So hot| 03

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Capitulo 03| parte dos


Pronto sintió su mano ser liberada tímidamente.

Joder, ¿en que momento la conversación había cambiado?

No importaba ahora.

Tomó de las caderas a su madre y presionó su pelvis contra su redondo trasero desnudo, arrancándole un jadeo. Continuando con su tarea de repartir besos por su cuello, descendió su mano hacia la zona sur.

Oriana tuvo que morder su labio, cuando se sintió desesperada por el toque de su hija.

"—¿Cómo se sentiría ser tocada por una mujer?— la pregunta simplemente se formuló en su mente sin permiso alguno. La vergüenza le invadió la sangre."

Sintió un pequeño escalofrío cuando los dedos de su hija la tocaron, obligándose a retener el gemido que quería escapar de sus labios. ¡Santo cielo!, ¿qué cosas estaba haciendo?, ¿y por qué lo disfrutaba tanto?

Su sexo palpitaba, la humedad ya resbalaba por sus muslos y cada palabra que soltaba Isa, solo aumentaba su deseo por correrse.

Correrse. ¿Hace cuanto esa palabra no estaba en su mente y en su diccionario?

No fue capaz de articular palabra, ni volver a detenerla una segunda vez, de hecho la resistencia ya no era una opción. Simplemente se dejó llevar por el placer, por los besos y las caricias que su hija le proporcionaba.

—Isabelle— gimió anticipadamente, desesperada porque ya la tocara.

Con una sonrisa satisfecha y provocativa, dejó que sus dedos se resbalaban por sus lampiños pliegues, arrancándole a su madre un largo y sonoro gemido. Un siseo escapó de los labios de Isa y un cosquilleo llegó a su centro en cuanto tocó la deliciosa fuente de placer.

Inmediatamente encontró su clítoris, su botón de placer. No tardó e inmediatamente empezó a estimularlo en círculos, sintiendo flaquear las piernas de Oriana. Las manos de su hija recorrían su trasero, apretando, enterrando sus uñas, dejándole marcas.

—Mirate, madre— susurró en su oído—. Mírate al espejo, disfruta de tu placer.

Oriana obedeció a sus palabras. Vio su reflejo en el espejo y el de su hija, encontrándose con sus ojos y sintiendo el momento exacto en que sus dedos se deslizaron con facilidad en su interior, llenando la pequeña habitación de un sonido obsceno, excitando aún más.

Isabelle la penetraba lenta y duramente, sintiendo la calidez del estrecho coño de su madre. La mano con la que sostenía su cadera, se dirigió a sus pechos y pellizcó, jaló sus duros pezones.

—¡Isa!— gritó sin pudor.

El trasero de Ori tomó vida propia y empezó a frotarse contra la pelvis de su hija, provocando que el centro de su hija escurriera.

—Quiero que me digas que es lo que está sucediendo con Jorge, mamá— pidió con dificultad.

—Ahhh— los gemidos de su madre eran música para sus oídos.

—Te pedí algo, mamá.

Una fuerte nalgada paró en su trasero, haciéndola brincar de sorpresa, pero provocando otro gemido, un gemido de gozo.

—Na-nada. No pa... ah— el gemido la interrumpió cuando frotó su clítoris— No pa-pasa nada.

Otra nalgada enrojeció su trasero. Oriana quería más.

—No intentes protegerlo, madre.

—Es... lo mejor.

Isabelle mueve sus caderas golpeando el trasero de su madre, como si estuviera penetrándola.

—¿Lo mejor?, ¿Lo mejor para quién?

—Isa... ahhh, sí, así.

Los dedos de su hija empezaron a moverse con frenesí en su interior, volviéndola loca. Su cabeza se recostó en el hombro de Isa, soltando sonoros gemidos.

—Mi nombre se escucha tan bien saliendo de tu boca en gemidos.

—I-Isa.

Como si quisiera provocarla, empezó a gemir con constancia. De pronto, sus dedos se curvaron, provocando que la espalda de su amante se encorvara, dando una increíble vista en el espejo.

Oriana era tan caliente.

—Respóndeme o paro.

—N-no te atrevas.

—No me retes, madre. Respóndeme sin mentiras, ¿Jorge te está maltratando?

—¡Isabelle!— un gritó que fácilmente se pudo escuchar por toda la cabaña, salió de sus labios cuando volvió a dar en su punto g— Ya... ahhh, ya voy a...

No tuvo que decir más.

Con su otra mano dejó de estimular sus pezones y bajó directo a su clítoris, para frotarlo a su gusto, sin dejar de golpear su interior justo en su punto de placer.

Oriana, cegada por el deseo y el inmenso placer, llevó sus manos desesperadamente hacia sus pechos, amasándolos y jalando sus pezones. La mujer que la reflejaba en el espejo no era ella, no quería creerlo. Pero lo era. Era una mujer que por primera vez, disfrutaba y gozaba del placer.

Un placer que le regalaba su hija.

Su Isabelle.

Sintió su vientre contraerse, al mismo tiempo que en el interior los dedos de Isa se apretaron.

—¡Isa!

Con un sonoro y largo grito, se corrió fuertemente, teniendo que ser sostenida por la menor cuando sus piernas flaquearon. Los dedos mojados de sus fluidos, salieron del escondite y mirándola fijamente, Isa se los llevó a los labios bebiendo y chupando de ellos.

—Isa...— gimió.

—Voy a ignorar el hecho que no me has dicho la verdad, pero solo será esta vez. Porque a la próxima, tu culo sufrirá las consecuencias de tus mentiras— dijo acariciando un cachete de su trasero, el mismo que se encontraba plasmada su mano.

Oriana tembló ante su tono de voz, sintiendo su sensible clítoris palpitar. Ella no sabía por qué, pero el deseo por ser castigada por su propia hija creció en su interior.

—Advertida estás, mamá.

Cuando Isa notó que su madre ya estaba más estable, la soltó y la dejó sola en el baño, dejando a Oriana confundida y en un profundo silencio.

No se reconocía frente al espejo.

Se encontraba sudorosa, con la respiración agitada, sus ojos marrones cristalizados producto del placer, su cabello se encontraba alborotado y pegado en ciertas partes de su cuello. Su cuello, aun podía sentir los lametones y besos que su hija le había dado.

Era otra, otra Oriana. Una Oriana relajada e internamente feliz.

Pero sintió confusión y miedo en cuanto sus ojos se habían posado en el cuerpo de su hija y le dio esas miradas que ella le da y la hacen temblar. Tuvo pánico cuando a su mente llegaron escenarios perversos, en donde ella era la responsable de los gemidos de su hija.

¿Qué le estaba pasando?

So forbidden [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora