Capitulo 16 (FINAL): Corazón partío

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Parecía un sueño. Niko se encontraba en un vasto campo cubierto de suaves flores rosadas que se mecían con el viento. Las hojas, de un azul profundo, caían con delicadeza desde los árboles que parecían tocar el cielo. Todo era tan mágico, tan tranquilo, que por un instante se olvidó de todo lo que había pasado.

En medio de aquel prado, una estatua imponente se erguía, su presencia llenando el lugar con un aura solemne. Era la figura de un hombre, tallada con un detalle tan preciso que casi parecía viva. Algo en aquella estatua le resultaba extrañamente familiar, como si lo conociera de alguna parte.

—¿Estás perdido, niño? —dijo de repente una voz grave, serena pero fuerte, que venía del hombre mismo.

Niko parpadeó, confundido, mirando a su alrededor.

—¿Eh? Bueno... creo que sí... —respondió, rascándose la cabeza—. Se supone que debería estar con Crina.

—¿Se supone? —repitió el hombre con una ligera sonrisa—. Pero no estás con ella. Estás aquí. ¿No crees que debe haber una razón para eso?

Niko bajó la mirada, pensativo, antes de encogerse de hombros.

—Supongo...

El hombre inclinó un poco la cabeza, estudiando al pequeño niño frente a él.

—Dime, ¿qué fue lo último que hiciste antes de llegar aquí?

Niko levantó la mirada, sus ojos aún cansados pero determinados.

—Acabé con la vida de un tipo malo.

El hombre soltó una pequeña risa, un sonido cálido que llenó el prado.

—¿En serio? ¿Era el peor de los malos?

—Sí, el malo maloso... —respondió Niko con una ligera sonrisa, cruzándose de brazos como si intentara parecer serio.

—Entonces cuentame, ¿quién eres tú? ¿Por qué estás aquí?

El hombre guardó silencio por un momento, su rostro tranquilo, pero sus ojos parecían sostener siglos de sabiduría.

—Tal vez la pregunta correcta sea... ¿quién eres tú?

Niko frunció el ceño, desconcertado.

—¿Qué quieres decir? Yo soy Niko...

—Nah ah, no me mientas, pequeño. —La voz del hombre sonó firme, pero con un tinte de bondad en ella.

—¿Pero qué? ¡Es la verdad! Soy Niko. —respondió el niño, algo molesto.

El hombre negó con la cabeza, sonriendo ligeramente.

—Vamos, tú sabes quién eres. Ya lo has sabido desde hace un buen rato.

Niko frunció el ceño, confuso al principio, hasta que bajó la mirada al suelo. Un nombre que no usaba desde hacía mucho resonó en su mente, como un eco olvidado.

—...Raimundo...

La sonrisa del hombre se ensanchó mientras asentía.

—Eso es. No debes ser desconsiderado con el nombre que tu padre te dio... —dijo, inclinándose para acariciar con cuidado la cabeza del niño.

Niko sintió un extraño calor en su pecho al escuchar esas palabras.

—Entonces dime... ¿quién eres tú? —preguntó, levantando la mirada hacia él.

El hombre guardó silencio por un instante, como si considerara cuidadosamente sus palabras.

—¿Yo? —su tono se volvió más suave—. Soy solo un rey olvidado. Nadie recuerda mi nombre... mi voz... ni siquiera mi rostro.

Cross Odyssey parte 2: Hijo de HombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora