Brasil, 1980. Un joven adulto se preparaba para salir de su hogar. En aquella época, Río de Janeiro era una ciudad vibrante, llena de movimiento, donde el metro había revolucionado el transporte, conectando a las personas a lo largo de la ciudad.
Con cuidado, eligió una vestimenta especial: era un conjunto significativo, un regalo de su madre para celebrar su cumpleaños número 18. Se puso una boina roja, un polo negro, pantalones azules y una chaqueta marrón. Al terminar, caminó hacia el baño para peinarse, pero algo lo detuvo.
Aquel hombre tenía una particularidad: jamás miraba su reflejo. Sentía un profundo rechazo hacia sí mismo, una aversión que lo carcomía cada vez que veía ese rostro. Odiaba tener aquel semblante, una imagen que parecía cargar con un peso que prefería evitar.
Le tomó dos horas llegar desde su departamento hasta el lugar al que deseaba ir. Estaba lejos de la ciudad, entre colinas y cerca de un extenso bosque. Al llegar a su destino, no tuvo necesidad de tocar la puerta; esta se abrió por sí sola.
En la sala de aquella casa encontró a Crina. Los años habían dejado su huella en ella: ya tenía algunas arrugas en el rostro, y las cicatrices que alguna vez fueron marcadas ahora eran apenas visibles, salvo una que seguía destacando. Estaba sentada cómodamente, leyendo un periódico.
-¡Hijo! ¿Cómo estás? -dijo Crina, levantando la mirada con una cálida sonrisa.
-Hola, mamá. ¿Cómo has estado? -respondió Raimundo, acercándose con cariño.
-Pues como siempre, vivir en un lugar tan apartado hace que no pase nada interesante -dijo Crina, con un tono relajado.
-Te lo dije, mamá, podrías quedarte conmigo. Así verías que la ciudad no es tan mala como crees -respondió Raimundo, con una sonrisa.
-Nah, la sociedad ya te atrapó a ti. Yo no pienso acercarme a ese nido de ratas -replicó Crina, dejando escapar una risa sarcástica.
-Ja, ja, muy graciosa -contestó Raimundo, negando con la cabeza.
-¿Y tú? ¿Cómo te ha ido? ¿Ya descubriste un virus mortal para acabar con la humanidad? -preguntó Crina con humor ácido.
-Ja, ja, nada de eso. De hecho, tomé mis vacaciones por adelantado, gracias a mis aportes en el laboratorio -dijo Raimundo, con un aire de orgullo.
-El prodigio de la virologia, ¡wooow! Tan interesante... Si fueras tan listo, ya habrías conseguido tu doctorado, jaja -dijo Crina con una sonrisa burlona.
-Sabes que hacer una tesis es difícil, incluso si ya cumplí con los requisitos previos... -respondió Raimundo, sin perder la calma.
-Lo sé, tontito. Yo ya tengo cinco -dijo Crina, haciendo una mueca de superioridad.
-Pfff, presumida -dijo Raimundo, burlándose mientras se cruzaba de brazos.
-¿Y dime, ya conociste a alguna chica linda? -preguntó Crina con tono curioso.
-No tengo tiempo para conocer mujeres, mamá. Estoy la mayor parte del tiempo en el laboratorio. Aun si lo intentara, no estoy para eso de las citas -respondió Raimundo, encogiéndose de hombros.
-¿Qué? ¿Te da miedo que no les guste un virólogo? -bromeó Crina, levantando una ceja.
-¿Y quieres que les cuente mis investigaciones a una mujer sin que se aburra? -replicó Raimundo, riendo.
-Quizás a muchas chicas les gustaría saber que tienes de mamá a una genio -dijo Crina, sonriendo orgullosa.
-Mmm... -dijo Raimundo, pensativo.
-Ya te caerá la chica correcta. ¿Recuerdas a esa niña, Smooth? Como paraban juntos... Una lástima que se haya ido del país.-dijo crina
-Sí... lástima... -respondió Raimundo, un tanto distante.
![](https://img.wattpad.com/cover/338975535-288-k829244.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Cross Odyssey parte 2: Hijo de Hombre
Ficción Generalen el Año de 1970, Luego de los acontecimientos de la parte 1, Un niño de 11 años, Niko Cruz, quien a perdido la memoria, Tendrá de Vivir Una nueva odisea Junto a sus amigos, siendo perseguidos nuevamente por el encapuchado y Con nuevas Habilidades...