So hot| 01

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Capítulo 01

Para Oriana no había nada más odioso y estresante como el día del abordaje para algún viaje o paseo. Y es que tener su casa llena del bullicio de la familia y a su esposo detrás de ella haciéndole la misma pregunta reiteradas veces la exasperaba.

—¿Mi maleta está lista?

—Sí, Jorge.

Pero esta ocasión era diferente, toda la tarde se la había pasado nerviosa caminando de un lado a otro, debido a lo último que le había dicho Jorge antes de acostarse a dormir.

"—Isa irá con nosotros de vacaciones."

Esa frase no había dejado de retumbar en su cabeza durante toda su desvelada. Pensar en compartir el mismo techo con su hija, su niña, la aterraba horriblemente. Ya no podía estar confiada de tenerla cerca, no después de que descubrió hace años esos escritos en esa vieja libreta que siempre andaba.

¡Su Isabelle escribía cosas indecentes!

Pero no era ese el problema, porque ella la entendía. Era una adolescente con las hormonas alborotadas que utilizaba la escritura para liberar lo que sentía, Oriana prefería mil veces eso a que anduviera con un muchacho cada día.

La cuestión venía cuando esa tarde ella leyó esas páginas y encontró su nombre en cada una de ellas, y empeoró cuando al llegar de la universidad se lo confirmó y tuvo la osadía de tocarla y besarla.

Por la tarde habían discutido y por la noche lloraba preguntándose qué había hecho mal.

Poco después su hija partió de casa y ni su tristeza dejó que la retuviera. Ella lo sabía, Isabelle se había ido de su hogar por ella, porque la empezó a evitar y la muy buena relación de madre-hija que llevaban se había roto.

Muchas noches se había preguntado por dónde vivía, si se estaba alimentando bien, si le estaba yendo bien en la universidad; y aunque tenía su número de celular, su fuerza de voluntad podía más que su tentación.

—¡Yo voy!

La voz de su pequeño sobrino de ocho años hizo que se realizará en medio de su caminata.

—¡Isa!

Había llegado.

Pronto se escuchó por toda la sala algunos murmullos de su familia, para nadie era un secreto que a nadie (a excepción de los pequeños) le agradaba su hija, así que no se esforzaban por ocultarlo.

—Buenas tardes.

Pudo sentir en ese momento como una corriente la recorría por toda su espalda a medida que dió media vuelta para encontrarla.

En su garganta se atascó un jadeo cuando la vio.

Unos ojos verdes como los de Jorge la miraban fijamente, la pobre mujer quería preguntar si ella realmente era su Isabelle, porque la muchachita que se encontraba parada en medio de la sala no se parecía a la adolescente de diecinueve años que partió de su casa.

—¡Isa!, ¡Mi niña, cuanto te extrañe!

Su esposo no había tardado en abrazar a Isabelle, dejándole besos en la frente e incomodando notablemente.

—Ya papá— se quejó.

—Estamos muy contentos de que hayas decidido ir con nosotros a la cabaña familiar, ¿verdad Ori?

La mirada de todos había caído en ella esperando por su respuesta. Oriana de repente había olvidado cómo se articulaban las palabras.

—S-Sí, por supuesto.

Su tartamudeo le había hecho gracia a Isabelle, su madre era una tierna y eso la calentaba. La mujer no pasó desapercibido el recorrido que le hizo su hija con la mirada, lo que le confirmó que ella seguía con los mismos pensamientos de hace años y que estar cerca de ella era un peligro.

—No me lo hubiera perdido por nada.

Sintió la necesidad de esquivar su mirada y así lo hizo.

"—¡Santos cielos!, ahora no podré disfrutar las vacaciones— pensó."

Un carraspeó proveniente de la hermana de su esposo interrumpió el "momento familiar".

—Creo que ya deberíamos ir subiendo a la furgoneta o se nos hará de noche.

En unos pocos minutos todos los integrantes se encontraban fuera de la casa, escogiendo cada uno su lugar.

—No alcanzaremos todos— comentó Nidia.

En efecto, no alcanzaban todo, ya que llevaban demasiado equipaje.

—Bien, esto es lo que haremos— habló José, el hermano de Jorge—. Los niños se sentarán con sus madres, Lena, Sofía y Albert en la segunda fila y...

—Solo faltarían Oriana e Isabelle— completó Pablo, el esposo de Nidia.

En cuanto escuchó su nombre, trató de mantener la calma. Confiaba en que su esposo daría una solución al gran problema.

—Sí...

—En la última fila está el equipaje, pero creo que si lo acomodamos bien, podemos desocupar un asiento.

—¡Perfecto! Oriana podría llevar a Isabelle, el viaje no es muy largo y...

—No, ¿cómo crees papá?, no dejaría que mi madre vaya incómoda. Yo puedo llevarla sin problema alguno; además, no debe pesar mucho.

Todo su cuerpo se tensó.

Por favor no, por favor no.

—Oh, eso sería maravilloso. Ori, amor, tu vas con la niña.

La mujer quiso replicar, pero no se atrevió ni tuvo la oportunidad, porque cuando fijo la mirada en el lugar que se encontraba su esposo, este ya estaba en dirección a los asientos delanteros junto a José y Pablo que se turnarían para manejar.

Con las piernas temblando subió a la furgoneta y caminó hasta el final donde se encontraba su hija, sintiendo estancado el aire en su pulmones cuando fijó su vista en ella.

Una oración recitaba en su mente para que las cosas no se salieran de control durante las próximas horas.

—Apúrate mamá que el carro ya va a marchar— pronunció Isabelle palmeando su regazo.

Oriana lentamente atravesó el equipaje hasta el asiento que daba a la ventana, sentándose apenas tocando la piel de su hija.

—Sin temor, mamá. Quiero que vayas cómoda— susurró la menor en su oído.

Un chillido casi escapa de sus labios cuando las suaves manos de Isa la tomaron de sus caderas y la sentó completamente bien sobre ella, provocando un leve temblor en su cuerpo por la sensación.

Oh joder, ella esperaba tener un viaje tranquilo y también esperaba que su plegaria hubiera funcionado.

So forbidden [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora