando la voz de la omega les llamó la atención, bueno, más bien lo que dijo les dejó en estado de asombro. Pero la vergüenza se la llevó la vampiresa.

—¿En serio? —Preguntó en automático mientras se señalaba a sí misma, imaginando muchas cosas. ¿Cómo podía su Omega ser tan linda y obscena al mismo tiempo?

—Las dos. —Aclaró y apartó su abrigo para alzar sus senos redondos.

—¡No hagas eso aquí! —Exclamó asustada, buscando rápidamente los ojos de gente pícara viendo a su esposa— ¡Son míos y de una tal Marissa!

The bunny bites ┊ Freenbecky omegaverse┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora